Capitulo 20.

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Adara Mckee.

—No hay nada que discutir, Adara —dice tomando un sorbo de té—. No haré nada que no quieras desde ahora, eres libre de hacer lo que desees. Menos de irte.

—Gracias.

—Quería informarte que asistiremos a una fiesta hoy —informó mirándome fijamente—. Es importante que vayamos juntos.

—De acuerdo.

—¿Deseas algún analgésico para el dolor? —preguntó evidentemente preocupado.

—Oh, no te preocupes —susurro—. Estoy perfectamente bien.

—¿Segura, fuego?

—Totalmente, gracias por preocuparte.

—Siempre, eres mi esposa.

Quince minutos después ambos hemos acabado de desayunar. Sin embargo, Tynas recibió una llamada y se dirigió a su oficina. Él realmente era un hombre muy ocupado, e ignorando mis pensamientos me dirijo con los platos completamente sucios hacia la cocina.

Al bajar las escaleras y caminar por los pasillos hacia la cocina, encuentro el lugar completamente solo. Allí dejó los platos en su lugar y un ruido me hace sobresaltar. Camino hacia el lugar de donde proviene el sonido. Y observó detenidamente que es una de las habitaciones de los empleados, para mi sorpresa era la de Mar. Con cuidado y preocupación me acercó, sin embargo, antes de entrar me quedo completamente quieta y helada.

Allí adentro estaba el tío de Tynas. Vicenzo y tenía contra la pared a Mar. La pequeña joven estaba tratando de empujarlo, sin embargo, él hombre allí no se movía ni un centímetro.

Estaba por entrar a la habitación y hacer todo un espectáculo, sin embargo, me quedo completamente quieta. Vicenzo la está besando, y aunque Mar al principio lucha. Termina correspondiendo su beso salvaje.

—Eres mía, Mar —susurro Vicenzo—. Aléjate de ese hombre o te juro que lo mató.

—Tu y yo no tenemos nada, suéltame.

—Mi pequeña Mar, sin importar que eres mía.

—Déjame en paz, por favor.

—Sé que me deseas, siempre lo haz hecho —susurra—. Te cuestionas por buscar lo prohibido.

—Vicenzo.

—Dilo.

—Por favor.

—Dime lo que quiero oír.

—Te amo.

—Buena chica —dice Vicenzo besándola nuevamente.

Me alejo de la habitación, y llevo mis manos hacia mi boca y pecho. Este hombre era exactamente igual al estúpido de su sobrino.

Oh, Dios mío.

En esta familia todos están guardando secretos.

***

Me observó en el espejo por milésima vez, tenía un vestido de color rojo. Era demasiado hermoso y elegante, era largó, sin embargo, tenía una aventura que lo hacía observar sensual. Mi piel y cabello brillaban a juego con el vestido, tacones y maquillaje.

Sinceramente me había esforzado en verme muy guapa, y estaba orgullosa de mí misma. Aunque me fue imposible concentrarme ahora que conozco el secreto de Mar.

Y aunque haya descubierto su secreto, me sentía realmente mal. Era algo privado y terminé enterándome de una manera muy inapropiadamente, estaba realmente preocupada. No quería comentarle esto a Tynas, después de todo era un secreto.

—Te ves magnífica —dicen detrás de mí.

Me giro lentamente encontrándome con mi esposo, Tynas lleva un traje negro, sin embargo, algo llama mi atención y enciende mis mejillas. Su corbata es de color rojo, esta ajuego con mi vestido. Y eso me hace sentir sumamente feliz por alguna razón.

—Oh, muchas gracias —digo mirándolo fijamente—. Me gusta tu corbata.

—¿Eso es todo, Ara? —indago—. Me veo realmente atractivo para tí, mira nada más mi nuevo traje Armani.

—Egocéntrico.

—Siempre, esposa.

A continuación ambos estamos en el auto, Tynas tiene su mano entrelazada con la mía mientras vamos en camino. Y aún estoy muy inquieta, era la primera vez que iba a un evento público con él.

—No te pongas nerviosa, si alguien incomoda a mi esposa me encargaré.

—Eso te hace sonar como un criminal.

—Mmm, tal vez.

—Deja de bromear, Tynas.

—Lo siento, esposa.

Ambos continuamos el recorrido en silencio y media hora depuesto el auto se detiene, con atención observó el lugar. Mientras Tynas baja del auto para abrir mi puerta, cuando lo hace extiende su mano con una gran sonrisa y gustosa la aceptó.

Ambos ganamos toda la atención de las personas a nuestro alrededor, algunos paparazzis nos toman fotografías y Tynas me cubre con su pecho y manos. En el momento que entramos por la puerta principal, suspiro aliviada y él tomó mi rostro entre sus manos.

—¿Estás bien, amor?

Oh, Dios mío. Y aunque trate de no enamorarme de él, Tynas hace lo posible porque lo haga.

—Estoy bien, te lo agradezco.

Música demasiado alta, demasiada gente, demasiado alcohol. El hombre a mi lado observa todo con disgusto y niego sonriendo, Tynas observa detrás de nosotros y ve a los guardias. Sin embargo, él llama mi atención cuando toma mi mano y me atrae más a su lado.

—Entonces, ¿qué piensas?

—Me encanta —sonrió—. Muy elegante.

—A los magnates les gusta este tipo de lugares —coloca su mano en mi nuca e
inclinó mi cabeza hacia arriba—. La única razón por la que vendría a un club es porque esto es importante. Y estoy empezando a odiarlo.

—¿Por qué, si todo es muy bello?

—Porque me fijo en cada hombre que te mira, y aquí hay al menos veinte —dice, y luego agacho la cabeza para susurrarme al oído—. Tengo miedo que alguien intente arrebatarte, y sabes muy bien que tengo problemas de ira.

—Tynas.

El entierra sus dedos en mi cabello. Cierro los ojos y me dejo ahogar por la calidez de su toque, olvidándome de la gente que nos rodea. Un beso se posa en el lado derecho de mi mejilla. Otro beso, esta vez en la punta de la nariz, y siento que mis labios se curvan en una sonrisa. El siguiente beso se posa en la comisura de mi boca, y luego en mi mejilla izquierda.

Mantengo los ojos cerrados, esperando sus movimientos mientras mi boca se agranda aún más.

—Eres hermosa, Adara —susurro—. Me gusta que seas mi esposa.

—Gracias, Tynas.

—Soy un hombre muy celoso —dice haciendo que me muerda el labio para reprimir un gemido—. No llevo bien que otros hombres miren de reojo a mi mujer.

—Tynas, no deberías…

—Nadie puede mirarte, Adara. Solo yo.

Casada antes de amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora