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NARRADOR

Mauro abrió la puerta de La Casa y prendió las luces al ver que no había nadie. Maia repaso visualmente el living y la cocina mientras caminaba, Thomas le había contado cosas de La Casa pero nunca que era tan bonita

Se abrazó a si misma cuando le recorrió un escalofrio debido al frío que hacía, Thomas acarició su brazo y se ubicó justo en frente de ella

—¿queres que vaya a buscar algo de ropa al depto?—Maia negó

—no, tranquilo. Tengo experiencia aguantando el frío

—las bolas Mai, mirá si ahora te enfermas, lo que faltaba ya. Voy a ver si hay ropa arriba y así les dejo un rato solos para que hablen—Thomas vio hacia Mauro, estaba sentado en el sofá del living con la mirada perdida—lo necesitan

Tomó las mejillas de Maia y dejó un suave beso en sus labios provocandole una sonrisa y un leve sonrojo, él paso su mano por su cabello, el cual se había desatado en el auto, y subió hacia las habitaciones para buscar algo de ropa

Maia tomo aire armandose de valentía y caminó hasta sentarse a un lado de su hermano, subió sus piernas al sofá cruzandolas como un indio y se acomodó viendo hacia él

—entonces ¿están juntos?

—podemos decir que si, pero en realidad aún no somos nada—alzó la mirada cruzandola con la de su hermano

—es complicado de asimilar, no me lo esperaba. ¿Como se conocieron?—Maia suspiró

—hace falta muchas cosas para llegar al momento en el que nos conocimos

—para vos tengo todo el tiempo del mundo, Mai, quiero volver a ser lo que éramos antes—sinceró Lit—no tenes una idea la falta que me hiciste

—entonces ¿por qué no volviste a buscarme?—preguntó Maia dolida

—lo intente durante cinco meses, al ver que no respondías me rendí. Todos los días miraba la cuenta de Ignacio a ver si subía algo con vos, pero nunca lo hizo, era como si no existieses. Hoy mismo te escribí, te dije si podíamos hablar, poco después me llamaron del hospital y no dude nada en ir corriendo

Maia tomo aire conteniendo sus lágrimas, "basta de llorar pelotuda, se fuerte" se dijo a si misma

—pasaron muchas cosas... demasiadas. Solo mira

Ella le tendió sus muñecas, las cuales tenían un permanente círculo rojo al rededor de ellas junto con algunas manchas indicando la desgastadez de la piel, esto fue fruto de las millones de veces que Ignacio la agarraba o la esposaba para sus supuestos juegos

Mauro tomó sus muñecas y con cuidado pasó un dedo por una de ellas haciendo que a Maia le recorriese un escalofrio y cerrase los ojos recordando esos momentos, se volvió a repetir mentalmente que no llorara y abrió los ojos

—Mai, yo...—ella lo interrumpió

—no, espera

Apoyo uno de sus pies en el suelo y remango el tejano hasta su rodilla. Su tobillo tenía las mismas marcas que sus muñecas y por su pierna se podían ver distintas marcas como moretones o quemaduras. Perdía la cuenta de la de veces que Ignacio apagaba los porros en su piel, seguramente nunca acabaría de contar las marcas

𝑽𝑶𝑺- 𝑹𝒖𝒔𝒉𝒆𝒓𝒌𝒊𝒏𝒈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora