Mi especialidad no es tanto en el Arte

122 21 293
                                    

Ella soltó un suspiro profundo, y yo le di el espacio para empezar; no me atrevía a tomar la iniciativa

— Esto es complicado, pero he tomado la decisión de marcharme —dijo, esforzándose por contener las lágrimas.

— ¿Marcharte? —pregunté, observándola directo a sus ojos almendrados.

— No puedo permanecer aquí viéndote día tras día, Jonathan. He estado cargando con este sentimiento durante varios meses, cuestionándome si era apropiado expresártelo. Mi intención era evitar esta situación, pero al final decidí hacerlo, y sucedió exactamente lo que temía: se ha creado una distancia entre nosotros o por lo menos así lo siento.

— Adri, te insto a que te tomes el tiempo necesario para reflexionar sobre la situación. Quisiera proponerte que tratemos de retomar las cosas como si nada hubiera ocurrido, tu manejas esta oficina a la perfección y lo sabes.

— Sí, pero no es por ti. Es por mí. No puedo verte solo como mi jefe. Me gustas mucho, Jonathan, y prefiero alejarme.

Suspiré con fuerza, sin emitir palabra, mientras ella continuaba.

«Entiende que cada mañana deseo entrar aquí con tu taza de café y desnudarme frente a ti para que me notes, para que me veas con otros ojos y me hagas el amor —dijo, mordiéndose el labio.»

— Y si tú haces eso, sabes que te voy a corresponder, pero en el fondo eres consciente de que no soy el indicado para ti. Adri, tus estudios están por terminar. Sabes que puedes seguir aquí; además, esta es tu única fuente de ingresos. ¿Cómo puedes dejarlo todo por esto?

— Para ti no significa nada, pero para mí sí.

Me aproximé a ella y sujeté sus manos, las cuales se sentían frías como el hielo. Era evidente que sus piernas temblaban.

— Para mí, significa mucho más de lo que tú crees. Tanto, que fui sincero contigo y te dije que mereces algo mejor.

— Pero yo no quiero algo mejor. Te quiero a ti, quiero que tú me entiendas y no me veas como una niña. Te quiero a ti.

— Por favor, quédate. Sé que no debería pedirlo de esta manera, pero prácticamente te estoy suplicando que no te vayas.

— No puedo, me dijo con una lágrima deslizándose lentamente por su mejilla, una lágrima que ya no pudo contener y que yo rescaté con mi pulgar.

«Dime algo, ¿podrías hacer un esfuerzo para verme con otros ojos si me quedo?»

— Podría hacerlo, claro, pero no lo haré. No quiero destrozarte la vida", respondí sinceramente.

— Entonces, no tengo nada más que hacer aquí, expresó con determinación.

— No puedo obligarte a quedarte. No tengo más que decirte, mi voz ya era de resignación.

— Hablaré con Maggie y les ayudaré con la persona nueva.

— Gracias, le dije tras un suspiro.

— ¿Puedo abrazarte?, me preguntó.

No le respondí; en cambio, la abracé inmediatamente y sentí cómo hundía su nariz en mí. Así, pegada tan fuerte a mí, me dijo:

«¿Alguna vez has amado el olor de alguien al punto de no imaginar qué harías sin deleitarte con ese olor? Porque si nunca te ha pasado, no podrías entenderme. Cada día al entrar por esa puerta, disfrutaba que cada rincón de esta oficina huele a ti.»

No respondí a su pregunta, pero comprendía perfectamente lo que decía. He experimentado el amor al punto de aferrarme al olor de alguien, forzando a mis sentidos a retenerlo. Las lágrimas de Adri resbalaban suavemente por sus mejillas. Ella salió de la oficina, y antes de cerrar la puerta, le dije: "Conéctame con Maggie".

Claris Olsen y los Fantasmas del PasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora