PROLOGO

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JUNGKOOK

Ansiedad. Es tu carcelera. Mantiene tu cuerpo en un estado continuo de miedo. Te hace pensar que te estás muriendo. Te quita el aire. La tensión te agarra por las pelotas y se extiende por todo tu cuerpo, dejándote temblando.

No siempre fui así.

Pensamientos oscuros se deslizaban ahora por mi cráneo. Los impulsos compulsivos y comprobar todo tres veces, se ha convertido en mi vida.

¿Por qué?

Seokjin jodido Kim. Mi matón.

Mi torturador.

Él es cada estereotipo. Capitán de fútbol.

Pelo rubio.

Bronceado de muerte y monstruosamente sexy.

Tiene ojos grises que te atraviesan como una flecha de plata. Labios masculinos que parecen haber sido besados, asolados y haber hecho todas las cosas con las que has fantaseado.

Bien, déjame que te pinte un cuadro. Imagina caminar por el desierto durante días. Tu boca está reseca. Los labios agrietados. Ves un vaso alto de agua helada con rodajas de limón y lima. Se te hace agua la boca, ¿verdad?

Tomas el primer sorbo y acabas con la boca llena de arena. Ese es Seokjin.

Todos en este pueblo lo adoran. Diablos, estoy seguro de que creen que camina sobre el agua.

Es un espejismo sucio y apestoso.

He visto al verdadero Seokjin. Vino de las fosas del infierno.

Su odio hacia mí apareció en nuestras primeras semanas de instituto. Ni siquiera me di cuenta de que me conocía.

Seokjin se detuvo en el pasillo y me invitó a almorzar con él y sus amigos. El patético perdedor que soy sonrió y aceptó.

Los deportistas siempre se sentaban en la misma mesa. Jasper apareció detrás de mí, trayendo un plato de sobras de la basura.

-La cena.

Nunca olvidaré su sonrisa.

Di un paso atrás, sabiendo que me habían tendido una trampa, y miré a mi alrededor para ver a todos los estudiantes observándonos.

Seokjin se adelantó, con ojos fríos, sin expresión en el rostro mientras le quitaba la bandeja a Jasper. El hedor me hizo vomitar.

-¿No es esto lo que come la basura como tú?

Las palabras cayeron de su boca, en una mueca, mientras me la ponía en la cara.

Sus palabras removieron la última gota de mi autoestima.

Seokjin me atormentó durante años. Nunca me dejaba olvidar que era basura, incluso en la ciudad en la que había nacido.

Mi madre, por sus pecados, era una Carlton; una de las familias de élite de Hill View. Su familia la repudió por tener un hijo con un tipo del lado equivocado de las vías.

Mi querida madre, bendita sea, probó la vida en una caravana que duró un mes.

Mamá corrió a casa y suplicó el perdón de sus padres. Aceptaron solo si se casaba con Jacob Stand. Se casaron tres semanas después.

Mamá me llama un par de veces al año, hasta ahí llega nuestra relación.

Desde que se fue, somos papá y yo.

El resto de los Carlton siguen en la ciudad, y para ellos soy un hijo bastardo que lleva el apellido Jeon y no forma parte de su linaje.

En uno de sus raros momentos maternales, me pagó un instituto privado, diciéndole a papá que una educación privada me daría más ventajas. Es más probable que se sintiera culpable, y esta fue la forma que tuvo mamá de apaciguar su conciencia.

Era un infierno para un niño que venía de la nada ir a la escuela con bebés de fondos fiduciarios.

Lo intenté todo para encajar en su mundo. Me maquillaba para que mi piel no pareciera un cadáver viviente. Me compraba cosas en tiendas de segunda mano y me peinaba con una maldita raya al lado.

Nada de eso funcionó.

Caí en un lugar oscuro y no podía entender por qué eran tan crueles y me odiaban.

'Palos y piedras te romperán los huesos, pero las palabras nunca te lastimaran'

Es mentira. Las palabras hacen daño. Te cortan de un tajo a la vez. Una vez dichas, nunca pueden ser retiradas u olvidadas.

Esas palabras te encuentran, susurran con su oscuridad hasta que te tapas los oídos para detenerlas, aunque no puedes. Viven dentro de ti.

Tú las crees.

La verdad de lo que soy. No querido por mi madre Rechazado por Hill View. Odiado por Seokjin.

Una emoción desconocida reclamó la mitad de mi alma. Ira. Una furia visceral.

Odio hacia mí mismo.

Ardía como un horno en mi estómago, me recorría las venas, y con ella llegó una actitud de que te jodan.

Aparté a todo el mundo y escondí al chico que aún ansiaba ser aceptado, querido, sentirse digno en lo más profundo y oscuro de mi alma, y lo protegí.

Cambié la ropa elegante por camisetas negras y pantalones pegados rotos. Cambié los mocasines por botas. Me hice un piercing en el labio y en la lengua y me hice perforaciones en las orejas. Ahora llevaba un permanente gruñido en los labios y los ojos entrecerrados, desafiando a cualquiera que se acercara.

Los amigos de Seokjin me sacaron del armario proverbial en nuestro primer año, después de cacharme en una cita con un chico de dos pueblos más allá. El lunes, Hill View ya sabía que prefería la polla que una vagina.

Esperaban que me echara atrás... Pero no lo hice.

Me pavoneé hasta Seokjin y hundí mis dedos en el polo Ralph Lauren del idiota, acercándolo mientras hablaba contra su boca.

-¿Estás celoso, Kim? ¿Desearías ser tú? -Por una vez, Seokjin no tuvo respuesta.

Ahora, la escuela ha finalizado, y he terminado con ellos y con esta ciudad.

Ámame otra Vez Donde viven las historias. Descúbrelo ahora