Capitulo 11

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Peter

El dolor infernal en las costillas es insoportable, escucho voces pero el dolor no me permite concentrarme, trato de moverme y el dolor solo empeora. Intento relajarme para saber dónde estoy y escucho a Lissa hablar con Gaby.

-Lissa no puedes seguir exponiéndote así – dice Gaby – si te encuentra te matará.

-Lo sé, por eso yo voy a encontrarlo primero y necesito que sigas desviando la investigación, esto no fue casualidad alguien está en esa casa pasando información y debes de averiguar quién es.

-Ya investigue a todos y no hay nada extraño – dice Gaby – sospechaba de Guisella pero ella ha tratado de contraer matrimonio con Peter por años, ella no sería capaz de traicionarlo y tampoco tiene las agallas.

-¿Investigaste a Vladimir? – dice Lissa.

No puede ser, mi mano derecha por más de siete años no puede ser un infiltrado, hemos crecido juntos y cuando tome el poder de la Bratva él estuvo a mi lado.

-Ex militar pakistaní, entrenado en el Mortal Cage, aliado a la familia Petrov por toda una vida, es imposible Lissa – dice Gaby.

-Recuerdas el día que me presenté delante de todos – dice Lissa – Enrico y Guisella se sorprendieron de mí pero él no. Nadie sabía quién era yo, cuando tome la corona no había nadie ¿Cómo es que él supo que era yo?

-Petrov te investigó antes, puede que él lo haya investigado.

-¿Entonces porque no se lo dijo?

-¿Cómo le dices a tu jefe que se anda cogiendo a la reina del mundo criminal?

Hay un silencio después de dicha frase y continúan

-Tal vez sea así, pero hay algo extraño, investígalo sí.

-Bueno lo haré – hay un momento de silencio - ¿Qué harás con él?

-Me quedaré con él, descuida no me hará daño.

-Mira lo que te hizo la vez pasada la bestia esa Lissa ¿y me dices que no te hará daño?

Siete segundos cuento y siento su mirada sobre mí.

-Aunque quiera matarme no puede hacerlo – dice finalmente – y tengo el mismo problema.

Siento que eso lo dijo más para mí que para Gaby. Ellas se despiden y la puerta habitación se abre, ella cierra la puerta con seguro, escucho que jala una silla y después hay un silencio.

-¿te harás el dormido toda la tarde? Sé que has estado despierto desde hace 15 minutos.

-¿Tienes cámara de vigilancia acaso?

-No, no es necesario – dice cruzando las piernas – tienes que descansar mínimo siete días y hasta que te recuperes puedes irte de aquí.

-¿Crees que porque tienes una corona de zafiros y oro tengo que obedecerte?

-No es de zafiro es de diamantes rojos – dice con burla – aunque prefiero la de diamantes azules, esa solo la uso en ocasiones especiales.

-¿Crees que estoy para tus chistes baratos?

-Barato no es, cada quilate vale millón y medio de dólares – continua – y solo hay 30 gemas en el mundo y las tengo yo.

-¡YA BASTA CON TU MALDITO TEATRO! – grito respirando hondo por el dolor que me causo eso.

Ella no se inmuta ni nada, solo me ve fijamente. Sus ojos así como son de hermosos son fríos porque no puedo deducir nada de ellos. No sé cuánto tiempo pasamos en esta guerra de mirada pero con cada parpadeo de parte de ella mi corazón bombea dentro de mí con tanta fuerza que duele.

SIETE SEGUNDOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora