CAPITULO 1

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El trayecto hasta el trabajo fue extenso, como siempre. Otro día más y todo marchaba como un reloj, me sentía cómoda en mi rutina porque nada se desviaba de lo previsto, todo estaba en su lugar, o al menos eso me repetía a diario.

Atendía a cada cliente que venía a disfrutar de nuestra comida rápida, sin sospechar que ese día traería consigo un suceso inusual. De todos los martes por la tarde, tenía que ser este el especial. Por la puerta entró un hombre que no se ve todos los días, de 1.80 m de altura, con el cabello corto a los lados y largo en la parte superior. En mi mente, se perfilaba como mi nuevo fetiche. Su rostro cuadrado y simétrico, su caminar seguro y seductor, todo parecía moverse en cámara lenta. Sé que suena a fantasía adolescente, pero no podía controlar la imaginación desbordante de mi mente.

Me quedé como hipnotizada esperando su pedido, pero cuando llegó a la caja, un aroma masculino inundó mis sentidos, provocando un estallido de placer. Y con ello, la torpeza de mis palabras que nunca llegaron a salir. ¿Cómo un hombre tan atractivo puede alterar las hormonas de esta manera? ¡Es un pecado mortal!

- Buenas tardes, busco al gerente o encargado del lugar - dijo con una sonrisa de lado, revelando sus perfectos dientes blancos. Y su voz, ¡oh, su voz! Sabía que la voz masculina podía ser profundamente resonante, pero esta era totalmente distinta. Tenía la fuerza del roble antiguo, segura y poderosa. Cada palabra se pronunciaba con un tono grave que vibraba en el aire. Era una voz que prometía autoridad, sabiduría y confianza. Cada sílaba era como una nota de una melodía baja, deslizándose suavemente, pero dejando una huella imborrable.

- Ho... hola, bu... buenas tardes - , le respondí, perdida en sus intensos ojos negros, no supe cuantos segundos pasarón, pero en mi cabeza no habia silencio, sin embargo un carraspeo logró sacarme de mi trance - Am, es cierto, el gerente salió por el momento, pero puedes esperar, no tardará en volver - contesté desviando mi mirada

- Esperaré por allá - contestó señalando una mesa a pocos metros.

Lo observé alejarse y sentarse a pocos metros de mí, pero mis ojos no podían apartarse de él.

INTRUSODonde viven las historias. Descúbrelo ahora