JUNGKOOK
Cuatro meses después
Me pongo la sudadera con capucha. El clima de California es suave, pero más cálido de lo que estoy acostumbrado en Colorado.
El campus es enorme, con árboles que bordean los caminos, edificios con fuentes en la fachada y parterres de flores.
Los colores de la escuela son el rojo y el amarillo, que lucen con orgullo por todo el campus.
Tardé semanas en adaptarme al hecho de que no tenía que vigilar mis espaldas y de que no me lanzaban insultos homófobos. Ver a la gente sonreírme y reconocerme me llevó más tiempo del que debería para empezar a sentirme normal.
Mi compañero de cuarto se llama Gabe. Está bien, supongo. Parece genial, aunque un poco inmaduro.
Le dije que era gay la primera noche. No iba a esconderme y esperar a que su actitud, su gruñido, exigiera que me fuera. Me sorprendió muchísimo cuando se encogió de hombros y dijo que no importaba. Luego me pidió que fuera a la fiesta a la que iba. Me quedé helado. ¿Estaba aquí?
¿Me ha tendido una trampa? ¿Sus amigos estaban esperando al nuevo gay?
Pasé la noche esperando a que pasara algo. Mi cuerpo estaba en modo lucha o huida, mientras me escondía en un rincón de la habitación. El sudor resbalaba por mi nuca y mi pulso latía con fuerza cada vez que veía que alguien se acercaba a mí. Todo era un gran desencadenante.
Sin embargo, ocurrió algo extraño.
Los chicos venían a hablar conmigo, realmente interesados en saber de mí. Me asusté muchísimo. Me di cuenta de que soy más torpe socialmente de lo que pensaba.
He intentado ocultar mis hábitos compulsivos, no quería ser el bicho raro, no tan cerca de tener algún tipo de amistad.
Empujo la puerta de la cafetería del campus y veo a Gabe en el reservado de la esquina con otro tipo que no conozco. Respiro mientras el mundo a mi alrededor se acelera, igualando mi pulso. Mis músculos se tensan mientras fuerzo el movimiento de los pies y sonrío cuando Gabe me mira a los ojos. Levanta la barbilla cuando me acerco.
—Aquí estás. Siento haberme perdido en la evaluación —Se queja, estudiando su portátil.
El tipo que está a su lado me evalúa y mira dos veces. Sus ojos me observan mientras un profundo rubor cubre sus mejillas. Es guapo, un poco nerd, con el pelo castaño que le cae sobre unas gruesas gafas negras.
—Mierda, lo siento, este es Austin. Jungkook, mi compañero de piso — Gabe nos presenta con un perezoso gesto de la mano, antes de que sus ojos vuelvan a su tarea.
—Hola —chilla Austin antes de suspirar y volver a su portátil, con las mejillas sonrosadas.
Tomo asiento. —Hola.
Austin mira por encima de la pantalla. —He oído hablar de ti.
Lucho contra el impulso de gruñir y preguntarle qué ha oído y, en lugar de eso, me reclino en la silla.
—No creas ni una palabra de lo que dicen —Coloco una lenta sonrisa de satisfacción en mi rostro.
—Hey —interrumpe Gabe con una sonrisa. Nos habíamos hecho, algo así, como una especie de amigos.
—Nunca he visto a un licenciado en empresariales con manchas en los dedos —Miró las marcas de mis dedos. El arte es mi corazón, aunque lo cambié por los negocios. Un día quisiera tener un local como el de Zane y necesitaba los conocimientos.
Pensar en Zane me revuelve el estómago y me aprieta los dedos. Las uñas romas se clavan en mi palma. Dios, echo de menos trabajar con él y Ruby. Los echo mucho de menos.
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Ámame otra Vez
RandomNuestra historia es una mentira, una relación construida sobre falsas promesas y sueños esperanzadores. Él es mi matón. Ansío vengarme. Al menos, eso es lo que sigo diciéndome para que mi plan tenga éxito. Necesito que el maldito Seokjin sea consumi...