Akashi es una persona normal como cualquier otra, le gusta el deporte, salir con amigos, jugar con su Play 5 etc. Pero un día eso cambió. Cuando akashi caminaba de regresó a su casa después de haber terminado su rutina diaria se topo con una mujer q...
Haaaaaaaaaaa se escuchó el rugido atronador de una bestia salvaje que exudaba un poder asfixiante.
—Siempre tienes que exagerar en todo lo que haces, ¿cierto? ¿Por qué nunca puedes hacer las cosas sencillas? —dijo Ashina mientras caminaba hacia la barrera en la que se encontraba Akashi y la atravesaba como si no existiera—. No pudiste aguantar un año o dos y esperar a que tu cuerpo estuviera preparado para el Sanguis Excitatio, ¿cierto? No, el gran Akashi Uzumaki no puede esperar, él debe apresurarse y hacerlo a su modo como siempre, entrando en un frenesí salvaje. Dime, hijo, ¿cuándo aprenderás el don de la paciencia? —habló con exasperación y un rostro estoico.
Al instante en que entró en la barrera, Ashina se asombró y alertó, pues los humanoides espectros, como sombras inquietas, se dividieron en una coreografía macabra. Mientras algunos hacían guardia, otros se lanzaban con desesperación hacia las cadenas que mantenían atado a Akashi. Sus formas etéreas se estiraban con desenfreno, intentando romper el yugo que lo ataba al centro de la barrera.
El aire, impregnado de caos y desesperación, resonaba con los lamentos de los espectros que, aunque etéreos, expresaban una angustia tangible. La atmósfera, helada hasta los huesos, parecía solidificarse con cada intento fallido de liberación. Un gran sentimiento de locura llenaba todo el lugar, alterando el estado mental de todos los que estaban en su interior. Este sentimiento solo aumentaba con el caos generado por los lamentos de los espectros, reflejando la desesperación de las almas perdidas.
La presión asfixiante, ahora más intensa que nunca, se tornaba un peso insostenible que parecía querer hundir a todos en el interior de la barrera. La fuerza que oprimía contra el suelo se convertía en una manifestación palpable de la oscuridad, la sed de sangre, el odio, la ira y la locura de Akashi. Mientras los espectros continuaban su danza de desafío y lealtad, tratando desesperadamente de liberarlo, el aire se volvía cada vez más denso.
—Increíble, su instinto asesino tiene efectos psicodélicos que afectan la cognición de las personas y los vuelven locos e irracionales. Y lo hace de manera subconsciente y natural, es como si alguien lanzara un genjutsu constantemente —pensó Ashina al sentir la atmósfera creada por el aura de Akashi y su instinto asesino. De pronto, tuvo que esquivar cuando vio a un espectro acercándose a él—. Mmm, ¿y tú qué eres? Sé que eres un espectro, pero ¿de dónde saliste y por qué proteges a Akashi? —le dijo al espectro, el cual solo gruñó y, junto a otros cinco más, lo atacó—. No eres muy conversador, ¿verdad? Bueno, traté de ser civilizado, ahora no me culpes por lo que voy a hacer. Realmente nunca he podido manipular un alma, es una rama absurdamente compleja de la energía espiritual. Siempre he sido mejor eliminándolas —dijo para luego hacer un sello de mano, y de pronto en su cuello comenzó a crecer un pequeño bulto del cual luego salió una pata negra como la de un animal. No pasó mucho tiempo hasta que una criatura de 120 cm, con apariencia felina, apareciera.
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—Es satisfactorio volver a moverme. Ese sello estaba resultando bastante tedioso —dijo el felino con una voz jovial.
—Lican, te saco solo cuando es necesario. Tus juegos me resultan innecesarios —respondió Ashina, mientras se masajeaba el cuello, sin mostrar emoción alguna.
