𝐓𝐖𝐎

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Milena había conocido a Percy hace dos años cuando llegó al Campamento Mestizo, fue Milena quien le había ayudado a conocer muchas cosas sobre el lugar, y el chico siempre iba a estar agradecido con ella por eso

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Milena había conocido a Percy hace dos años cuando llegó al Campamento Mestizo, fue Milena quien le había ayudado a conocer muchas cosas sobre el lugar, y el chico siempre iba a estar agradecido con ella por eso. 

Annabeth también admiraba a Milena, pues al igual que ocurrió con Percy, la pelirroja fue quien se encargó de explicarle muchas cosas el primer verano en el que estuvo en el Campamento. 

Altair había conocido a Milena cuatro años atrás, en ese entonces la menor solo tenía diez años mientras que Milena tenía quince. Altair sin duda alguna podría pasar horas hablando acerca de su mejor amiga y lo buena que era. 

Thalía por su lado aunque no conocía muy bien a Milena, se sentía impresionada por lo buena que eran en la lucha y al mismo tiempo con el diálogo. La hija de Zeus admiraba el gran autocontrol que la hija de Afrodita poseía. 

Para resumirlo, todos admiraban a Milena. 

En esos momentos se encontraban en Maine pues Grover Underwood, un sátiro amigo de todos los presentes, había pedido un llamado de auxilio, y ahora estaban en un internado. 

Westover Hall parecía un castillo maldito: todo de piedra negra, con torres y troneras y unas puertas de madera imponentes. Se alzaba sobre un risco nevado, dominando por un lado un gran bosque helado y, por el otro, el océano gris y rugiente.

—No, gracias, mamá. No sé cuánto tiempo nos va a llevar esto. Pero no te preocupes por nosotros.

—Claro que me preocupo, Percy. ¿Y cómo piensan volver?

—Todo irá bien, señora Jackson —terció con una sonrisa Annabeth, que llevaba el pelo rubio recogido bajo una gorra. Sus ojos brillaban con el mismo tono gris del mar revuelto—. Nosotras nos encargaremos de mantenerlo a salvo.

—Cuidaré de ellos lo mejor que pueda señora Jackson —espetó la pelirroja mayor mientras le daba una mirada tranquila a la mujer. 

 Eso calmó a la madre de Percy. 

—Muy bien, queridos —dijo—. ¿Tiene todo lo que necesitan?

—Sí, señora Jackson —respondió Thalia. 

—¿Jerséis suficientes? ¿Mi número de móvil?

—Mamá...

—¿Néctar y ambrosía, Percy? ¿Un dracma de oro por si tienen que contactar con el campamento?

—¡Mamá, por favor! Todo va a ir bien. Vamos, chicas.

Era divertido, Percy rodeado de solo mujeres. Cuatro semidiosas y su madre. 

Cuando la mujer se fue, Milena dejó la leve sonrisa que tenía y se colocó seria. 

—Los voy a esperar aquí, se apresuran por favor —los cuatro asintieron ante lo dicho—. Si hay algún peligro no duden en gritar mi nombre, los voy a escuchar. 

𝐃𝐀𝐘𝐋𝐈𝐆𝐇𝐓|| 𝐏𝐄𝐑𝐂𝐘 𝐉𝐀𝐂𝐊𝐒𝐎𝐍 𝐔𝐍𝐈𝐕𝐄𝐑𝐒𝐄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora