𝐓𝐇𝐑𝐄𝐄

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Las cazadoras montaron el campamento en unos minutos. Siete grandes tiendas, todas de seda plateada, dispuestas en una medialuna alrededor de la hoguera. Una de las chicas sopló un silbato plateado. De inmediato, del bosque surgieron unos lobos blancos que empezaron a rondar en círculo alrededor del campamento, como un equipo de perros guardianes. 

Las cazadoras se movían entre ellos y les daban golosinas sin ningún miedo. Había halcones observando desde los árboles con los ojos centelleantes por el resplandor de la hoguera.  Incluso el tiempo parecía doblegarse a la voluntad de la diosa. El aire seguía frío, pero el viento se había calmado y ya no nevaba, con lo que resultaba casi agradable permanecer junto al fuego.

Al cabo de un rato, Grover y Nico regresaron de su paseo. Las dos pelirrojas estaban un poco lejos de las cazadoras. 

No odiaban a las cazadores, pero si sentían cierto enojo hacia la diosa de estas. No podían culparlas, nadie de los dioses parecía preocuparse por los semidioses, y eso las molestaba. 

Durante todo el rato el par de mejores amigas se mantuvieron tranquilas, ninguna de ellas deseaba entablar una conversación con alguien más. 

—¿Qué pasó ahora? —cuestionó la pelirroja observando a su mejor amiga. 

—Yo enserio deseo poder dormir unas mil horas —se quejó provocando una sonrisa divertida en la mayor—. No quiero volver a la escuela. 

—Estás en último año mujer, no será tan complicado.

—Habló la semidiosa más inteligente, tú incluso ya tienes título universitario. 

Milena había estudiado psicología, la carrera le llamaba la atención y decidió estudiarla. Con solo diecinueve ya se había graduado. 

—No es para tanto —respondió la pelirroja—. Ahora duerme un rato, yo te cuidaré. 

Altair terminó durmiendo en el regazo de la pelirroja quien tenía una de sus flechas en la mano, ella no entendía porque era tan buena con el arco pero aún así le encantaba. Unas horas después la pelirroja mayor cargaba en su espalda a la otra pelirroja quien seguía medio dormida. 

Percy le había explicado lo que había ocurrido en la charla que mantuvo él con Artemisa, por eso entendió a quien esperaban. Esperaban al mellizo de la diosa. 

Apolo, el dios del sol y muchas otras cosas que a Milena no le interesaban. 

—Ya era hora. ¡Es tan perezoso en invierno! —espetó Artemisa. 

—¿Estás esperando, eh... la salida del sol? —le preguntó Percy. 

—Sí, a mi hermano. No es exactamente lo que tú crees — dijo Artemisa. 

—Ah, bueno.  Entonces no es que vaya a llegar...

Hubo un destello repentino en el horizonte y enseguida una gran ráfaga de calor.

𝐃𝐀𝐘𝐋𝐈𝐆𝐇𝐓|| 𝐏𝐄𝐑𝐂𝐘 𝐉𝐀𝐂𝐊𝐒𝐎𝐍 𝐔𝐍𝐈𝐕𝐄𝐑𝐒𝐄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora