Seguía algo aturdida al levantarme para regresar a los dormitorios. El resto de Hogwarts no avanzaba con suficiente rapidez, muy interesados en seguir viendo el cáliz o a los estudiantes extranjeros, así que llegó un momento en que se acumularon al frente de nuestra mesa, sin dejarnos terminar de llegar a la puerta.
Karkarov les metía prisa en aquel momento a sus alumnos.
—Al barco, vamos —les decía—. ¿Cómo te encuentras, Viktor? ¿Has comido bastante? ¿Quieres que pida que te preparen un poco de vino caliente con azúcar y especies en las cocinas?
Krum negó con la cabeza mientras se ponía su capa de pieles.
—Profesor, a mí sí me gustaría tomar vino caliente—dijo otro de los alumnos de Durmstrang que se había sentado al lado de Krum en la cena.
—No te lo he ofrecido a ti, Poliakov —contestó con brusquedad Karkarov, de cuyo rostro había desaparecido todo aire paternal—. Ya veo que has vuelto a mancharte de comida la pechera de la túnica, niño indeseable...
Cuando Karkarov marchó, todos nosotros también pudimos avanzar, y ellos llegaron a la puerta al mismo tiempo que el trío dorado que apenas recordaba últimamente. Harry se detuvo para cederle el paso.
—Gracias —dijo Karkarov despreocupadamente, echándole una mirada.
Y de repente Karkarov se quedó como helado. Volvió a mirar a Harry y dejó los ojos fijos en él, como si no pudiera creer lo que veía. Detrás de su director, también se detuvieron los alumnos de Durmstrang. Muy lentamente, los ojos de Karkarov fueron ascendiendo por la cara de Harry hasta llegar a la cicatriz. También los alumnos observaban a Harry con curiosidad.
El chico que se había manchado de comida la pechera le dio un codazo a Miroslava que estaba a su lado y señaló sin disimulo la frente de Harry. Ella se apenó fácilmente y le bajó la mano.
—Sí, es Harry Potter —dijo desde detrás de ellos una voz gruñona.
El profesor Karkarov se dio la vuelta. Moody estaba allí, apoyando todo su peso en el bastón y observando con su ojo mágico, sin parpadear, al director de Durmstrang.
Karkarov palideció y le dirigió a Moody una mirada terrible, mezcla de furia y miedo.
—¡Tú! —exclamó, mirando a Moody como si no diera crédito a sus ojos.
—Sí, yo —contestó Moody muy serio—. Y, a no ser que tengas algo que decirle a Potter, Karkarov, deberías salir. Estás obstruyendo el paso.
El hombre lo reconoció como verdad y se dio la vuelta para marcharse. Moody lo siguió todo el tiempo con los ojos. Se odiaban bastante, aunque uno no tenía idea de las verdaderas razones del otro.
Gracioso, Karkarov debía odiarlo por creer que era quien lo capturó, mientras que el Falso Moody debía hacerlo por haber soplado la información y también provocar que lo metieran a Azkaban o a donde haya acabado.
Una vez llegamos a los dormitorios, todos fueron a dormir, deseando que fuera el día siguiente. Yo no podía hacerlo. Era de madrugada, todos ya roncaban en mi habitación, señalando el momento para salir.
Había leído demasiado sobre cada hechizo de confusión que pudiera encontrar, esperaba manipular al cáliz para que no aceptara a Cedric, que no lo dejara participar o que simplemente eligiera a quien yo quisiera. Fue difícil, pero existían hechizos como esos. Por supuesto, requerían de un nivel demasiado alto de magia. Un poder que no tendrían ninguno de los estudiantes de nivel EXTASIS, y mucho menos podría tener yo.
Llegué al vestíbulo, donde ya se estaba exhibiendo el cáliz, y miré atenta el primer obstáculo: En el suelo, a su alrededor, una fina línea de color dorado formaba un círculo de tres metros de radio, la línea de edad.
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Reencarné en El Cáliz de Fuego
FanfictionEl Torneo de los Tres Magos. Una competición amistosa creada hace setecientos años con el propósito de unir a las escuelas de Europa, y cancelada, no por las muertes constantes de sus competidores, sino por la de uno de sus jueces. Ese maravilloso t...