Capitulo 4

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Peter

Entro a un edificio donde el primer piso es un gimnasio, la segunda planta hay salones con mujeres haciendo yoga y el tercero hay un salón de baile. Busco el que se tenga merengue y veo a de espalda una cabellera roja con un top deportivo y una licra deportiva que moldea su trasero y sus piernas a la perfección.

Me quedo en el marco de la puerta viendo fascinado la manera en que mueve su cuerpo al son de la música, se da la vuelta quedando frente mí e inmediatamente quedo hipnotizado con unos ojos color verde rodeados de un azul profundo, sus largas pestañas hacen que parezcan de cristal.

Ella no sonríe solo me ve y sigue bailando como si no ha pasado nada, me es imposible dejar de verla es adictivo. La clase termina y todas comienzan agarrar sus cosas incluyendo Lissa.

Se acerca a mí con una botella de agua en la boca y un bolso en su hombro, no puedo dejar de ver sus hipnóticos ojos.

-¿Estas hipnotizado o estás pensando en cómo matarme?

-La segunda opción.

-Entonces me tendré que sentir decepcionada porque mi hipnosis no pudo atraparte.

-No deberías, recuerda que la muerte está a una sola vista.

-Me parece haber escuchado eso antes – dice sonriendo.

El brillo de sus ojos cuando sonríe es increíble y me deja perdido en su mirada robándome el aliento y acelerándome el corazón.

-Vamos – digo dándole la espalda y caminando sin detenerme a esperar si me sigue o no.

Al llegar abajo, respiro hondo antes de verla y enfrentar esos ojos color tentación. Ella llega y se queda a la par mía.

-Si querías impresionarme lo hiciste – dice viendo el Bugatti parqueado – compraste un auto de 11millones de euros, eso es impresionante.

-Ser el jefe me da algunos beneficios – alardeo.

-Veo que sí

Doy la vuelta y entro al auto abriendo la puerta desde adentro para que entre, ella entra y observa con emoción el interior del auto, así como son de hermosos sus ojos son peligrosos y joder si eso no me pone a mil.

Arranco el auto sin rumbo y ella solo se pasa el cinturón.

-¿Te da miedo la velocidad?

-No, pero para evitar una multa. Deberías de ponértelo.

-No pueden multarme.

-Oh cierto – comienza a burlare – es que los policías no pueden multar al mafioso peligro.

-Me ofende que aún no lo entiendas.

-Eres imposible – dice poniéndose las gafas – pasa por el supermercado más cercano.

-¿Por qué te llevaría a un supermercado?

-¿Es muy poco para ti? –dice con burla -¿no entras a lugares pequeños?

-Tengo la intención de entrar en un espacio pequeño hoy – digo maliciosamente.

Ella no dice nada por siete segundos.

-¿Eso haces con todas las mujeres con las que quieres acostarte? Les propones sexo sin una invitación anticipada.

-No tengo sexo con mujeres.

-¿Eres gay?.

-No lo soy – digo con una sonrisa – me encantan las coños eso tenlo por seguro, digamos que he estado en abstinencia sexual.

-El mafioso más poderoso y temible de toda Rusia en abstinencia sexual, eso es increíble.

No digo nada y ella sonríe divertida.

-¿Quién trato de matarte? – pregunta.

-¿Por qué deduces eso?

-Un hombre de dos metros, que tiene los ojos color violeta, tonificado, labios carnosos, tez blanca, tatuado, con ese olor que destila peligro y placer que no tenga sexo es por dos cosas: la primera es gay pero dijiste que no lo eres así que descartada, la segunda es que alguien haya tratado de matarlo.

-Eres inteligente – admito en voz alta – tu manera de hacer suposiciones y acertar es impresionante y hasta intimidante.

-¿Por qué intimidaría a un hombre tan poderoso? – dice seductoramente viéndome a través de las gafas.

Por un momento agradezco que tenga las gafas puestas pero realmente quiero perderme en el color hipnótico de sus ojos.

-Tenía encuentros casuales con una princesa turca y trato de matarme mientras dormíamos, desde entonces no duermo con nadie ni tengo sexo. Ya han pasado 4 años.

-¿Cómo liberas el estrés?

-Matando gente – digo orgullosamente – tengo secretarias que me la chupan de vez en cuando.

-Esas mujeres deben de sentirse honrada – dice con tono de burla.

Sigo el camino con una sonrisa en el rostro hasta que me detengo a la orilla de la carretera paralela al mar.

-Nademos un rato – digo bajándome del auto

Ella no se opone y se baja del auto y me sigue, la playa esta iluminada de farolas que deja ver la arena blanca y la marea suave. Caminamos a la orilla por un momento ella no se mueve ni da un paso.

-¿todo bien? – pregunto.

-Si – dice exhalando el aire que contenía – solo que no había venido a la playa en mucho tiempo.

-¿Por qué?

-Trabajo – se limita a decir

Veo que ella se sienta en la arena y comienza a desamarrarse los zapatos, la veo que comienza a quitarse la ropa y repito el mismo procedimiento. Queda en una tanga color negro que resalta su enorme trasero blanco y con decisión se quita el top deportivo dejando sus pechos al aire.

Sus hermosos senos quedan al descubierto dejando ver sus pezones rosados pronunciados y comienza a caminar al agua sin vergüenza alguna.

Esta mujer me atrae impresionantemente que entro con ella y nos disponemos a nadar, ella sale del agua y pareciera una sirena, su cabello rojo pegado a su espalda pequeña y sus manos sobre su cabello la hace parecer una diosa.

Entro al agua con ella y le rodeo la cintura con mi mano, Dios su cintura es tan pequeña que siento que la voy a quebrar, ella se da vuelta y me ve fijamente hipnotizándome con esos ojos verdes azules siendo incapaz de dejar de verla.

Ella se me jala hacia debajo del agua y ahí enrolla sus piernas en mi cintura, de momento que al salimos a la superficie nuevamente la sostengo con mis manos y me besa, un beso lleno de deseo y de necesidad. Ella abre la boca dándole espacio a mi lengua y me degusto de su boca.

Mi virilidad es tan dura que comienza a doler y de un solo tirón le rompo la tanga y bajo mi bóxer, entro de golpe en ella y un jadeo sale de su boca, sonido que me prende mucho más rápido. Comienzo a bombear dentro de ella aun sosteniéndola y ella jadea de placer haciendo su cabeza hacia atrás dejándome su cuello libre.

La muerdo un par de veces y ella gime de placer, me besa posesivamente agarrando la raíz de mi cabello tan fuerte que ciento que lo va arrancar. Avanzo hacia la orilla y me siendo en la arena dejándola encima de mí. Ella comienza a moverse de adelante hacia atrás haciéndome delirar de la sensación mientras sus enormes pechos rebotan frente a mí dándome una vista extraordinaria.

Agarro uno de sus pechos y me lo meto a la boca, presionando su pezón haciendo que convulsione de placer sobre mí, ella se mueve más rápido sintiendo tensarse para correrse y yo la agarro de la cintura y entierro profundo de ella haciéndola llegar al éxtasis a ella y a mí al mismo tiempo.

Ella jadea sobre mi hombro respirando profundamente tratando de estabilizarse, luego de un rato me ve y dice.

-Señor mafioso creo que usted y yo tendremos que ir a otro lado esta noche.

-Creo que si – digo sonriéndole a esos ojos que me tienen perdido y lleno de placer.

SIETE SEGUNDOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora