Cuando la emoción por haber recuperado parcialmente a su princesa se disipó entre los nativos, el cacique les instó a dejar descansar a Pocahontas, dejándola sola con su padre, el Jefe Wahunsunacock. Marie, que vio como todos salían de la cabaña, les imitó, saliendo de última.
El semblante de los pieles rojas era mucho más pacifico y confortable ahora. Sus ojos, tan feroces y brillantes como los había visto Marianne en un principio, ahora se veían apaciguados por la tranquilidad y la esperanza de que pronto la hija de su líder y con ello, el espíritu de la propia tribu, estuvieran bien. El cacique, que estaba maravillado con la extraña magia de la medicina europea, se acercó entonces a la mujercita blanca, quitándose un colgante del cuello y extendiéndoselo.
Marie, que no comprendía del todo aquel gesto, solo le miró confundida.
- Paehtāwāēwesew... Kepiihcihi inenie...- Insistió el anciano, tendiéndole el collar, con una tenue sonrisa. Marie no comprendió una sola palabra, pero sintió que debía responder al menos a través de la acción. Esperando hacer bien, tomó el collar con cuidado, haciendo una reverencia de vuelta. El cacique se limitó a inclinarse también.
En ese momento, fueron interrumpidos por Lord Daniel, que junto a Samuel, se había quedado sentado en el tronco, esperando. Marie escondió bien su peqeuño regalo.
- ¿Qué ocurrió?- preguntó sin poder esconder su impaciencia. - ¿Todo está bien?
- Ella va a estar bien.- Dijo Marie con una ligera sonrisa, volteando hacia el.- Si sigue con el tratamiento, a las pocas semanas podrá recuperarse por completo.
El cacique, algo más desconfiado de Lord Daniel que de su mujer, se apartó disimuladamente, mirando con recelo al inglés que ahora acaparaba a la chica.
Ella, no obstante, con cierto brillo en la mirada, se acercó emocionada a él, como si quisiera susurrarle algún secreto que no podía guardar para ella sola. - Daniel, ¡ella puede entenderme!- ¿Marie?
- ¡Sí! Cuando entré, ella me dio las gracias en nuestro idioma. ¡Es sorprendente!
- Así que es cierto...- pensó para sí mismo Lord Daniel, que ya había escuchado de parte del mezquino John Smith y varios de sus hombres que la princesa Algonquina era capaz de hablar su lengua. Esto representaba una maravillosa ventaja, pues al menos podrían comunicarse con los nativos de una mejor manera y así expresar sus siguientes demandas. Más interesado por esto que por otra cosa, sus ojos se volvieron a Marie.
- ¿Le dijiste algo?- preguntó, genuinamente atento a su respuesta.- ¿Ella te dijo algo a ti?
- Solo me agradeció. Estaba muy débil todavía, no quise hacerla hablar demasiado...
- ... Bien. Al menos tenemos a alguien que nos servirá de traductor.- Suspiró Daniel, resignado a que tendría que esperar a que la princesa Powhatan estuviera en mejores condiciones.
Samuel, que se había quedado atrás en el tronco, se acercó, harto de esperar a que alguien llamase por su presencia.- ¿Podemos irnos ya?- Preguntó, impaciente. Refunfuñaba, mirando de soslayo a los pieles rojas cerca de la cabaña.- No quiero estar aquí más de lo necesario, Lord Daniel.
La noche se hacía como una sinfonía de grillos y cigarras que tocaban todos juntos en unísono. Sus trinos no eran estridentes, como el cantar de un gallo, sino que sonaban con la sutileza de un ulular. Las estrellas se asomaban en un cielo despejado, reluciendo brillantes, escudriñadas por las copas de los cipreses, que parecían rendirles tributo. Aparentemente, solo Marie se daba cuenta de este maravilloso escenario, pues Daniel y Samuel se disponían para partir, iluminados por antorchas.
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Garra de Oso, Ciervo del Bosque [Pocahontas FanFiction] // Kocoum x OC
RomanceLady Marianne es enviada a América junto con su prometido y futuro esposo, Lord Daniel McKingley, encargado de dirigir la construcción de la nueva villa de James Town. Al desembarcar en la costa, ambos guardan distintas expectativas sobre su estanc...