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La casa se veía descuidada por fuera, cuando nos abrieron pude ver que el interior se miraba diferente. Parecía un pequeño hospital privado.

No había muchas personas, si acaso vi unas diez durante todo el trayecto que avanzó Kashimo conmigo en brazos. Llegamos a una habitación al fondo, ahí había una cama de hospital desocupada, por lo cual me dejó en ella.

—Espera aquí —abandonó el cuarto lo más pronto posible. Casi un minuto después, entró una mujer delgada con cabello castaño que vestía una bata de doctor.

—Tú debes ser Alice —cerró la puerta, quedando conmigo a solas—. Soy Shoko, tu doctora particular, voy a tratarte esa herida del rostro —asentí sin emitir sonido, quedándome quieta en lo que ella hacía su trabajo.

—Tendré que suturar una parte de la cortada. —habló mientras seguía colocando anestesia local, así no sentiría mucho el proceso de curación—, pero no te preocupes, será algo pequeñito.

Con sumo cuidado comenzó a coser el lado que necesitaba cerrarse. Cerré los ojos para no ver, las agujas me ponían nerviosa y tener una cerca del rostro era peor.

Estábamos en completo silencio hasta que la Doctora decidió hablar.

—¿Puedo preguntar cómo es que terminaste con una herida así en el rostro? —cuestionó sin dejar la seriedad de lado, significa que no estaba al tanto del incidente.

—¡El idiota de Kashimo me lastimó a propósito! —respondí enfadada de solo recordarlo. Shoko se detuvo y abrió los ojos con sorpresa, mirándome de manera atenta.

—¿Kashimo? —preguntó incrédula, sus cejas me lo confirmaban.

—¡Sí! Él —afirmé sin dudar.

—No puede ser cierto lo que dices —continuó con la sutura—, debe haber sido algún accidente —la interrumpí por tal comentario.

—¡No! —exclamé disgustada, perdiendo poco a poco la paciencia que había dentro de mí—. Ese idiota cortó mi cara con un maldito cuchillo porque me odia; ahora estoy aquí con una herida que de seguro dejará una fea cicatriz.

—Terminé de suturar —habló con una pizca de despreocupación. Se levantó con el propósito de alejarse y darme espacio—. No va a dejar cicatriz siempre y cuando sigas mis cuidados e indicaciones —se quitó los guantes para luego echarlos en el pequeño cesto de basura—. Y lo de Kashimo sigue sin tener sentido.

—¡Te estoy diciendo que él lo hizo! —me señalé la mejilla con notoria obviedad—. Ese maldito loco, ¡nadie más!

—Alice, si no fue un accidente y fue a propósito, entonces dudo de que haya sido Kashimo —aseguró, haciéndome ver como una mentirosa.

—Fue él —respondí irritada por sus afirmaciones—. No me crees porque lo conoces, ¿verdad? —fue la explicación más lógica que encontré, ya que ella no estuvo en el momento en que me agredió aquel idiota.

—Por ese motivo te aseguro que… o no fue él… o no lo hizo a propósito —me miró neutral, manteniendo la misma postura—. Y estoy un doscientos por ciento segura de ello.

—¡Es que sí lo hizo con toda la intención! —respondí molesta. No podía creer lo difícil que era convencerla de lo evidente—. Todo porque el imbécil creyó que iba a delatarlo cuando en realidad yo solo iba a casa… —me callé al darme cuenta de que estaba contando más de lo necesario, mi vida personal no era problema suyo ni de los demás—. Dejemos esto, no quiero hablar de él.

Parecía analizar mi expresión con detenimiento sin llegar a lo fijo, al final no dijo nada más sobre el tema. La mujer regresó al sitio donde estaba antes para terminar de curarme el corte, puso una gasa en mi mejilla cuando finalizó.

In The Shadows | Hajime Kashimo (LIBRO 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora