Las cosas han cambiado, siempre estamos en constante movimiento, bien se dice que lo único que nunca ha estado en un estado perpetuo de quietud es el universo, creando y destruyendo en todo momento, dando paso a más vida y más destrucción. Pero estaría dispuesto a decir que el ser humano también puede entrar en esa descripción.
Somos seres que estamos dispuestos a estar quietos, en cuerpo, pero nunca en mente y mucho menos en espíritu, incluso cuando nos proponemos a mantener dicho estado, la cantidad de esfuerzo que empleamos para estar así, siempre es cambiante. Algunos días costará más, otros días menos. Pero será un permanente cambio en todo momento.
Nos hemos convertido en verdugos, sicarios de la plenitud por lo prolongado, lo duradero, y todo siempre en nombre de instantaneidad. Somos personas que ya no disfrutamos del momento, amamos el instante del placer erótico que nos puede ofrecer cualquier relación hedonista con otra persona, siempre y cuando no nos cause problemas ni compromisos. Cada vez hay más falsos revolucionarios y más "gente de bien" cada vez hay más sicarios de sombrero blanco y terroristas de traje y corbata, todos disfrazados bajo un extenso manto de honradez.
Los jóvenes viven encasillados bajo la última moda, sin personalidad y perpetuamente expectantes por la nueva tendencia impuesta por el famoso de turno. Ya no hay amor por el conocimiento, solo el deseo de sentirse libre; pero sin realmente serlo, sin las responsabilidades que el propio deber de la libertad atribuyen a ello. Para todo se necesita un tutorial, una ayuda y todo debe pasar por el filtro de sugerencias de la inteligencia artificial del momento.
Hemos masacrado nuestros tiempos, estamos dispuestos a seguir causas que no sirven ya para nada, la pregunta importante es ¿Cuál es el mundo que vamos a dejar a nuestros hijos y nietos? ¿Realmente dejaremos algo? Quiero decir, si no hemos logrado llegar a un punto de dejar de matarnos por simplemente tener la razón, por amar diferente o por solo seguir ideales o personas mortales y absurdas, entonces no tenemos mucho que rescatar.
Sin contar lo que ocurre tras nosotros con temas como el calentamiento global.
Hemos convertido el agua en un recurso de lucha, tanto, que ya los expertos han dejado de verlo como un escenario de mera ciencia ficción. Logramos descuidar la naturaleza hasta el punto que ya se puede decir que pasamos como por la séptima vez donde la organización mundial del medio ambiente, dice "estamos entrando en la etapa de no retorno". Descuidamos a nuestros animales, nuestros ecosistemas y ahora estamos en la constante incertidumbre de no saber si tan siquiera tendremos tiempos para escapar, rescatar el planeta o solo resignarnos a la extinción.
Se podría decir que hemos llegado al punto en el que sencillamente solo nos falta acabar con otra forma de vida inteligente y acabar con el espacio fuera de lo visible en nuestra bóveda celeste, aquello más allá de la comprensión como para considerarnos como la mayor plaga del universo conocido. No siempre tendremos la razón, pero lo que sí será certero, es que hemos cambiado, para mal en muchos sentidos.
Pero no todo tiene que ser algo perdido y condenado, en todo momento puede haber algo por lo que luchar. Como una mariposa que, a pesar de su corta vida, busca vivirla intensamente y tratando de que con sus acciones quede algo bueno para las plantas y seres con los que interactúa, siento que así debemos ser nosotros. Darle un punto final a las cosas que ocurren.
Si me preguntan qué debemos hacer, pues pondría de ejemplo a mi tierra natal. Dejar de creer en causas perdidas y en gente que sin importar lo que pase, buscará constantemente nuestra desgracia bajo el disfraz de la "seguridad" o de aspirar a ser un país "potencia mundial de la vida". Dejar los estandartes que solo buscan dividirnos bajo el principio de blancos o negros, amigos o enemigos mortales. Dejar los políticos tradicionales y condenar a todo aquel que busque su favor para así tratar de darle mayor valor a su carrera política.
Dejar las armas a un lado y ser un país realmente justo y correcto, ver lo que puede funcionar en nuestra nación y únicamente para nuestra nación, no buscar la solución mágica en países vecinos. Dar corte de raíz a la política internacional, que solo ha creado idiotas útiles; y eso que a veces, solo buscan imponerse ante los demás, hacerse más ricos y que la gente que sabe sus secretos se mantenga perdida entre fronteras.
Hay que cambiar como país, ser un lugar mucho más agradecido con las oportunidades que tiene, hacer retomar a los jóvenes el amor por el conocimiento; pero no con las herramientas de hace dos siglos. Dejar la violencia y los rencores, porque sólo así terminaremos teniendo una guerra constante entre personas "guerrilleros" y "paracos" solo que en lugar de ponernos uniforme y darnos plomo en el monte, pasamos a marchar, usar ropa normal o trajes costosos, dejar las mulas por las camionetas y nuestro mejor fusil es nuestro celular.
¿Será que sin armas no podemos vivir en este país? Sabía la pregunta hecha por Jaime Garzón, pero la cambio por ¿Será que sin violencia no podemos vivir en este país? Pues todos los días se demuestra que no podemos, porque por un lado, tenemos a los que apoyan las posibles malas desiciones del gobierno actual, pero luego están los otros que simplemente valoran los homicidios, el terrorismo y la parapolítica de gobiernos anteriores.
Terminando todo en que solo por mostrar lo malo de ambos lados, te dirán paraco y guerrillero al mismo tiempo, cosa que me parece maravillosa. Dicen que los extremos se tocan al fin y al cabo.
Si logramos hacer un cambio político, cultural y social similar al que les pongo de ejemplo con Colombia; claro está que en cada país hay cosas diferentes por las cuales preocuparse, y tendremos un mundo que esté dispuesto y en ruta para la preparación de los posibles tiempos difíciles que nos aguardan en el futuro.
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La carencia de contemplación
RandomEs un ensayo que recoge los puntos de vista frente a la masacre que vivos en nuestros tiempos actuales, pues cuantas veces hemos escuchado que alguna costumbre o creencia que solíamos hacer con amor y de forma desinteresada en otros tiempos fue tota...