Capítulo V: Miradas

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Terminaron pasando más días en los que Kocoum decidió hacer caso a las órdenes del Jefe Powhatan y no acercarse al campamento blanco.

No habría mucho problema durante algún tiempo, pues habían saqueado bien los graneros la última vez, y eso les daría un poco más de recursos para supervivencia. Además, Kocoum había estado cuidando de su propio huerto, no dudando ni un segundo en compartir lo que tenía con su gente.

Sin embargo, las cosas no podrían permanecer así por mucho tiempo antes de que llegara el invierno. Él lo sabía. El tiempo de siembra y cosecha se estaba acabando y las lluvias eran cada vez menos frecuentes, el clima más frío y el panorama no muy prometedor.

Se encontraba él en su choza, sentado en el piso mientras con su cuchillo de obsidiana cortaba y tajeaba un pedazo de madera, dándole forma de una pequeña liebre.
Dado que no se le tenía permitido luchar ni acercarse a los blancos, pasaba el tiempo cuidando de sus sembradíos, explorando al rededor o simplemente haciendo figurillas de madera. No le agradaba mucho (y era bastante tosco al hacerlo) pero de esa forma al menos se evitaba problemas.

Un lamento lejano le hizo parar de repente.

- ¡La princesa se quema! ¡La princesa se quema!

Inmediatamente se levantó y corrió en dirección al grito lastimero que salía de las cabañas más alejadas a la tribu. Era el sitio donde estaba Pocahontas en cama, siendo atendida en lo posible debido a su fiebre.
Su nodriza, Napama, estaba sollozando a la entrada de la casucha, cubriendo su arrugado rostro con las manos. Fue entonces que Kocoum, como un venado, llegó rápido en su ayuda, tomándola de los hombros firmemente.

- ¿Qué es lo que ocurre? ¿Qué tiene la princesa?

Napama levantó sus ojos llorosos, tratando de mantener la compostura mientras suspiros y quejidos se escapaban de su débil pecho.- Esta ardiendo... me pide agua, y dice que tiene frío, pero no encuentro más que hacer...

El joven miró con impotencia la cabaña, sabiendo que nadie más que Napama y el cacique tenían permitido entrar, ya que corría el riesgo de contagiarse.
Volviendo sus ojos a la nodriza, Kocoum trató de reconfortarla antes de ir y avisar al Jefe Wahunsunacock.
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Mientras tanto, en el campamento de los colonos ingleses, las cosas habían vuelto a su habitual paz y tranquilidad.
No había recibido nuevos atracos por parte de la gente algonquina, y eso era suficiente, al menos hasta que pudieran necesitar algo más de ellos.

Lady Marianne se encontraba en su cabaña, haciendo un pequeño puchero mientras se dedicaba a pintar con sus acuarelas en un pequeño lienzo de su maletín.
Estaba algo molesta.

- ¿Por qué no puedo salir?

- Marie, ya te lo dije, andar por ahí, fuera del campamento es peligroso. Ya tuvimos indios metiéndose aquí, robando nuestra comida, no quiero imaginarme qué pasaría si llegarás a toparte con uno de ellos.-

Lord Daniel trataba de explicarle a su prometida los riesgos de dejar el fuerte. Ella había insistido en querer explorar las afueras, y su espíritu aventurero en más de una ocasión trató de burlar a la guardia y salir por su cuenta, pero la había atrapado un par de veces y ahora estaba "confinada" en su habitación.

- No pueden ser tan malos...- replicó ella, dando pequeñas pinceladas en su lienzo.- Si quisieran hacernos algo malo de verdad, no se habrían limitado a robar la despensa, ¿o sí? Además, John dijo que-

- Oh, ¡Bah! No me vengas con las tonterías de John Smith, Marie. Todos en la corte sabemos que se trata de un mamarracho sin remedio. Mira que ir a meterse con una de esos... bichos.

Garra de Oso, Ciervo del Bosque [Pocahontas FanFiction] // Kocoum x OC Donde viven las historias. Descúbrelo ahora