CAPITULO 10

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Me desperté por la mañana y percibí el aroma de huevos con tocino y mi café preferido, ¡avellana!

Me levanté de la cama, tomé la bata que estaba en el suelo frente a la mesa de estar, caminé hacia la cocina y allí estaba Matías, preparando los huevos, un jugo verde para él y café con sabor a avellana para mí.

- ¡Es justo y necesario repetir lo de anoche! - dije juguetona con un toque de sarcasmo y una sonrisa coqueta.

- Yaqui, sabes que cuando puedo te consiento mucho - fue a la pequeña sala que está al otro lado de la cocina y regresó con la bolsa roja que llevaba ayer en la mano al bajar del aeropuerto.

- ¿Qué es eso? - pregunté curiosa, me senté en la barra y me entregó la bolsa.

- ¡Es un regalo! Por pasar los mejores 4 años con la mejor persona - él es romántico y apasionado, eso me encanta, pero no dejo de pensar que falta algo en nuestra relación, es como un sexto sentido.- Espero que te guste Yaki

- Gracias Mat - tome el regalo y me levanté para darle un casto beso en la mejilla como agradecimiento, abrí la bolsa y me sorprendí al ver una caja de terciopelo dorado con la figura de una rosa en la parte superior. Fue entonces cuando recordé el día del accidente, mi anillo se perdió, no sé dónde ni cómo, pero ya no lo tenía conmigo. Al abrir la caja, encontré una hermosa piedra de color morado.

- Es una amatista, Yaqui. Se dice que proporciona una sensación de tranquilidad y calma, brinda energía positiva y tú, mi amor, eres eso y más para mí.

Lo miré a los ojos y los míos comenzaron a llenarse de lágrimas, ¿en serio siente eso por mí? Es increíble cómo una persona que ha estado en mi vida durante mucho tiempo se ha convertido en alguien importante para mí.

El peso de mis lágrimas finalmente venció, abriéndose camino a través de mi respiración. Mi garganta estaba atada con un nudo que era difícil de deshacer. Se levantó de su asiento, quitó la hermosa caja de mis manos, sacó el anillo y lo deslizó en mi dedo. Me lancé hacia él, dándole un beso profundo.

Me levantó en sus brazos y me llevó de vuelta a la cama. Era domingo, lo tendría conmigo todo el día. Encendió la televisión para ver series o películas, me envolvió con su brazo y comenzó a besarme la mejilla. Entonces, alguien tocó a la puerta. Matías se levantó y caminó hacia la puerta.

- ¡Yaqui, puedes venir! - escuché a mi prometido llamar desde la entrada.

Me levanté y vi a dos policías y a un hombre que parecía ser un detective.

- Dime amor, ¿qué pasa? - pregunté, confundida.

- Hola, soy el detective Moisés Borelly, mucho gusto - interrumpió el detective a mi prometido. - Señora Monroe, me temo que tengo malas noticias, ¿podemos entrar? - Nos hicimos a un lado para permitir que los oficiales entraran al departamento.

- ¿Qué está pasando, Sr. Borelly?

- He tomado el caso de la persona que intentó atentar contra su vida - me miró y me entregó unos papeles. - Este es Jay Lambordini, ha sido acusado de múltiples homicidios, tráfico de personas y venta de drogas - Miré su foto en la parte superior de los archivos y me di cuenta de que era un cliente habitual en mi antiguo trabajo.

- ¡Sí, lo recuerdo! Solía venir por las tardes a comprar comida en el restaurante. La última vez que lo vi fue tres días antes del accidente.

- ¿Recuerda si alguna vez le hizo sentir incómoda? - me preguntó el detective, cruzando los brazos y mirándome fijamente. Me sentí intimidada, no por la situación, sino porque siempre me pongo nerviosa cuando estoy frente a un hombre atractivo y masculino. Pero su voz era lo que más me intimidaba.

- No que yo recuerde, siempre fue una persona sencilla, pedía cosas diferentes cada día, nunca repetía un plato dos días seguidos. - Le devolví los papeles y nos pidió que nos sentáramos.

Una vez en el sofá, mencionó el incidente del ascensor.

- Nos informaron que el ascensor de este edificio tuvo un fallo eléctrico ayer, ¿es correcto? - Asentí para confirmar. - Hoy mi equipo vino a verificar el fallo, necesitábamos saber si fue un accidente o si fue provocado, y por eso estamos aquí. Pero antes de todo, señorita Yaqueline, usted estaba en el ascensor, ¿verdad?

Miré a Matías con miedo - Sí, oficial.

- ¿Estaba acompañada?

- La verdad es que no lo recuerdo, pero, ¿qué tiene que ver eso?

- El fallo eléctrico fue provocado, alguien quería hacerle daño.

Matías me miró sorprendido, lo noté de reojo. Sabía que íbamos a tener una discusión por la expresión en su rostro.

- Mire, Sr. Borelly, mi hermano está a cargo del caso, no es necesario...

- Me temo que ese caso me lo han pasado a mí - interrumpió a Matías - Como mencioné antes, no ha habido avances desde que el detective anterior lo tenía. Yo planeo poner fin a esta amenaza, es necesario que estén informados del tipo de persona que está detrás de la señorita Monroe.

Mi mente comenzó a divagar, necesitaba alejarme de aquí, estar sola, pero ¿y si pongo en peligro a los que quiero? No puedo arriesgar la vida de mi familia y amigos, necesito ayudar en esto.

- Una fuente confiable nos ha dicho que Jay se ha obsesionado con Yaqui.

- ¿Y qué se supone que debemos hacer? No podemos esperar a que la secuestre e ir tras él - dijo Matías dirigiéndose al detective Moisés.

Todos comenzaron a hablar de situaciones que podrían exponer todos los delitos de Lambordini, yo empecé a pensar.

- ¡Silencio! - elevé un poco la voz y todos se quedaron en silencio - Sr. Borelly, ¿cuál es el mejor plan para capturar a Lambordini?

- El mejor plan es exponerte y hacerle creer que ya no te sientes en peligro, bajar un poco la guardia, y es ahí cuando nosotros entramos. Otra opción es ponerte bajo nuestra custodia temporal mientras seguimos investigando y así poder capturarlo, pero llevará bastante tiempo.

- ¿Qué quiere decir con custodia temporal? - pregunté, curiosa.

- Tendrá que venir con nosotros hasta que podamos localizar y detener a Lambordini, pero en este caso, nadie deberá tener contacto con usted. La mantendremos en una casa segura donde habrá dos oficiales y un detective para cuidarla.

- ¿Podré ir con ella? - preguntó Matías, tomando mi mano y mirándome.

- Me temo que no, todos deberán seguir con sus vidas. Lambordini podría sospechar y preparar un ataque contra los involucrados.

- ¡Me expondré! - declaré con firmeza y seguridad. Todas las miradas se dirigieron hacia mí, nadie sabía qué estaba haciendo y, para ser honesta, yo tampoco. - Quiero que esto termine lo más rápido posible, quiero volver a mi vida normal.

INTRUSODonde viven las historias. Descúbrelo ahora