JUNGKOOK
Estoy dibujando en la trastienda cuando Zane se detiene en la puerta.
—¿Qué pasa? —Intento contener la actitud. La forma en que se mete las manos en los bolsillos de los pantalones y sonríe con los labios apretados me pone de los nervios.
Se apoya en la pared. —Me lo ha dicho.
Aprieto la mandíbula y me levanto de la silla, sintiendo que se me curvan los labios mientras tomo la mochila. No hace falta ser un genio para saber de qué o de quién está hablando. No he visto a Seokjin desde que me dejó hace una semana. Otra vez, caí en su trampa. Supuse que cerraría la boca como yo lo hice en la secundaria.
—¿A dónde vas? —Zane chasquea.
—¿Crees que me voy a quedar para que me despidas? —Siento que me late el pulso mientras clavo los dedos en la correa de la mochila.
Sus cejas se levantan. —¿Crees que te voy a dejar marchar?
La ira y la ansiedad me agarran por las pelotas y me hacen gruñir. —¿Qué, te quedarás con el tipo que abusó de tu perfecto hermanito?
Me señala con el dedo. —Déjate de tonterías, Jungkook.
Siento que se me calienta la cara. —Que te jodan —Y lo empujo. Me agarra de la mochila, haciéndome girar y mirarlo a la cara.
—Siéntate —Nos miramos fijamente y luego dice: —Siéntate y escucha.
Me voy al fondo y me apoyo en la pared, mirándolo fijamente.
—No estoy aquí para despedirte —No muevo un músculo, continuando con la mirada—. Seokjin me contó lo que hizo en la escuela.
—Ya lo he superado —Me encojo de hombros como si no fuera para tanto.
Su ceja se levanta para llamarme la atención por mis estupideces.
—Sí, entonces eres mejor persona que yo —suena enojado en mi defensa—. Lo quiero. Es mi hermano pequeño —Se pasa una mano por la cabeza—. No me agrada en este momento. No estoy poniendo excusas por él. Creció rico, pero eso no significa que su vida sea perfecta.
—¿Crees que no lo sé? Vengo del mismo pueblo y oigo los rumores—Los de que su padre apenas va a casa, que tiene un prostíbulo en el pueblo donde lleva a sus mujeres. Blaire, su madre, solía ser buena, sin embargo, bajo la presión de la sociedad elitista y los ojos errantes de su marido, ha caído en el fondo de una botella, sin salir nunca, y está enganchada a los somníferos.
Zane asiente y se queda mirando un espacio junto a mi cabeza, como si fuera incapaz de sostenerme la mirada.
—Me contó lo del sábado por la noche.
—¿Cómo lo viole? —Sonrío burlón.
—No, me dijo que todo había sido de su parte. Vino, enloquecido. Me sorprende que no le dieras un puñetazo.
Cuando Seokjin me dejó, supe que estaba confundido. Vi la forma en que sus ojos se hundían en mi boca mientras hablaba. Era heterosexual, pero sintió algo cuando nos besamos.
Crucé los brazos sobre el pecho. —No diré nada. La reputación de Seokjin permanecerá intacta.
La ceja rubia de Zane se levanta. —Mierda, te ha hecho un numerito.
Me erizo. Odio que sea capaz de ver a través de la rabia que llevo como un escudo, ocultando al chico que está harto de que le hagan daño.
—Le dije a Seokjin que se mantuviera alejado de aquí mientras trabajas. Que se mantuviera alejado de ti —Me encojo de hombros—. Mi hermano no está acostumbrado a que le digan que no.
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Ámame otra Vez
DiversosNuestra historia es una mentira, una relación construida sobre falsas promesas y sueños esperanzadores. Él es mi matón. Ansío vengarme. Al menos, eso es lo que sigo diciéndome para que mi plan tenga éxito. Necesito que el maldito Seokjin sea consumi...