𝐋𝐚 𝐁𝐞𝐥𝐥𝐚 𝐲 𝐋𝐚 𝐁𝐞𝐬𝐭𝐢𝐚­

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¿Has conocido alguna vez a personas que utilizan la frase "Yo Puedo Sola" como su lema? Esta historia nos habla de una de esas personas, o tal vez de muchas. Trata sobre aquellos que utilizan su sonrisa explosiva para cubrir sus heridas y no para ser feliz. Durante el día, cualquier actividad servía de distracción para nuestra protagonista, quien se esforzaba por perfeccionar todas sus tareas con el objetivo de recibir el reconocimiento y el orgullo de quienes la rodean. Sin embargo, cuando caía la noche, se enfrentaba a la lucha de no dejarse vencer por el sueño, permaneciendo alerta, ya que al desaparecer el sol podía sentir cómo un monstruo la acechaba desde algún rincón de su habitación.. Cerrar los ojos ya no funcionaba. Sentía cómo se introducía lentamente en su cama, cubriendo los buenos momentos del día con oscuridad y terror. Poco a poco, los días dejaron de ser emocionantes aventuras para contar al llegar a casa y se volvieron sombríos. Los temblores, miedos y encuentros con esta criatura grotesca se volvieron cada vez más repetitivos. Las plegarias para que desapareciera parecían inútiles. Luchar parecía una tarea imposible. Una tarde, pudo presenciar cómo el monstruo se alejaba y se llevaba en sus garras el corazón de su madre. Pensó que ese era el precio que debía pagar por ver el fin de sus pesadillas, desafortunadamente, no fue así.

La bestia continuaba apareciendo, incluso durante el transcurso del día, y ella solamente podía escapar. No importaba el momento ni el lugar en el que se encontrara, el solo avistamiento de esta aterradora figura hacía que su corazón latiera tan rápido como para hacerlo estallar, sudaba y su cuerpo temblaba como si fuera la mismísima muerte; permanecía exhausta, ya que el acto de dormir representaba un gran dilema, era perseguida cada noche y en cada intento de huida solo conseguía lastimarse más. Pronto, empezaría a perder la noción de si este monstruo era real o no, pero sin lugar a dudas, el pánico que le generaba sí lo era. ¿Pero quién le creería? Para los demás, solo eran pesadillas, distorsiones de la realidad a las que solo ella tenía acceso. La juventud fue sepultada por la adultez, la escuela se convirtió en un antro y los parques ya solo eran refugios nocturnos. Según sus padres, se volvió rebelde, una extraña y dramática. Leyó tantos cuentos que pensaba que un príncipe encantador estaría a la vuelta de la esquina deseando rescatarla, pensando que solo le tocaría esperar su turno, se conformó con solo existir. Así, mientras deambulaba por las migajas de tiempo que nos otorga la vida, pudo conocer suficientes personas para entender que tal salvador, no existía. De tanto escapar ya estaba agotada, su cuerpo y mente estaban al límite y podía sentirlo; cerrando sus ojos lista para afrontar a su verdugo, se encontró con el bosque oscuro y tenebroso que tanto ha rasguñado su cuerpo. Escuchaba los pasos de la bestia y alcanzaba a sentir su respiración, poco a poco el miedo cubría de comezón su cuerpo como una plaga. El vestiglo hizo su aparición pero esta vez la chica ya no huía, su pánico le impedía mover tan siquiera un músculo, solo observaba la mirada triste y solitaria de su enemigo notando que era similar a la suya. Se acercó y ella alzó su mano temblorosa para acariciarla:

— ¿Has estado muy solo en este lugar cierto?— le susurraba a la bestia para no espantarla—¿Por qué has dañado todos estos árboles?

—No he sido yo— Murmuró el ser con voz gruesa y agotada.

— ¿Entonces quien? Puedes decirme— Al escuchar esta pregunta, el animal levantó su cabeza y sostuvo la mirada con la chica, quien poco a poco se volvía una niña pequeña ante él. Giró su cabeza y lanzó una sonrisa maliciosa.

—Cada flor muerta fue pisoteada por ti al correr, los rasguños a tu alrededor fueron ocasionados por tus intentos de trepar para huir. Olvidaste sembrar buenos recuerdos acá, así que ya nada nuevo crece. Los rocíos de alegría dejaron de caer y poco a poco los árboles comenzaron a morir. Estuviste tan ocupada en escapar que dejaste de irradiar tu luz propia y el bosque solo se volvió más sombrío y frío.

𝕄𝕖𝕟𝕥𝕚𝕤 ℙ𝕠𝕥𝕖𝕤𝕥𝕒𝕤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora