Cosa de chusma

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No sé si será de cosa de chusma, pero me gusta mirar las ventanas del edificio de enfrente.

Los arquitectos de ese edificio y del mío deben ser primos hermanos porque sus diseños son muy parecidos. Y no digo idénticos porque el marco de sus ventanas son color verde pastel y el de las de acá son gris oscuro. 

El caso es que delante de mi ventana hay otra ventana, pero mientras mi vidrio es traslúcido, el suyo es borroso. Una buena medida de privacidad, pero me impide ver con claridad los movimientos de mis vecinos. 

Según yo, es la ventana de la cocina porque las paredes parecen estar recubiertas de azulejos y casi en el techo hay un spar. Dentro, las luces siempre están apagadas y me resulta extraño porque cada tanto veo la sombra de dos personas deambulando por ahí. ¿Acaso no se chocan? ¿Cómo hacen para encontrar el encendedor y prender la hornalla? 

Nos acostumbramos a tomar el mate frío. Ya no intentamos poner la pava, sino que la llenamos con el agua de la canilla. Tratamos que nuestra estadía en la cocina sea veloz porque se nos eriza la piel cuando notamos que los dos ojos brillosos nos están observando desde la ventana del edificio de enfrente. No recordamos cuándo empezó a acecharnos, pero ni el film borroso de la ventana evita que nos intimide su mirada. ¿Qué quiere de nosotros? ¿No le es suficiente el temor que nos provoca? Mi pareja y yo nos la pasamos chocándonos tratando de huir de la cocina cuando ya nos sentimos observados. 

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