CAPITULO 3

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JUNGKOOK

Un suspiro patético cae de Seokjin mientras abraza el inodoro.

Vomita por encima después de disparar su carga en sus pantalones. Saco mi teléfono, listo para tomar una foto.

Oh, cómo han caído los poderosos.

Contraigo la mandíbula y aprieto el teléfono con los dedos. La cara de mi padre aparece ante mí. Él me educó mejor. Odio decepcionarlo.

No me malinterpretes, papá le daría una patada en los huevos a Seokjin si supiera lo que ha hecho. También me gusta Zane y quiero conservar mi trabajo.

Maldigo, vuelvo a meterme el teléfono en el bolsillo y tomo un paño del lavabo.

—Eres asqueroso —digo, hablando con los dientes apretados mientras tironeo del pelo de Seokjin, echándole la cabeza hacia atrás para limpiarle la boca.

Unos ojos borrachos y desenfocados me siguen. Odio que me miren fijamente, que me dejen al descubierto. Hago un ovillo con las manos en el extremo de su camiseta, se la quito por la cabeza y la tiro a un rincón.

—Sí, puedes arreglártelas tú solo —Miro sus pantalones empapados de semen y juro que sus mejillas se enrojecen.

—Nadie te creerá —dice, con los orificios nasales abiertos y la barbilla levantada.

—¿Estás bromeando? —Esos ojos fríos se entrecierran. Sé que no. Seokjin me está amenazando en serio. ¡Ahora mismo! Sacudo la cabeza mientras se me acelera el pulso.

—Lo digo en serio, Jungkook. Nadie te creerá. Te odiarán más de lo que ya te odian —Sus labios se aplastan en una línea apretada.

Uno pensaría que me acostumbraría a sus palabras. Que al oírlas, una y otra vez, mi mente habría aprendido a convertirlas en ruido blanco. La presión en mi pecho no está de acuerdo. Los ojos de Seokjin no se apartan de los míos hasta que levanto la barbilla, diciéndole que lo he oído y lo entiendo. Lo veo esforzarse por levantarse y maldecir cuando pierde el equilibrio. Pienso en dejarlo caer de bruces al suelo durante dos segundos.

—¿Qué demonios has bebido? —le agarro del brazo.

Seokjin gime sobre cerveza artesanal y señala hacia lo que estoy seguro que cree que es su habitación. Intentar abrir la puerta, al mismo tiempo que sostengo el culo borracho de Seokjin, es todo un reto. Lo guío hasta la cama y lo empujo sobre ella.

—¿Por qué me ayudas?

Tiro de sus piernas hacia la cama. —Me agrada tu hermano.

Zane y Ruby me han aceptado de una manera que nadie más lo ha hecho. Hoy Zane me dio una oportunidad que este pueblo no me daría.

Muestro los dientes.

—No te preocupes. Te sigo odiando —Cierro la puerta antes de que pueda replicar.

****

—¿A qué hora apareció Seokjin anoche?

Me froto los ojos como si Zane me hubiera sacudido. —Estaba muerto para el mundo.

Su ceja se levanta mientras se apoya en el marco de la puerta. —¿Qué tan idiota estaba?

—No era tan malo —Tomo la sudadera y me la pongo por encima de la cabeza. Un sudor frío me recorre la piel mientras nos miramos fijamente. No sé si Zane sabe lo maldito que es su perfecto hermanito.

—Tengo que llevarle la camioneta a papá —Disimulo la forma en que mis dedos tiemblan en mi bolsillo delantero, usando la punta afilada de las llaves para clavarse en mi piel y mantenerme con los pies en la tierra.

Ámame otra Vez Donde viven las historias. Descúbrelo ahora