No me falles, confío en ti

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El viaje fue sumamente extenso y agotador, sin embargo, llevábamos el corazón lleno de alegría al saber que estábamos a punto de llegar. Tere nos informó que un hombre llamado Khenan se encargaría de ir por nosotros ya que el trayecto a casa no era accesible caminando. Al descender del auto nos despedimos de Nigel que nos había llevado durante cuatro largas horas y luego nos encontramos con un individuo que coincidía con la descripción de Tere.

Khenan, era un hombre cuyo aspecto me recordaba al de Tarzán, lucía una piel bronceada, casi como si fuera un modelo publicitario para protector solar. Su melena negra caía hasta los hombros, resaltando sus rasgos faciales. Nos aguardaba recostado sobre un vehículo de cajón, pero al percatarse de nuestra llegada, se incorporó con una amplia sonrisa en los labios, extendiendo un cálido saludo hacia nosotros.

—Tú debes de ser Jonathan —me dijo dirigiéndose a mí.

—El mismo —respondí mientras correspondía a su apretón de manos—. Él es Nicolás.

—Nicolás, un gusto. Bienvenidos, qué bueno que estén aquí.

Resultó ser un individuo sumamente agradable, aunque no recordaba que Tere o Luci me hubieran hablado de él en algún momento. Khenan condujo durante 35 minutos más hasta que finalmente llegamos a nuestro destino. Detuvo el auto en una plaza cubierta de césped, desde donde se podía apreciar prácticamente todo el pueblo. Khenan señaló un pequeño salón al aire libre.

—Jonathan, mira allá, Tere está dando clases. Voy por ella y en unos momentos vuelvo.

Paso delante de nuestros ojos poco a poco, Nico esperó junto a mí pacientemente. Minutos después, sus figuras se volvían más claras a medida que avanzaban hacia mí; mi corazón comenzó a acelerarse al sentir a Tere cada vez más cerca. Cuando finalmente estuvimos frente a frente, la abracé y la levanté, dándole varias vueltas mientras la mantenía fuertemente en mis brazos. En ese breve instante, seguramente le susurré la palabra "perdón". Ella se apartó de mí, tomando mi rostro entre sus manos.

—No digas nada, estoy feliz de tenerte aquí, aún no lo creo.

Sus ojos destilaban una chispa de felicidad mientras me abrazaba una y otra vez. Luego, su rostro se dirigió hacia Nico y aproveché para llamarlo y presentarlos.

—Nicolás, me han hablado mucho de ti. Bienvenido, es un gusto tenerte aquí.

—El gusto es mío, deseaba conocerlos.

—Y cuéntenme, ¿cómo los trató Khenan? —dijo mientras le guiñaba el ojo al hombre de cabello largo que nos había traído.

—Maravillosamente, es un gran guía —respondió Nico.

Ella agradeció a Khenan y acarició su brazo, lo cual activó mis celos de hermano. Arqueé la ceja sin comprender lo que estaba ocurriendo. De reojo, notaba cómo Nico disfrutaba viéndome celoso.

—Vamos —dijo Tere.

—Sí, claro, pero antes de ver a Luci, quisiera que pudiéramos conversar —le supliqué.

—Claro, por supuesto. Khenan, llévate a Nico a casa con las maletas —propuso Tere.

Ella y yo nos dirigimos al salón donde antes estaba dando clases. Se sentó en la pequeña mesa de su escritorio, y yo me quedé frente a ella. Antes de empezar a hablar, le acaricié la mejilla, observándola con asombro. La veía tan madura, tan mujer. Hace apenas unos años, era la niña a la que cuidaba y resguardaba, la misma niña a la que protegía y no permitía que nadie lastimara, mi pequeña hermanita.

—¿Qué pasa, Jona?

—Tere, no puedo simplemente entrar a casa como si no hubiera pasado nada. Tenemos que hablar. Quiero pedir disculpas y explicarte todo.

Claris Olsen y los Fantasmas del PasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora