XIV

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-¿Por donde debería empezar? - Jimin se preguntó.

-Por ese asqueroso lugar - Hanna dijo con rabia.

-Toda mi vida desde que recuerdo estuve en ese lugar, tenían a muchos niños y siempre llegaban nuevos y se iban otros. Siempre creí que la vida era así, debía obedecer a... - Jimin hizo una pausa, el dolor se reflejaba en su rostro - mientras era pequeño, era cuidado por los mayores pero obligado a hacer tareas a veces no muy aptas para un niño peuqño.

Según fui creciendo, las tareas eran diferentes y un día el llegó y me dijo que yo era de su propiedad, que lo debía complacer como el lo pidiera.

No diré más de detalles, solo que para un chico de doce años que cree que lo que le pasa es normal un día pensó diferente.

Una tarde de invierno llevaron a Hanna, sus cabellos pelirrojos sobresalían del resto de los chicos.

-Ella y mi Park qué salgan a la calle, tu los vigilas. - Ese tipo de dijo a su mano derecha.

Yo estaba emocionado, toda una vida encerrado en esa enorme casona vieja, lleno de niños pequeños que lloraban todo el tiempo, de suciedad y poca comida.

Creía que al fin podría ser libre, no podía estar más equivocado y como dije no daré detalles, pero nos usaban para atraer personas horribles a la casa.

Pero no todo era tristeza, teníamos tiempos de paz y los disfrutabas al máximo, Hanna y yo comenzamos a hacernos amigos, a tal punto que siempre hacíamos todo juntos, nos platicábamos nuestros sueños, yo sería un gran bailarín y ella una presentadora de televisión.

Pero luego llegábamos a nuestra cruel realidad. La casa de Seung.

En un frío invierno, a pesar de las penurias que vivíamos a diario, estábamos felices, el tipo nos compró unas hermosas chamarras para salir a hacer lo que hacíamos a diario, pero no podía darse el lujo de que lo reportaran por vernos desabrigados.

Teníamos algo nuevo en la vida, no saben la alegría de dos chicos que no habían tenido algo para ellos solos, teníamos un tesoro.

Salimos  a la calle con pensamientos positivos, ese día cambiaría nuestra vida....

-Hanna, te prometo que saldremos de ahí, te prometo que seremos libre - le dije tomándola de la mano corriendo por las calles solitarias llenas de nieve y el sol un poco apagado.

-Se que será difícil - ella me respondió - pero haré lo que me digas, olvidemos todos los sueños anteriores y fijemos una meta primero. Salir de ese lugar.

Así fue como nuestro sueño cambió, ya no sería un bailarín ni ella una presentadora, primero debíamos ser libres.

Todo pensamiento positivo atrae cosas buenas, y eso pasó justo ese día. Conocimos a un hombre diferente, el era un humano de verdad. Comenzó a preguntarnos cosas que nadie preguntó antes. ¿Han comido algo? ¿Donde viven? ¿Donde estudian? ¿Como se sienten?.

No respondimos la mayoría de esas preguntas, pero obtuvimos una buena comida caliente. Después como a todos los demás, lo llevamos a la casa donde eran recibidos.

Dos horas más tarde, lo vimos salir. Seung estaba complacido.

-Han traído un buen cliente, - nos dijo mientras entregabamos las chamarras, ya que solo nos las darían para salir a la calle. - HOY si dales de cenar. - el maldito ordenó.

Ese día obtuvimos un par de chamarras, un desayuno caliente y una cena. Pero sobre todo, alguien que desde ese momento comenzó a protegernos y aun no lo sabíamos.

Pasaron meses, no se cuántos el tiempo es difícil de contarse en ese lugar. El hombre nos veía a diario, lo único que hacía era comprarnos comida y hablar con nosotros.

DORMIRÉ CON EL ENEMIGO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora