Capítulo 52: Un poco de confianza nunca viene mal

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Vier. 03. 12. 2021

T/n Sparrow

Camino con los zapatos completamente enlodados, la lluvia ha hecho de las suyas y, francamente, ya ni me importa. Mis pies parecen hundirse en el barro con cada paso.

Lo bueno es que en la cabaña pude encontrar repuestos de uniforme. Cuando los dejé ahí hace tiempo, jamás pensé que los volvería a necesitar, y mucho menos que estarían limpios. La falda me aprieta un poco, como si mi cuerpo hubiera cambiado demasiado en estos meses, pero eso es lo de menos ahora. Lo importante es que tengo ropa nueva.

Antes de irnos, guardé algunas cosas que iba a necesitar en una maleta desgastada. Five prácticamente me obligó a dejarlo llevarla, insistiendo con esa terquedad tan característica suya.

Lo observo de reojo, cargando la maleta como si no pesara nada.

A veces no sé si agradecerle o molestarme por su personalidad.

Vuelvo la mirada al frente. Five y Klaus van unos pasos adelante, hablando en voz baja. No alcanzo a escuchar lo que dicen, y tampoco siento que me interese realmente.

De repente, recuerdo que Five puede teletransportarse. Es casi gracioso verlo caminar como un mortal más. Antes le sugerí que se teletransportara al hotel para traer otro auto, pero me respondió con su típico sarcasmo que "no es así de fácil" y que dejara de ser "demasiado floja".

Five voltea a verme y me regala una pequeña sonrisa que yo evito al instante desviando la mirada. Me molesta que piense que después de lo de ayer se ha ganado mi confianza.

Soy una completa tonta, pero no pude evitar llorar y eso es lo que más me enoja. Anque debo vivir con esto, pues fue mi culpa.

Yo los maté.

Maté a mis padres.

La muerte de mis padres fue mi culpa y voy a cargar con ese peso el resto de mi vida.

El remordimiento me consume, pero mis pensamientos son interrumpidos por la voz entusiasta de Klaus.

—¡Ah, el olor de la naturaleza! —exclama, levantando la voz y extendiendo los brazos como si quisiera abrazar el bosque entero—. Los árboles, las flores, el canto melodioso de los pájaros... ¿No les parece el lugar perfecto para meditar y encontrarse a uno mismo? ¿A ustedes no les resulta relajante?

Five responde mientras se sacude una rama del hombro: —Dejando de lado mis pies embarrados de lodo, los mosquitos usando mi piel como buffet y este frío que me cala los huesos... Sí, claro, totalmente relajante. Un verdadero paraíso.

No puedo evitar que se me escape una pequeña sonrisa. He de admitir que Five tiene razón, yo pienso exactamente lo mismo.

—¿Tú qué opinas, T/n? —me pregunta Klaus.

—¿Cuánto falta para llegar? —pregunto, pues es lo único que me interesa saber después de estar como veinte minutos caminando, si no son más.

A ver, no es que sea una floja total ni nada, pero tampoco es que me gusten tanto estas caminatas. De hecho, soy un desastre en los entrenamientos de correr, casi siempre soy de las últimas. Y encima, no haber dormido casi nada anoche no me ayuda para nada.

—A este ritmo, yo diría que unos veinte minutos más. Aunque podríamos llegar antes si cierta persona —Five mira de reojo a Klaus— dejara de detenerse cada dos pasos para recoger hojas.

—Que tú no sepas apreciar los dones de la madre naturaleza no es mi problema, querido Five —responde, agitando una hoja frente a la cara de su hermano—. Esta preciosidad de aquí es una auténtica bendición. Imagina las infusiones que podré preparar.

Te necesito más que a mi café || Five y T/nDonde viven las historias. Descúbrelo ahora