Regalo

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Mientras las mujeres estaban disfrutando del día en el jardín, los hombres estaban preparándole una sorpresa a Thomas en el sótano.

Este último estaba más confundido que nada, sabía que iba a tener una "actividad especial" con sus parientes pero, en su vida, no hizo nada especial más que matar gente por órdenes de su familia.

No se imaginaba algo diferente en cuanto a su sorpresa.

Sea como sea, obedeció a todas las instrucciones que le dieron, bajó al sótano, donde comenzaba a escuchar risas y algo de alboroto.

Entrecerró los ojos ante la densa oscuridad y frunció el ceño al ver la pequeña lámpara de luz amarillenta que con trabajos iluminaba la escalera.

Con cada escalón que bajaba, las risas y el eco de los murmullos se hacía más intenso.

Ahí abajo, los hombres estaban formados unos al lado de otros, bloqueando algo con sus espaldas.

Algo que no querían que Thomas viera.

Ladeó la cabeza ante los rostros sonrientes que, usualmente, estaban con ceños fruncidos y con las bocas curvadas hacia abajo en gestos de desagrado o enojo.

Esto le estaba dando una combinación entre intriga y mala espina.

-Bueno, Bubba- habló Hoyt con un extraño buen humor que lo descolocó -Te has portado bien y has conseguido una pareja pero antes... queremos darte algo especial para celebrar eso y que acaba de pasar tu cumpleaños.

Apenas terminadas esas palabras, volvió el escándalo de risas y bulla entre ellos.

Para Tommy fue como escuchar a una enorme manada de Nubbins riendo y haciendo desastres.

Los mayores contaron hasta tres y todos se abrieron a los lados, dejando a la vista algo que perturbó al pobre chico.

Una mujer.

Y no cualquier mujer.

Una joven de cabellera azabache, o al menos así se veía bajo la falta de luz y por lo enmarañada que estaba.

Su bella piel blanquecina estaba llena de moretones, suciedad, rasguños y algunos cortes que aún sangraban.

Otras de sus heridas ya mostraban costras o sangre seca, lo que delataba que ya eran viejas.

Bubba se puso rígido al ver la cara de esa pobre muchacha.

Sus ojos grises estaban tan apagados que incluso parecían negros.

Su rostro estaba maltrecho, supuso que habían estado golpeándola hasta someterla, sus labios edtaban cubiertos por un trozo de cinta pero, lo que alcanzaba a ver de sus pómulos, estaban enrojecidos y tenía un corte justo en el derecho.

Tenía la nariz enrojecida, sus ojos estaban hinchados y la pobre emitía sonidos ahogadod que antes hubiera jurado que eran gritos.

Se veía muy mal.

La tenían vestida con un camisón para dormir, era exageradamente corto y estaba sucio, en sus inicios debió ser rosado con bordes blancos, ahora, era gris con partes marrones y negras.

La manera en la que lo miró...

Le había recordado a Harmony.

El solo pensamiento le revolvió el estómago y le dieron ganas de llorar.

-¿Qué dices, muchacho?- Hoyt le dio una palmada en la espalda, un intento amistoso de hacerlo reaccionar.

-Bonito regalo, ¿Eh?- uno de los hombres se soltó a carcajadas mientras sujetaba a la chica por las mejillas, sin preocuparse por ser cuidadoso.

My dear presentDonde viven las historias. Descúbrelo ahora