El fin de un camino, no hay momentos ni palabras para lo que puede llegar a ser esto, plantarse por horas delante de una pantalla, nada más que ponerse a disposición del ejercicio reflexivo de contemplación de las múltiples perspectivas que se pueden tener de un tema en específico. Sé que pude que me haya quedado corto en varias miradas, pero que sería un buen trabajo de catarsis y que invite al cuestionamiento de las cosas, que el mostrar las cosas a medias.
Limitarse a solo mostrar lo justo, no importa si no te encuentras identificado conmigo, ni mucho menos estés de acuerdo con las cosas que digo, el solo hecho de que te hayas dispuesto a navegar junto a mí por estas páginas y planteamientos es suficiente, basta para que veas el mar de opciones que se encuentran ante nosotros. Porque sí, para poder comprender y ser realmente mejores, debemos saber que es lo que padece y llena de alegría al otro para así poder sentirnos en la posición de "juzgarlo".
Nunca estaremos satisfechos con la realidad que afrontamos, y francamente, así debe ser. Pues si bien es entendido que las personas buscan cumplir con sus aspiraciones más profundas y que saben que les garantizará un subidón de felicidad representado en dopamina, es entendible. La cosa es, no todo en la vida es una lista de tareas, deseos y deberes la cual debemos procurar mantener lo más tachada posible. Porque si sigues ese camino es cuando te terminas dando cuenta de que la vida y el tiempo no están dispuestos a esperarte ni a tener misericordia contigo.
Así que no busques el lugar ni el momento indicado, lánzate al vacío, es mejor sentir que lo intentaste, que saberte completamente lleno de amargura en tu vejez cuando te preguntes ¿Y si lo hubiera intentado? Es por eso que tu responsabilidad es buscar siempre la plenitud, cosa que no es más que el sentimiento de gratitud por lo que se tiene, mezclado con la capacidad de aprovechar todo aquello que se haya a tu disposición para poder salir adelante y obtener lo que más anhelas.
Esto tal vez sea un hasta pronto, un hasta luego, un breve adiós, solo sé que tengo la idea que algo te llevarás de este libro, así como te llevas algo de los contenidos más inherentes y completamente banales que se encuentran en la red. Algo que puedas compartir a alguien más cuando lo consideres pertinente. Eso que te haga sentir pleno con lo que dices, pues te percibirás como un viejo sabio que aguarda en su vieja casa en el monte, por un joven al cual llamar nieto para contarle todo lo que yace en su memoria.
Somos lo que vivimos, los cuentos que nos contamos. Al final de todo, ¿Qué es un hombre sin la suma de todos sus recuerdos? Son por ellos que sufrimos, nos llenamos de alegría y también nos inundamos de melancolía cuando nos sabemos completamente solos en una habitación que siempre pudo estar vacía. Que a pesar de todo, sientes que hace falta algo o alguien para sentirla cálida de nuevo.
Ese arte de valorar el calor de una madre que nos consuela, incluso si somos personas rectas, llenas de responsabilidades y tragedias, ya sabes, cosas que acarrea el crecer. Justo ese calor es el que ofrece la contemplación, el perspectivismo de nuevos horizontes, diferentes lentes y todo con una profundidad de campo más amplia que la de cualquier cámara creada por el hombre.
Precisamente eso es lo que más comparto con lo que decía Mario Mendoza, "la persona que lee, es una persona que realmente vive muchas vidas". Cosa que me lleva a pensar que si eso pasa solo con la lectura de cosas tan naturales como los libros, pues entonces sería mejor si aprendemos a leer libros, películas, videojuegos, fotografías y contenidos de internet. Del mismo modo, debería ser con las personas, saber leer lo que pueden estar viviendo y tener la capacidad de someternos a un acto de empatía con quien tenemos al frente.
Es momento de que partas a conocer nuevos horizontes, nuevas lecturas y recuerdos. Siempre debe primar una perspectiva y es en la que no hay verdades absolutas, que siempre debemos ser personas dispuestas a conocer nuevas cosas y que la llama de esa curiosidad infantil debe ser lo más importante para nosotros si queremos llegar a no cometer los errores de quienes nos rodean. Tener la voluntad de comprender, empatizar, asimilar, aprender y progresar. Solo de esta manera es como veo que puede estar el éxito garantizado.
Busca siempre lo que deseas, pero que en lo posible no destruyas a otros por el camino, dale espacio a un amor legítimo, que te permita conocer lo que es algo genuino a partir de ese valor único que descubres del otro. Sostenido a partir de una base de amistad que permita que el erotismo entre ambos se encuentre siempre vivo y así dar paso al constante milagro del amor. Lo mismo pasa con la plenitud, no te estreses por las cosas malas, sé agradecido y aprovecha lo que tienes en lugar de quejarte por ello. Para así aumentar tus posibilidades de llenarte de momentos felices.
Esto es más que un simple libro de reflexiones hechas por una persona que tiene muchos horizontes que ver y muchas experiencias que vivir, es una carta de amor al conocimiento y la contemplación del mundo, que nos permite disfrutar hasta de lo más pequeño. Porque, a pesar de todas las cosas malas que puedan ocurrir en mi vida; pues también padezco como muchos hombres, puedo decir que ante mí, solo hay la contemplación de una vida llena de plenitud y un futuro deslumbrante. Espero que ocurra lo mismo contigo, cuando te cruces de nuevo por este libro.
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La carencia de contemplación
RandomEs un ensayo que recoge los puntos de vista frente a la masacre que vivos en nuestros tiempos actuales, pues cuantas veces hemos escuchado que alguna costumbre o creencia que solíamos hacer con amor y de forma desinteresada en otros tiempos fue tota...