Un propósito

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Los gritos súplicas y gemidos inundaban la cocina, Luda me había explicado a lo que se dedicaban y lo que hacían.

No me extrañó pues por algo me había comprado, sin embargo, mi mente daba vueltas en torno a la pregunta.

¿Por qué no me habían matado?

Mientras más lo pensaba, más me confundía el hecho de que siguiera aquí, ayudando en los quehaceres de la casa a cambio de un techo donde dormir, comida, agua y algo de calidez fraternal.

-Ya está la comida, ¿Puedes ir a avisarle a Bubba que suba a comer?- me miraba con esa amable sonrisa.

-Claro- camino a las escaleras y bajo estas una por una, sintiendo como la sangre se me hiela al saber que este pudo haber sido mi último vistazo antes de morir

La humedad del ambiente inunda mis fosas nasales acompañado de un aroma metálico y un hedor que apenas me es soportable al olfato.

Me detengo al ver como la imponente figura de Thomas sujeta a una persona con suma facilidad.

Trago saliva dando un paso al frente, llamando la atención del hombre con máscara que tengo a unos cuantos metros de distancia, este al principio no nota mi presencia pero cuando deja al chico sobre la mesa metálica da un suave respingo girando la cabeza en mi dirección.  

-Thomas- llamo con voz suave observando como se acerca a mí ladeando ligeramente la cabeza y dándome la impresión de que es como un niño -Luda Mae dice que ya está lista la comida, ¿Puedes subir?

Aquellos ojos negros se posan sobre los míos, no entiendo la razón pero no puedo apartar la mirada de la suya. Instintivamente me acerco cuando encorva la espalda para acercarse más a mí, quiero verlos mejor, mi corazón se acelera y mis manos tiemblan un poco.

¿Por qué esconde su rostro debajo de ese trozo de cuero? ¿Qué quiere ocultar?

Tomo con suavidad su mejilla, al parecer no se esperaba mi movimiento pues al sentir el contacto frío de mi mano en su mejilla agranda los ojos, atónito. Sin embargo se queda en su lugar y aprovecho para trazar su mandíbula, anotando mentalmente cada detalle de lo que me deja ver.

Sus rizos me parecen adorables, no puedo evitar colocar uno detrás de su oreja con cuidado pero este de inmediato da un paso atrás, soltando un suspiro ruidoso aún conservando sus ojos abiertos de par en par pero esta vez algo de pánico se vislumbra en ellos.

-¿Thomas?- hace un bufido indicando que suba con repetidos movimientos de cabeza -Por favor sube- pido al ver que se queda en su lugar -Por favor.

Finalmente suelta un suspiro resignado, encaminándose a las escaleras donde lo espero para que lleguemos juntos al comedor, donde el resto de los integrantes nos espera para comer.

-Ya era hora- bufa Hoyt algo irritado.

-Lo lamento- hablo llamando la atención de los adultos -Vi a Thomas muy concentrado y no quise interrumpirlo a medio movimiento- siento la mirada azabache sobre mí pero me obligo a mantener la postura relajada.

-Que considerada- halaga Luda con una cálida sonrisa.

La comida transcurrió algo callada por parte de los varones ya que la mujer se la pasó haciéndome preguntas acerca de los posibles platillos que podríamos hacer para el almuerzo del siguiente día.

Mi mente se hallaba perdida, si escuchaba las palabras que Mae-Mae decía pero mi cerebro no las procesaba, simplemente estaba en otro lado, en la oscura profundidad de unos ojos conocidos.

Aquellos ojos que me hipnotizan cada que los veo, aquella mirada imponente pero a la vez sumisa y tranquila.

Aquella mirada que pide a gritos la ayuda de alguien pero al parecer nadie la nota, nadie se da cuenta de lo que grita y comunica la mirada del chico callado tras esa máscara de cuero viejo.

My dear presentDonde viven las historias. Descúbrelo ahora