Involuntariamente arrancados de su amado Imperio por una intrigante diosa élfica, el emperador Karl Franz I y los restos de su maltratada fuerza imperial se encontraron varados en un mundo que aún no había sido tocado por las garras del Caos.
Si bi...
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Dos meses antes / Continente de Westeros / Tierras de la Corona
Cuando Jeanne se despertó a la mañana siguiente, todo parecía como si hubiera sido un sueño largo e interminable. Por un dulce momento, fue casi como si el año pasado no fuera más que una desagradable pesadilla de la que no había logrado despertar.
Pero ese momento fue fugaz, ya que pronto recordó dónde se encontraba. Dondequiera que fuera eso.
Mientras se incorporaba en el catre, tuvo la extraña sensación de que le faltaba algo pero que no podía ubicar lo que era. Jeanne se devanó los sesos mientras estaba de pie, pero por más que lo intentó, su mente solo pudo pensar en una cosa: encontrar algo con qué cubrirse, porque podía sentir la suave brisa contra su piel por todas partes.
Como tal, se encontró a sí misma, en lugar de tratar de concentrarse en lo que le daba esa sensación extraña, buscando ropa.
Afortunadamente, encontró una túnica de lana negra cuidadosamente doblada sobre una cómoda que no había podido ver el día anterior, debido principalmente a lo mucho que le dolía mover la cabeza o cualquier parte de su cuerpo. Jeanne necesitó lo que más tarde consideraría una cantidad de tiempo vergonzosa para darse cuenta de lo que eso significaba.
De hecho, fue solo después de que se puso la túnica sobre la cabeza y dejó que la parte inferior cayera por debajo de las rodillas que finalmente se dio cuenta.
El dolor desapareció.
No una pequeña parte de ello. No solo lo suficiente para poder despertarse, moverse y funcionar, sino hasta el último detalle.
Esta comprensión dejó estupefacta a Jeanne durante lo que parecieron varios largos minutos. ¿Cómo? ¿Por qué? Su mente corría con las posibilidades.
Quizás Olyvar realmente era un sanador consumado, pero Jeanne dudó de ese pensamiento tan pronto como apareció en su cabeza; no había visto al anciano usar nada parecido a la magia y solo eso podía ser responsable de ello.
Finalmente, después de desterrar varias ideas que se basaban en la voluntad del caos o en alguna otra fuerza totalmente nefasta que lo causaba, Jeanne una vez más se convenció de que era solo la Voluntad de la Dama.
