La Voz
Al abrir la puerta, la veo ahí, inmóvil, conectada a sueros y otros líquidos desconocidos. Está pálida y su pecho sube y baja al mismo ritmo, lo cual supongo que es una buena señal.
- ¡Hola, mi amor, he llegado! - digo mientras una lágrima cae de mis ojos - ¿Cómo ha estado la persona que me hace tan feliz? - tomo su mano con delicadeza y deposito un beso en ella.
Acercando una silla a su cama, tomo nuevamente su mano, acaricio mi rostro con ella y la miro. Su perfección, sus grandes ojos con pestañas naturales, sus labios con forma de corazón, su figura perfecta, su rostro angelical; todo de ella me encanta. Dios, ¿por qué permitiste que esto le sucediera? Mis ojos comienzan a pesar y me doy cuenta de que el sueño se apodera de mí, hasta que finalmente sucumbo.
Mis ojos están cerrados cuando de repente siento un movimiento incómodo.
- ¿Matías? - escucho a lo lejos. Mis ojos pesan, pero logro incorporarme en la silla, me froto los ojos y escucho de nuevo - Matías, amor, ¿qué pasó? - Al oír su voz, mis ojos se abren de par en par y mi rostro solo puede mostrar una enorme sonrisa; ella está bien.
- ¡Amor! - me lanzo sobre ella y la abrazo como si fuera la última vez que la vería - Amor, espera, voy a llamar al doctor - Salgo apresurado y busco al doctor para que la revise. Me siento como un niño pequeño, ella está bien. El doctor entra a verla y me pide que espere afuera. Llamo a todos para darles la buena noticia y en menos de una hora ya están aquí.
- ¡Matías! - escucho a Elena a lo lejos. La veo correr hasta la habitación, pero el doctor aún no sale - Estaba dormido cuando ella despertó.
- Dios escuchó nuestras plegarias - dice la señora Alma a su esposo. Veo cómo se abrazan y se besan. Yo quiero hacer lo mismo con Yaqui. En ese momento, el doctor sale de la habitación.
- Yaqui está en buenas condiciones. Como les mencioné ayer, les daré una lista de cuidados para que sus fracturas y heridas sanen correctamente. Le haremos unos exámenes de sangre para finalizar y, si todo va bien, podrán llevarla a casa muy pronto.
Todos suspiramos y nos abrazamos, aliviados de saber que mi amor está bien. Pero algo me inquieta, ¿quién le haría algo así? No me mencionó que tuviera enemigos o alguien que quisiera hacerle daño.
Todos entramos a verla y disfruto mucho escuchar las anécdotas que le cuentan y que la hacen reír. Al final, ella no está del todo bien, por lo tanto, se cansa demasiado.
- Me quedaré con ella, vayan a descansar. Ya saben que ella está bien. Me tomé unos días en el trabajo, así que los aprovecharé para cuidar de ella.
- Perfecto, si necesitan algo, no duden en llamarnos. Estaré pendiente - dice Elena mirando a su hermana a los ojos.
Cuando todos se van de la habitación, cierro la puerta para que Yaqui pueda descansar. Es de día, pero sus medicamentos para el dolor le provocan sueño.
- Matías, espera - me dice incorporándose un poco en la cama.
- Aquí estoy, cariño, no me he ido - le respondo tomando su mano y dándole un casto beso en ella.
- Te extrañé mucho - me dice mirándome a los ojos, los de ella están cansados y se cierran poco a poco.
- Amor, yo también te extrañé. Ahora solo necesitas descansar - le beso tiernamente la frente y me dirijo al pequeño sillón que está junto a su cama. En unos pocos momentos, el cansancio y el sueño me vence.

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INTRUSO
Teen FictionEste es un relato apasionado y cautivador que gira en torno al poder del deseo y el placer. La historia sigue a dos individuos cuyos caminos se cruzan en el momento menos esperado, generando una conexión intensa y profunda. Sin embargo, la felicidad...