𝐄𝐋𝐄𝐕𝐄𝐍

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La pelirroja luego de pensarlo mucho y de haber trabajado compulsivamente mientras lo hacía

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La pelirroja luego de pensarlo mucho y de haber trabajado compulsivamente mientras lo hacía. Tomó una decisión, una que sin duda a su padre desaprobaba pero que Apolo adoraba.

—No te vas a arrepentir de esto —había dicho el rubio con una gran sonrisa en su rostro.

—Eso espero —murmuró la chica mientras observaba el bonito cielo—. Es una suerte que eres un dios, no debes gastar en el boleto de avión.

—Uno de los tantos beneficios —concordó el rubio con una sonrisa.

En estos momentos se encontraban en Brazil, ya había pasado una semana desde que empezaron su viaje.

Ambos recorrían un bonito mercado en el que Apolo compraba todo lo que Milena decía que era bonito, eso hacía que la pelirroja rodara los ojos y observara con el ceño fruncido al dios.

—Mañana iremos al Cristo Redentor —declaró Apolo mientras cargaba una bolsa con todo lo que había comprado—. Espero no te moleste pero solo reservé una habitación en el hotel donde nos hospedaremos.

—Lo hiciste a propósito —le recriminó la pelirroja intentando no sonrojarse.

—Por supuesto preciosa, mi único deseo en este viaje es estar cerca y que me aceptes como futuro esposo —respondió el rubio con una gran sonrisa.

—Solo te conozco desde hace unas cuantas semanas —replicó ella con el ceño fruncido.

—Oh por favor, conoces todo sobre mi, has leído las historias a lo largo de los años.

—Y casi nada es positivo —replicó ella con el ceño fruncido—. El único dios que me agrada ni siquiera se encuentra en el Olimpo.

—¿De quién estás hablando?

—Hades —respondió la pelirroja de inmediato—. De todos los dioses él es el más pasable.

Apolo en ese momento deseó tener la reputación de Hades, algo que jamás creyó posible.

—Pero si él es un aburrido que no sale del Inframundo —replicó él dios del sol en cambio.

—Pero ha sido uno de los dioses más fieles, tampoco es un violador o abusador —continuó diciendo la pelirroja de brazos cruzados—. ¿Podemos dejar el tema? No me gusta hablar de los incompetentes que son.

El dios del sol no podía creer que la pelirroja estuviera diciendo todo eso, pero suponiendo que se trataba de una diosa muy peligrosa, Zeus no diría nada.

Al igual que ocurría con Eros, todos los dioses del Olimpo le temían a Milena, quien en los meses que llevaba en el lugar había demostrado su fuerte carácter.

El par continuó caminando por las calles del lugar, y cuando la noche llegó ambos fueron al hotel donde se hospedarían, una vez en la habitación que les correspondía la pelirroja de inmediato se instaló en el gran sillón que había.

𝐃𝐀𝐘𝐋𝐈𝐆𝐇𝐓|| 𝐏𝐄𝐑𝐂𝐘 𝐉𝐀𝐂𝐊𝐒𝐎𝐍 𝐔𝐍𝐈𝐕𝐄𝐑𝐒𝐄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora