Amir es el pequeño terremoto en casa, así suelen llamarle los amigos y familiares cuando van de visita.— ¿Por qué no lo apuntas en algún deporte? Siempre está intranquilo, quizás eso lo ayude a agotarse —
— Deberás tener cuidado por como lo crías o solo será un delincuente al final del día —
— Nunca presta atención a lo que le dices, pero si le colocas los dibujos animados ni te contesta al llamarlo ¡Es un desobediente! —
Su madre, recién divorciada y con dos trabajos, está agotada de escuchar tantos consejos sobre cómo cumplir con sus obligaciones. La depresión y las facturas solo la han llevado a ver a su hijo como un castigo divino. ¿Por qué es así? Siempre se cuestiona si es solo por capricho o si es lo que merece por no cuidar correctamente de su forma de vida. ¿Debí pegarle más y tratar de corregirlo? Se repite esa pregunta una y otra vez, cuando en realidad siempre pegaba a su hijo si algo en su día no estaba a su gusto. Culpar a su padre ya era algo del pasado, pues este se esfumó incluso antes de que el pequeño conociera el mundo. Efectivamente, todo era culpa de Amir, según su madre, pues él solo trataba de castigarla por no tener un padre que lo criara ni riquezas que lo rodearan.
El niño, que digo niño, ese hermoso principito lucía como ángel caído del cielo. Su piel blanca y ojos como azabache eran una de sus cualidades físicas que adulaban, pero estaba esta sonrisa con hoyuelos que te conquistaba rápidamente y lo hacía lucir tan inocente. Ahora el príncipe tiene 13 años, ya ha pasado mucho tiempo para continuar llamándole niño, pero no el suficiente como para decirle hombre. Se esforzaba mucho por estudiar, aunque por algún motivo siempre terminaba siendo castigado por incumplimiento en sus deberes. Llegar a casa era el siguiente reto, enfrentar a su madre rendida ante la vida que lo esperaba para castigarlo nuevamente.
— ¿Sabes cuánto he trabajado para sacarte adelante? — La misma pregunta, cada tarde, era el saludo que lo abrazaba una vez que la puerta se abría.
— ¿Cómo puedes ser tan malagradecido? Si no quieres estudiar, encuentra un trabajo, pero deja de ridiculizarme entre los otros padres— En bucle se reiteraban una y otra vez sus palabras durante la noche. El adolescente optaba por permanecer en silencio, cada vez más delgado, por acostarse sin cenar.
Estalla el sonido del despertador a las 7:00 am, esta vez Amir abrió los ojos inmediatamente, asustado de que su exasperada madre estuviera ahí para recordarle que estaba tarde para la escuela. Sentado en un rincón de su cama, sacudía su cabello con desesperación, su tarea estaba nuevamente incompleta. Se apresuró a tomar sus cosas para ponerse en marcha. Sus viejos auriculares lo acompañan a aislarse del mundo real, aunque solo él sabe que no está escuchando más que la música que en su mente tararea. Ha llegado a clases y la primera materia que impartirán es mate. Tomaba notas del pizarrón pacientemente, cuando los números comenzaron a distorsionarse y saltar por la ventana, estaba perplejo. Solo condujo su mirada por unos segundos hacia el ventanal confundido por lo que observaba, pero el timbre del colegio lo asustó. Las letras y números que revoloteaban desaparecieron, así que Amir solo pensó para sí mismo: No otra vez.
— Al finalizar el día esperaré sus trabajos en mi oficina, los quiero todos—Las palabras de la profesora rasgaban su mente como un arma filosa, ni siquiera estaba seguro de que trataba el trabajo.
Cada clase parecía enloquecer ante sus ojos de una forma diferente. Durante Historia: los jinetes con armas y lanzas corrían por el libro enfrentándose entre sí. En Ciencias: los animales prehistóricos cobraban vida solo para él y deambulaban por todo el salón de forma divertida. En Física: las ecuaciones creaban constelaciones en el tablero burlándose de la angosta explicación del profesor. Así transcurría el día, terminaba despertando una y otra vez de su hipnosis con el sonido de aquel timbre o el grito de un maestro malhumorado por su falta de interés en el tema. En el recreo solo finge colocar esos desgastados auriculares para que nadie tenga intensiones de hablarle. Camina por el patio trasero con la intención de alejarse de todos, pero por alguna extraña razón siempre termina envuelto en algún disturbio. Los chicos lo molestan, las chicas caen ante su belleza y aparente rebeldía. Amir parece no estar interesado en estas cosas, según él tiene numerosas inquietudes en mente que lo mantienen ocupado, la verdad es que nunca termina ninguno de esos asuntos. Se sentía incapaz de tener una cita, se imaginaba a sí mismo olvidando el horario, el lugar y hasta la propia cita. No tenía amnesia, pero claro, esos tantos pensamientos no le permitían concentrarse en esos planes de sociabilizar por el momento.
ESTÁS LEYENDO
𝕄𝕖𝕟𝕥𝕚𝕤 ℙ𝕠𝕥𝕖𝕤𝕥𝕒𝕤
Ficción históricaHola mi querido lector, ¿no sé si te han preguntado esto hoy, pero, está todo realmente bien? Desearía poder escuchar una respuesta positiva, ¿pero como es que siempre hay algo que nos está molestando? Lo sé, es tan agotador y frustrante, ciertament...