JUNGKOOK
Una vez que Seokjin se ha dormido, me escabullo de su habitación, sabiendo que no querrá que me quede. Veo su teléfono, lo tomo y busco hasta encontrar mi nombre, sonriendo ante el viejo apodo. Me paso una hora leyendo todos los mensajes que me ha enviado. Suplicando que volviera, disculpándose y prometiendo que lo arreglaría si contestaba a su llamada. Mensajes de enfado, de borrachera, fotos de Bea.
Luego la última fue enviada el año pasado, diciéndome que me odia.
Odia que sea mentira porque aún me quiere. Me inclino hacia delante, dejo el teléfono sobre la mesita y me restriego la mano por la cara, notando mis mejillas húmedas. Es un maldito desastre. Todo.
¿Qué hacemos ahora? ¿Podremos?
Miro fijamente la puerta de su habitación.
¿Lo amo?
Sí, lo amo. Al igual que Seokjin, he sido incapaz de deshacerme de él. Mierda, no solo lo amo. ¡Estoy enamorado de él!
No soy tan ingenuo cómo para pensar que podemos seguir donde lo dejamos. Tenemos que conocernos. Sé que la única manera de demostrárselo a Seokjin es a través de la acción. Decírselo no funcionará.
Por mucho que pueda ver el daño y el dolor que le he causado a Seokjin, no me arrepiento de haberme ido. Era lo mejor para los dos. Eso no significa que no haya sido el mayor error de mi vida, sobre todo por la forma en que lo hice.
Sintiéndome inquieto, limpio el apartamento de arriba a abajo. No está sucio, está bien habitado, tenía que mantenerme ocupado. Me impido volver a la habitación de Seokjin.
Es básica y un poco desnuda. Se nota que todos los muebles son de segunda mano. El único color proviene de los dibujos de Bea colgados con orgullo por todo el lugar.
Hago balance de su comida y escribo una lista de lo que necesita. Sé que debería irme a casa. Mañana vuelvo a trabajar en el local de Zane, sin embargo, no me atrevo a irme.
Me hundo en el sofá, tomo una manta y me tumbo mirando la puerta de Seokjin. Cuando el cielo empieza a teñirse de rosa, cierro los ojos.
Parece que solo me queda una hora antes de que suene el despertador. Gruño, me levanto y me paso la mano por el pelo. Voy al baño, orino y me enjuago la boca .
Miro la hora y veo que son las siete. Seokjin se levantará pronto para abrir el garaje y empezar a desayunar, y no veo nada aparte de cereales.
Tomo las llaves y salgo por la puerta, voy rápidamente al autoservicio y tomo café y burritos para desayunar.
Subo corriendo los escalones, abro la puerta y veo a Seokjin mirando la manta del sofá. Se gira hacia mí cuando cierro la puerta.
—Acabo de ir por el desayuno —Levanto la bolsa y la dejó sobre la mesa.
—¿Te quedaste aquí anoche? —Frunce el ceño y vuelve a mirar la manta.
—Me senté, y lo siguiente, ya era por la mañana —miento y sacudo la cabeza, exhalando un suspiro mientras saco el desayuno—. Eso era mentira. No quería irme —Sus ojos se abren de par en par mientras sus labios se separan—. ¿Ten? —Le tiendo un café. Lo toma y gime.
—No he tomado uno de estos en... —La línea entre sus cejas se hace más profunda—. Cinco años.
—Cómetelo antes de ir a trabajar. Has perdido peso —Después de un minuto, lo atrapa, pero no lo abre.
—Te vas.
—Tengo que llegar a casa para ducharme. Hoy empiezo a trabajar en el local de Zane y no acabaré hasta tarde.
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Ámame otra Vez
РазноеNuestra historia es una mentira, una relación construida sobre falsas promesas y sueños esperanzadores. Él es mi matón. Ansío vengarme. Al menos, eso es lo que sigo diciéndome para que mi plan tenga éxito. Necesito que el maldito Seokjin sea consumi...