Involuntariamente arrancados de su amado Imperio por una intrigante diosa élfica, el emperador Karl Franz I y los restos de su maltratada fuerza imperial se encontraron varados en un mundo que aún no había sido tocado por las garras del Caos.
Si bi...
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katarina
La Reina de Hielo de Kislev revolvió su té y escuchó pacientemente, su rostro no traicionaba ninguna emoción, excepto por las lágrimas que brotaban del rabillo de sus ojos.
"Tan pronto como desapareció, su majestad, nuestra gente se derrumbó en un instante"
Knyaz Dmitri Yuvulev, un noble demacrado y con cicatrices de batalla, contó sus experiencias.
"La moral entre los guerreros se desplomó: hubo deserciones masivas entre los kossars, e incluso entre los lanceros alados. La gente entró en pánico al escuchar las noticias... los atamanes le dijeron a su gente que abandonaran sus hogares y huyeran hacia el sur, y sin un ejército organizado para mantener orden, bandas de escoria kyazak saquearon nuestra nación de norte a sur, sin perdonar a nadie, desde Gospodar hasta Ungol".
El noble suspiró, alisándose el cabello hacia atrás.
"Incluso con la ayuda de las brujas del aquelarre Gris dirigidas por Lady Anastasia junto con los Druchii, Kislev cayó ante las hordas de los Elegidos en menos de una semana, y nuestra nación dejó de existir después de dos meses de resistencia desesperada. Mi incapacidad para defender mis tierras me avergüenza hasta el día de hoy, mi reina, pero Sabía que tenía que llevar a mi gente a un lugar seguro. No teníamos más remedio que refugiarnos en Dietershafen, donde un almirante imperial había tenido la amabilidad de permitirnos abordar sus barcos...algunos otros se quedaron a pelear junto a los elfos para darnos tiempo ..."
Bebió un trago de sus kvas antes de agachar la cabeza, con las manos sosteniendo su cabeza.
"Hemos perdido tanto... mi pobre Ludmilla..."
Katarina miró su bebida. Se había enfriado en sus manos, casi congelado.
"Veo....esta usted seguro de que Anastasia..está..."
El noble nego con su cabeza
"Hasta donde pude saber ella estaba reuniendo lo que quedaba del ejército en Praag pero las noticias acaban allí...
Levantó la mano y se secó los ojos con la manga.
"Tiene mis condolencias, su excelencia. Todos hemos sufrido pérdidas y todos compartimos su dolor".
"G-gracias, mi reina, eres muy amable..."
El hombre se limpió debajo de la nariz y se enderezó, reuniendo algo de su dignidad.
"Me duele vernos reducidos a esto... tener que depender de la bondad del Imperio. Uno debe preguntarse, ¿cuándo se acabará esta bondad?"
La zarina reflexionó sobre esto. Al final, ella negó con la cabeza.
"No. Eso es imprudente. Franz no se atrevería a abandonarnos, no cuando su Imperio está al borde de la destrucción total. Desde que los Gospodars hicieron las paces con nuestros vecinos del sur, nuestras naciones siempre se han mantenido juntas contra todo pronóstico. .. y me atrevo a decir que no hay nada en este mundo que pueda romper nuestro vínculo".
