Epílogo

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Siento como me recorren besos desde el cuello hasta los labios mmm.... qué manera de despertar. Abro los ojos para encontrarme con el rostro del hombre que amo. Sonrío

-Buenos días pequeña-se inclina y me besa

-Buenos días mi amor-susurro adormilada. Se incorpora apoyando su codo en la cama, con su mano libre me acaricia el cabello y vuelve a besarme, pero está vez es con pasión, su lengua me pide permiso para entrar a mi boca, cuando voy abrir la boca un lloriqueó nos interrumpe. Nos miramos, Christian sonríe, se levanta de la cama para ir abrir la puerta

-Hola pequeño-se agacha para tomarlo entre sus brazos. Le besa la frente con amor- ¿Por qué lloras?-se acerca hasta la cama, mi bebé de tres años esconde su cabeza en el cuello de su padre sollozando

-Pueta erada-trata de decir. Hoy se ha despertado más temprano de lo normal. Cuando se separa un poco de su padre, alza la vista y me mira, rápidamente trata de salir de los fuertes brazos de Christian, él no deja su sonrisa, deja a Teddy en la cama y él corre entre las sábanas hasta que me atrapa. Lo abrazo fuerte

-¡Mami!-le beso el cabello

-Hola bebé-sonrío. Se acomoda entre mis brazos, sé perfectamente lo que quiere, lo acuno

-Yo voy por el biberón- me avisa Christian. Asiento. Todas las noches Teddy se pasa a nuestra cama, su habitación está al frente de la nuestra, se baja de su cama luego camina hacia su destino, el único problema que tiene es para abrir la puerta, es ahí donde llora y mi marido le abre la puerta, lo recarga y lo acuesta a nuestro lado. La noche anterior Christian debió haberlo ido a dejar a su cama, desde hace unos días estamos tratando de que pueda dormir solo.

Su costumbre en las mañanas es acostarse en mis brazos y así darle el biberón, le encanta, yo disfruto hacerlo.

Teddy físicamente es igual a su padre, tiene sus mismos gestos y cuando sonríe ¡Dios! Cualquier persona sería capaz de darle el mundo entero con tal de ver su sonrisa. Bueno tal vez exagero, pero soy su madre así que es justo.

Christian me pasa el biberón, se da la vuelta, se agacha un poco para poder coger de la cuna a nuestra pequeña princesa que pide atención. Phoebe tiene apenas un año, es la niña más hermosa de todo el mundo, ama con todo su corazón estar con su padre las 24 horas, cuando mi señor amo del universo tiene que ir a trabajar, nuestra pequeña llora hasta que la cargo y la hago dormir.

Por mi parte yo estoy trabajando en una editorial, terminé mis estudios y estoy felizmente con mi hermosa familia. Hace exactamente cuatro meses Christian me pidió algo que jamás pensé que pediría

Flash back

-Mamá ha pedido que le llevara a los niños así que lo hice –asiento. Frunzo el ceño al notarlo tenso

-¿Qué sucede?-pregunto con dulzura. Se para la mano por el cabello con ¿Preocupación? ¿Inquietud? ¿Nervios? Es difícil adivinarlo. Se sienta en la cama, a mi lado, toma mis manos y me mira directamente a los ojos

- Nunca te he dicho lo feliz que me haces?-mis mejillas se levantan.

-Constantemente Sr. Grey- río. Me inclino para besarle tiernamente, pero él hace el beso mucho más apasionado, con sus agiles manos me toma y me sienta en su regazo quedando a horcajadas, hago movimientos para provocarlo...dios esto sigue siendo igual, estoy segura que nunca cambiará. Pero de pronto él hace parar cualquier movimientos, me mira como si tratará de decir algo

-¿Qué pasa?-pregunto. Se queda en silencio por lo que parece una eternidad, creo que está procesando lo que tiene en mente ¿Tan malo es como para no atreverse a decírmelo? Suspira- ¿Qué está mal?

Siempre tuyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora