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NARRADOR

—che, tenes ropa buenisima acá y siempre te veo con lo mismo—habló Thomas agarrando una sudadera blanca como pintada de graffiti rosa—esta está copada

Después de al menos casi tres semanas conviviendo juntos se habían decidido a colocar las cosas de Maia en el armario, no lo habían hecho porque uno era más pajero que el otro y cuando se trataba de ropa Maia vivía con la de Rusher

Maia giró la cabeza de la pequeña maleta de donde sacaba ropa y sonrió nostálgica al ver esa sudadera

—si, esa la pintamos mi hermano y yo hace años, nos quedo linda

Thomas se quedó callado ante la mención de su desconocido hermano,  no sabía nada de él pero sabía que era un tema delicado para Maia

Lo único que logró saber fue que se dejaron de hablar porque él le traicionó, nunca le dijo como. También sabía que habían discutido por Ignacio el mismo día que ella se fue, porque él le estaba advirtiendo pero ella como una boluda enamorada no le hizo una mierda de caso

—Mai

—decime—respondió mientras cerraba la maleta y la guardaba en un bajo del armario

—no es por metido, y si no queres responder no pasa nada pero... ¿qué pasó con tu hermano y tú?

Sabía que la había cagado al momento en el que vio como su espalda se tensaba y sus manos se apretaban en los puños de su buzo, Thomas dejó el buzo en la cama y se acercó a abrazarla por la espalda

—no pasa nada si no queres responder, culpa mía, no tenía que preguntarte, lo siento—se disculpó el morocho obteniendo un silencio de la rubia

—no pasa nada, algún día tendría que contártelo igualmente, no puedo vivir reprimiendo eso toda la vida—Maia se giró aún en brazos del morocho y se abrazó a su torso—deja que me prepare mentalmente y te lo cuento a la noche 


Los dos se quedaron abrazados el uno al otro durante un largo tiempo, solamente en paz y lo único audible era la música que tenían puesta

Pero claro, no podía ser todo tan bonito

El timbre se escuchó repetidas veces y acto seguido varios golpes a la puerta, incluso se escuchaban algunos gritos de:

—¡THOMAS ABRE LA PUERTA QUE NO TE QUIERO ENTRAR A ROBAR!

—¡Amor no grites así!—regaño Emilia

Thomas suspiró y a Maia se le escapó una risa, la rubia dejó un beso en la mejilla del morocho y para desgracia de los dos rompió el abrazo

—dale, ve a abrir al Duko antes de que tire la puerta, yo guardo lo que queda

Mientras Maia colgaba en el armario lo que quedaba, Thomas le dio una última mirada y se encaminó a la entrada para abrirle la puerta a sus dos amigos

—¡che porfin loco! ¿Se pensaban que veníamos a afanar o que?

—ni nos diste tiempo a abrir, pelotudo

—¿donde está Maia?—preguntó Emilia antes que los dos morochos se pusieran a discutir

—en la habitación, estábamos ordenando la ropa y esas boludeces—aclaró Rusher, a lo que Emilia separó su mano rápidamente de su pareja y corrió hacia la habitación

𝑽𝑶𝑺- 𝑹𝒖𝒔𝒉𝒆𝒓𝒌𝒊𝒏𝒈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora