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Ese es mi número de marca en el recinto donde me criaron, llegué a los tres años y desde ahí comenzó mi educación.

En el mundo solo tenemos tres razones para existir.

Ser esclavas, sirvientas y comida.

A todas nos preparan para asumir nuestro papel. Diariamente los compradores más ricos y extravagantes escogen a las mejores para servirles de una manera u otra.

El recinto es cerrado por completo, nos dividen en habitaciones de diez y tenemos pequeños descansos de cinco minutos al terminar cada clase. En los recesos nos sacan a los jardines donde podemos sentarnos y ver el cielo azul.

Nunca nos dejan salir cuando llueve ya que podríamos enfermarnos y a los consumidores no les convienen las presas enfermas.

Dormimos ocho horas exactas ya que eso favorece nuestra piel y salud, según los cuidadores.

Nos tratan bien pero odio las pulseras que me hacen llevar en las manos.

"Es para que se acostumbren a los tratos de sus amos".

Decían.

Camino por el pasillo oscuro que conduce a la salida pero tan solo damos vuelta a la izquierda para entrar a la sala de juntas donde nos dan las noticias importantes.

Miro a la mujer frente a la ventana. Su vestido azul y cabello perfectamente recogido me recuerda la clase de personas a las que aspiramos servir.

-Bienvenida, Harmony- saluda con voz tranquila.

Inclino la cabeza colocando mis manos sobre las piernas.

-¿Deseaba verme, mi lady?-

-¿Qué día es hoy, dulzura?

Lo sabía de memoria pero era grosero no responder cuando me llamaban.

-Nueve de Octubre, mi lady- se mantuvo callada un momento mientras miraba a través de la ventana.

-Si no mal recuerdo, cumples diez y nueve años este mismo día. Ideal para darte la noticia- tan solo la miro pues si hablo sin que se me ordene me castigarán.

En ese momento se gira, detallándome con la mirada pero sin perder esa expresión seria, se acerca al escritorio y me extiende una bolsa grande de papel con lo que parece ser ropa dentro.

-Felicidades, Harmony- indica que la abra y eso hago -Hoy es tu cumpleaños y coincidió con tu fecha de extracción. Por favor ponte bonita, arréglate, viste decentemente y las cuidadoras te llevarán a tu destino.

Asiento con la cabeza pidiendo permiso antes de salir de la sala, camino por el pasillo de vuelta a mi habitación compartida donde me quito el camisón gris para reemplazarlo por un hermoso vestido blanco, zapatos del mismo color y me dejo el cabello suelto.

Me miro por última vez al espejo que tenemos para luego esperar en la puerta, donde las cuidadoras me esperan pacientemente.

Caminamos por el pasillo hasta la salida, un sueño que al fin se está cumpliendo. Es una lástima que dure tan poco...

Siempre soñé con un enorme campo lleno de flores y pasto verde, sin pulseras, sin collares, sin castigos. Solo yo y mi libertad.

Aunque me estaba engañando, sé perfectamente que lo que me espera allá afuera no son precisamente cosas buenas.

Si me toca un amo compasivo tal vez me use de alimento, de lo contrario solo alargará mis deseos suicidas.

Nos detenemos frente a una gran reja donde me quitan las pulseras pero me colocan un collar atado a una cadena negra en la parte de enfrente.

My dear presentDonde viven las historias. Descúbrelo ahora