Recuerdas el primer día que te hable de ella

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Esa primera noche en casa de Lucy cenamos juntos, las sonrisas invadían toda la casa. Lucy contaba anécdotas mías y de Tere, Nicolás reía sin parar escuchando historias, y yo me sentía realmente agradecido por estar con ellos. Kenhan entró a la cocina, le dio un beso a Tere en la frente y se sentó junto a ella a comer. No podía evitar la expresión de descontento en mi rostro; sin embargo, era algo que iba a averiguar antes de irme nuevamente.

Pasadas las 2:00 am, todos dormían, pero yo no podía hacerlo. Mi mente daba vueltas una y mil veces. Salí hasta la parte trasera de la casa; había un pequeño patio con tres sillas y una hamaca. La vista era hermosa, con estrellas por todo el cielo y los árboles bailando al ritmo del viento. Respiraba el olor del lugar, el aire fresco. No mentiré, llamé a Maggie tres veces sin obtener un resultado positivo. En otra ocasión, sabría que me devolvería la llamada, pero esta vez no tendría éxito. Suspiré hondo, pasando las manos por mi cabeza.

—¿Sin poder dormir, cariño?

—No tienes idea de lo que extrañaba tu voz, nana.

Caminó unos pasos hacia mí, y quedamos frente a frente.

—¿Qué sucede?

—Mucho calor —dije para evitar la pregunta.

—¿Mucho calor? A mí no me puedes engañar. ¿Qué pasa?

—Intentaba llamar a Maggie.

—¿De madrugada?

—Bueno, ella siempre responde mis llamadas o las devuelve —dije con una sonrisa triste.

—No te afanes, devolverá la llamada como siempre, ya verás.

—No, nana, esta vez no llamará, estamos distanciados, por llamarlo de algún modo.

—Tú y Maggie nunca han estado distanciados —dijo frunciendo el ceño.

—Esta vez hay un mundo en medio de los dos, Nana. No sé si me estoy equivocando. Tengo tanto en mi cabeza, estoy confundido.

Ella se sentó en una de las sillas y me hizo una señal de que acercara la otra silla y me sentara junto a ella.

—Te escucho —susurró mientras tomaba mis manos.

—Es Claris —dije casi en una voz ahogada—. Estoy viéndome con ella. He vuelto a sentir cosas que tenía apagadas y que solo ella les daba sentido.

—¿Y el chico lindo que está durmiendo junto a mi cuarto en este momento? —me cuestionó.

—No sé, no sé qué quiero en estos momentos, y por eso Maggie está molesta. Me dijo que no la involucrara en esto.

—Cielo, Maggie ha sufrido mucho por ti, te ha amado lo más justo, ¿no crees que es eso? Que no la metas en este triángulo amoroso, ya estuvo en uno, es justo no estar en este.

—Y si tal vez no es un triángulo amoroso, nana, y si tal vez esta Maggie metida en esto y me da miedo aceptarlo. Me da pánico pensar incluso en eso. Ella es mi mejor amiga, nana.

—Yo creo que el problema es que no has escuchado a Maggie lo suficiente.

—Yo lo que creo nana, es que hay demasiadas cosas que explicar entre ambos. Porque sabes que, si pongo a Claris, a Nicolás y a Maggie en una balanza, no hay ni siquiera comparación.

—Yo también lo pienso, hijo, y yo no te puedo dar mejor consejo con ella que de que deben hablar y solucionar todo esto.

—Muero por hablar con ella —acepté con lágrimas en mis ojos—. ¿Qué es lo que me está pasando? Empecé a entender las palabras de Nicolás: "Mi mayor miedo no es Clarris. Creo que la mujer capaz de robar tu corazón no es tu exesposa."

Claris Olsen y los Fantasmas del PasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora