-Quiero tocarte, Hirano-san.- Entiendo que los de primer año tengan las hormonas alborotadas pero ¿esto es demasiado no?
Historia basada en el manga del mismo nombre.
¿Cómo comenzará a florecer esta nueva pareja? ¿Qué obstáculos se encontrarán al...
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Era un frío y ventoso día de invierno en el campus universitario. Las calles estaban cubiertas de una fina capa de nieve y el aire estaba lleno de un ambiente festivo. En una de las residencias estudiantiles, Taiga y Akira, se encontraban en sus habitaciones, empacando sus cosas para irse a casa durante el receso invernal.
—Kagi-kun, tengo que irme. — respondo mientras siento como Kagiura toma mi brazo y se niega a soltarme. — Sabes que tenemos que volver a nuestras casas en el receso. — Kagi-kun hace una mueca de disgusto sumamente tierna.
— No quiero que Hirano-san se vaya. — responde nuevamente negado a la idea de dejarme ir. Siempre tenemos este problema, cada vez que tengo alguna excursión, salida o vuelvo a la casa de mis padres. Hace pucheros hasta que finalmente me deja ir pero prometiendo que no tardaré en volver.
— Moriré si Hirano-san se va de mi lado — Un suspiro escapa de mis labios. Le di un suave toque en la cabeza y seguí ocupándome de mi equipaje.
Lo miré detenidamente y noté que tenía pequeñas lágrimas en los costados de sus ojos verdes. Al darse cuenta que lo veía, se engulle entre las almohadas como signo de protesta.
Una sonrisa se escapa de mis labios al contemplar lo adorables que son sus arrebatos.
Mientras tanto, escucho como suena mi celular. Es mi madre al otro lado de la línea.
— ¿Hola? —Contestó el teléfono. Pongo en altavoz la llamada para poder seguir ordenando mi valija.
— Hola, Hola Taiga-chan ¿me estás escuchando? —
—Si, mamá. — respondo con calma. Mientras guardo mi chaqueta preferida con estampado de dragón.
—Oh querido, te quería avisar que no estaremos en casa estos días. A tu padre se le asignó un trabajo a última hora y tenemos que viajar — explica mi madre.
No me sorprende esta noticia, mis padres siempre estaban ocupados viajando, así que apenas los veía. Desde mi infancia, me tocó arreglármelas solo la mayor parte del tiempo. Por eso no es de extrañar que cada invierno me la pasara solo en los apartamentos, porque ellos no se aparecían para esas fechas o cambiaban de opinión cuando volvían a Japón.
A pesar de ser hijo único, la verdad es que tengo pocos recuerdos de momentos en familia, porque casi nunca estaban en casa por trabajo.
Al principio fue difícil lidiar con esta falta de conexión familiar, pero aprendí a adaptarme y a buscar mi propio camino. A medida que fui creciendo, me volví independiente y aprendí a confiar en mí mismo para enfrentar los retos del día a día.
Menos mal que no estaba completamente solo. Con el tiempo, logré hacer amistades sólidas que se convirtieron en una especie de familia para mí. Entre ellas, destaco a mi kohai, quien ha estado a mi lado y se ha vuelto alguien muy especial para mí.
Mientras escucho la noticia, veo cómo Kagi-kun sale de su escondite de sábanas, interesado en la conversación.
— ¿Te molestaría quedarte con algún compañero hasta que volvamos? — pregunta al otro lado de la línea.
No tengo que ni mirar en su dirección. Kagi-kun da un salto en la cama y responde rápidamente: — Él puede quedarse conmigo, Sra. Hirano. —
Escucho la risa de mi madre al otro lado del teléfono.
—Hola Akira-kun— saluda mi madre. — ¿No te molestaría que Taiga-chan se quede contigo unos días? Así Taiga-chan no se queda aburrido en los departamentos del campus. —
— ¡Para nada! Me gustaría que Hirano-san se quede conmigo en este receso. —
— Oigan, estoy aquí. — reprochando a ambos. — No dije que sí aun. —
— Si, pero tendrás que aceptar quedarte con Akira-kun. En cuanto volvamos del viaje te avisaremos. Adiós y diviértanse. — se despide mi madre animadamente entre risas.
Suspiro nuevamente. No podría describir la felicidad reflejada con el rostro de Kagi-kun en este momento.
— Pellízquenme si esto es un sueño. — añade Kagi-kun. Pellizcando sus mejillas frenéticamente.
Suelto una ligera risa. Lo golpeó suavemente en su hombro.
— Entonces nos dirigimos hacia tu casa. — su sonrisa se amplía aún más. — Kagi-kun, cuento contigo. Cuida de mi. — expresó finalmente.
