Capítulo 33: La intriga

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Five Hargreeves

Me encuentro en la sala, observando cómo mis hermanos se divierten mientras me sirvo una pequeña copa. Desde que viví ese momento, mi mente no ha dejado de atormentarme.

Al mirarlos, inevitablemente revivo la imagen de mis hermanos yaciendo sin vida en el suelo, entre escombros y bañados en sangre. El reloj avanza, y me queda como un mes para evitar que esa tragedia se repita. Sin embargo, las pistas que encuentro no parecen conducir a ninguna parte. Cada día trato de armar el rompecabezas, sintiéndome cerca de la verdad, pero mi mayor temor es no lograr resolverlo a tiempo.

Por eso, a menudo evito mirarlos directamente a los ojos; un flashback de su imagen me desconecta, devolviéndome a la cruda realidad de la cuenta regresiva. Sin embargo, con T/n es diferente, ya que a ella no la vi. Aunque la busqué intensamente, agradezco en parte no haberla encontrado, ya que sinceramente no habría resistido verla así.

Hablando de ella, ya hace un rato que salió, así que no debería tardar en regresar. Me pongo de pie y siento que el alcohol me afecta un poco, pero estoy consciente. Esta vez decidí moderarme un poco, aunque la idea de ahogarme en alcohol y olvidarme por un momento de lo que nos espera no suena tan mal.

Aunque no lo admita abiertamente, el miedo se apodera de mí. Tengo temor de fallarle a mis hermanos, miedo de decepcionarla a ella; no me lo perdonaría.

Parece que, al final, soy su única esperanza, y siento la pesadez de esa responsabilidad.

Escucho la puerta principal abrirse y T/n entra apresuradamente.

—¿Y los hielos? —pregunta Diego, pero ella lo ignora por completo.

—Hola, linda. —le digo mientras pasa por mi lado, pero también soy ignorado.

Algo claramente no está bien, así que decido seguirla.

—Oye, ¿todo bien? —le digo mientras la sigo, y de manera sorprendente, parece que no he tomado ni una gota de alcohol. La preocupación que siento ahora reemplaza al efecto del alcohol en mi cabeza.

Hasta donde yo sé, no he hecho nada para que se moleste conmigo, ¿o si?

—Ah, sí, solo... necesito dormir. —me dice sin voltear a verme, y antes de que ingrese a su habitación, la jalo del brazo.

—¿Qué pasa? Me estás preocupando —le digo mientras ella intenta voltear su rostro, cubriéndolo con su mano.

—Suéltame, Five, quiero dormir, eso es todo. —me dice con un evidente tono molesto.

Observo lo que está haciendo y bajo su mano de la cara; un escalofrío me recorre el cuerpo.

—Eso... ¿eso es sangre? —le digo mientras intento acercar mi mano a su nariz, pero ella se aleja.

—De vez en cuando, mi nariz decide sangrar de la nada. ¿Satisfecho? Ahora, déjame tranquila. —me suelta con fastidio antes de dirigirse a su habitación, y yo simplemente me teletransporto adentro.

Claramente, mentir no es su fuerte.

—No me vengas con cuentos. Dime quién demonios fue el idiota que te golpeó. —le exijo, acercándome con determinación, para después cerrar la puerta con seguro.

—Nadie. Solo sal de mi cuarto, por favor. —me ruega.

La observo detenidamente a la luz de su habitación, y puedo ver claramente las marcas de lágrimas en su rostro. Es evidente que la han lastimado. Aprieto la mandíbula, irritado, especialmente conmigo mismo por no haber estado ahí para defenderla.

—¿Fueron los tipos de blanco? ¿Uniformados, tal vez? O... ¿una mujer? Por favor, dime algo, por el amor de Dios. —le pido, tomándola de los hombros.

Te necesito más que a mi café || Five y T/nDonde viven las historias. Descúbrelo ahora