Mensaje XI

2 1 0
                                    

Extraño tus abrazos… Te diría extraño tus besos, tus labios, a tu boca que se movía al compás de la mía. Que extraño tus caricias, tus manos deslizándose por mi cara y mi cuerpo. Que extraño tu voz, como me cantabas, e incluso tu pelo despeinado cada mañana, pero por encima de todo extraño tus brazos y lo segura que me sentía en ellos.
Me sentía con una calma absoluta, en paz, tranquila, cada vez que me envolvías en un abrazo le decía adiós a las complicaciones, las preocupaciones, dejaba ir todo, la carga de mis hombros se esfumaba.
Extraño la calma que sentía al abrazarte. Sin embargo, ya no puedo hacerlo.
Y desde lo más profundo de mi corazón te digo que no olvides abrazar a alguien y más aun a las personas que son importantes para ti, porque no sabes cuándo puede ser la última vez que lo hagas.
Te veo y siento la necesidad de correr hacia ti, pero simplemente no puedo.
Para ti fue tan sencillo marcharte cuando para mí ha estado siendo una tortura dejarte atrás.
Me dijiste adiós cuando apenas yo pronunciaba un ‘buenos días amor, que tal has despertado’ 

Traté de buscarle un significado a tu partida, explicar porque me dejabas así. Pero supongo que cuando una persona quiere irse, lo hace y ya está. Tal vez me dejaste de querer, o tal vez nunca lo hiciste, ya que cuando uno ama a alguien de verdad no lo deja ir tan fácilmente por más contratiempos que existan.
O tal vez llevabas mucho por dentro y te cansaste de aparenta. O no querías hacerme daño con tus miles de actitudes molestas cuando algo no te gustaba. O tal vez te sentías inseguro y no me querías engañar, ya que yo creía que era importante para ti. Tal vez cumpliste tu cometido de estar conmigo pero no de seguir por el resto de mis días.

Ya te fuiste, no pasa nada.
Te vi renunciar a mí, como me enviabas esos mensajes sin ganas todos los días, te vi perder el poco interés por mí y vi cómo te alejabas de mi vida y yo no podía hacer nada porque así lo decidiste. Pero tranquilo, claro que estoy bien.
En el fondo sabía que algo así iba a pasar.

Solo te pido una cosa. No digas que no te quise, porque intente entender aun cuando me seguías lastimando. Traté de justificar tus acciones, pero ¿a quién quiero engañar? Quiero tratar de creer que no teníamos más opción que romper, que no había otra solución.
Pero si la había, con la comunicación se puede llegar a todo, pero se necesitaba más tener mucha más comprensión, porque puedes decir lo que quieras, pero si la otra persona no está dispuesta a entender, todo seguirá siendo un caos; aun así solamente no lo queríamos hacer más difícil y actuamos como los niños que éramos. Al final somos solo dos adolescentes aprendiendo a querer. 

Nunca lo dije, pero tu mirada y tu sonrisa le daban brillo a mi jodida vida.
Las cosas cambian, los sentimientos cambian, pero los recuerdos siempre serán los mismos.
Y no te puedo odiar, porque tus recuerdos a mi lado me hacen seguir sonriendo.
Te extraño a ti, pero también extraño a la persona que era yo cuando estaba contigo.

Me rompiste el alma y aún sigo pensando que eres lo más bonito de este mundo.
Y no llegas a conocer realmente a una persona hasta que intentas amarla.
No te culpo, te hace falta mucho amor.

Aún me siento seguro de que si te viera en diez años por la calle, mi corazón aún se aceleraría.
Ya que me podre despedir de ti una y mil veces más. Pero seamos realistas, no sé cómo irme. Ni siquiera quiero hacerlo.
Porque sigo pensándote inconscientemente y deseando que todo te vaya como pedias, porque te apoye desde tus inicios y duele saber que no voy a estar para ver tu victoria y mostraste que valía la pena y no me equivoque en amarte.
Porque me dolió el corazón de una manera en la que nunca antes había dolido y entendí que te quise como nadie más.

Espero que todo te salga bien, yo de lejitos me alegro por ti.
Supongo que eras el amor de mi vida, más no el amor para mi vida.

Mensajes que nunca envié Donde viven las historias. Descúbrelo ahora