Capitulo 5.0

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Melissa

Luego de ese nuestra poca comunicacion había disminuido drásticamente, apenas y me miraba. Aunque quería ir con él y decirle que no estaba en una relación con Harry, ya era demasiado tarde.

Le había contado lo sucedido a Harry, cosa a la que él accedió a seguir el juego. Un juego que me carcomía lo más profundo de mi ser. Jason llegaba tarde, en ocasiones pasado de copas, a veces hasta con mujeres... Me rompía el corazón, me dijo que me amaba ¿Y aún así se metía con otras? Tal vez por despecho pero ¿Qué ganaba con eso? ¿Ponerme celosa? Claro que no, ¿Hacerme sentir mal? Lo estaba logrando.

Si este era su castigo por yo decir esas palabras, había causado efecto en mí, lo suficiente como para llorar en el hombro de mi supuesto novio.

—  Ya, calma. Verás que el dolor pasará, además, sabes como es él. Lo hace para hacerte sentir mal.— su mano rozó con delicadeza mi cabello, hundiéndome más a su pecho.

— Si es eso lo que quiere, lo ha conseguido. Me siento de la mierda completamente.— admití dejándome sobar.

El soltó un suspiro suave.— Creo que es mejor que renuncies. No te....

— ¿Qué carajos estás diciendo?— lo interrumpí alejándome de su pecho.

— Solo digo que es mejor que renuncies. El verlo así te pone a tí mal.

— No lo haré. No puedo. Le hice una promesa a mi madre de quedarme en esa casa y cuidar de él. Y si eso significa romperme en pedazos, lo haré... Lo haré por mi madre.

— Pero Issa...

— Pero nada. Es lo mejor. Yo sabré vivir en el dolor.

Él asintió rindiendose. De ahí no tocamos ese tema y él sacó pláticas para hacerme olvidar de Jason durante las horas que estaba con él.

Llegué a casa, cansada pues tendría que volver al lugar donde recobraría mi dolor.
Apenas entré se escucharon gemidos. Mierda, mierda y más mierda. No otra vez. Era él y su prostituta de cuarta.

Estaba totalmente harta, enojada, triste, cansada. Me senté al pie de la escalera, aún escuchando esos sonidos que solo causaban dolor en mí. El asco y el enojo tomaron el control en mí al instante. Me levanté dispuesta a confrontarlo.
Me quité los zapatos y subí las escaleras. Me temblaban las manos, los pies, todo el cuerpo entero se estremecía mientras más me acercaba y esos sonidos se intensificaban.

Suspiré parada en la puerta, buscando fuerzas en mi interior para abrir esa barrera que se interponia en mí y la escena que estuviera adentro. Mi mano temblorosa se posó en la manija. Tomé una bocanada de aire y la giré rápidamente abriendo la puerta de golpe. Mi corazón palpitó rápidamente, mi mente se nubló, mis ojos igual. Todo mi cuerpo se tambaleó al sentir la mirada de él y de la mujer que lo acompañaba.

— ¿Qué mierda haces aquí? ¿No ves que nos interrumpes?— habló la mujer, ganándose mi mirada.

— Yo.... Yo....— las palabras no lograban abandonar mi cuerpo, al contrario, se quedaban atorada en mi garganta.

— Yo, yo, yo. Pareces estúpida hablando así.— Un sonrisa apareció en el rostro de Jason a las mención de las palabras de la acompañante.

— Le pido por favor que me respete. Usted no es....

— Cierre la boca, Kurvog.— Habló él interrumpiendome.— Usted es la que debe guardarle respeto a la dama. ¿Creé usted que por trabajar en mi casa tiene el derecho de tratar a mi invitada de esa manera? Manténgase en su lugar, donde pertenece y siempre pertenecerá ¿Me entendió?

Las palabras de él fueron como filosas dagas atravesando mi cuerpo, mi mente, mi corazón y mi alma. Sus palabras me destrozaron. Cualquier otra persona podría decirlo y no tendría en mismo efecto a que él las usará.

— Kurvog, responda cuando le hablo. ¿Me entendió o debo explicárselo con imágenes incluidas?— dichas palabras ocasionaron la risa de la chica que se encontraba encima de él.

— No, señor. Entendí a la perfección.— respondí tratando de mantenerme al margen.

— Bien. Ahora váyase y no vuelva a interrumpir o la echaré de aquí.— asentí cerrando la puerta.

Rompí en un llanto silencioso. ¿Cómo se había atrevido a hablarme así enfrente de otra persona? ¿Con qué derecho? Esto había sido la gota que derramó el vaso. No iba a soportar tal humillación.

Caminé arrastras a mi habitación. Esperando a que los sonidos cesaran. Pero mientras esperaba empacaba las maletas para marcharme de ese lugar. Estaba rompiendo la promesa que le había hecho a mi madre, pero mi salud mental y emocional era primero que todo.

Los sonidos cesaron, así que ya habían acabado. Salí y los ví bajando a ambos por las escaleras.

Tomé mis maletas y lo esperé enfrente de su oficina que tenía en casa, donde horas antes me había humillado de la peor forma posible.

— ¿A dónde va con esas maletas, Kurvog?— preguntó acercándose a dónde me encontraba.

— Vengo a decirle que renuncio y que me iré de inmediato.

Su rostro se tornó pálido. Sus ojos se agrandaron más.

— ¿Cómo dijo?

— Que renuncio. Gracias por darme un techo donde vivir y un trabajo aquí. Pero mi ciclo acabó y debo irme.

— No te puedes ir.— mencionó alejando mis maletas de mí.

— ¿Por qué usted lo dice? Ja, no me haga reír. Me voy si así lo deseo.— traté de quitarle las maletas pero él me empujó estampadome contra la puerta.

— Te dije que no te puedes ir y no te irás. Te quedarás.

— Usted no me dice que hacer o no. Me iré. No voy a aguantar una humillación más de usted ¿Creé que por ser mi jefe le da el derecho de tratarme así enfrente de esa, eh? No, usted no tiene ese derecho.

— ¿Estás así por lo que te dije?— mi silencio lo comprobó.— lo lamento ¿Sí? Se me fué un poco la mano en ello. No volverá a pasar.

— Un lo lamento no soluciona nada. Mi decisión ya está tomada y no hay vuelta a atrás. Y si me disculpa.— me alejé y le quite las maletas.— me iré. Adiós.

Jason

Verla irse me mataba, me derrumbaba. Cómo pude ser tan tonto en haber hecho eso. Si pudiera retroceder el tiempo lo haría, pero no puedo y ahora la estoy perdiendo.

Verla bajar las escaleras sin mirar atrás...

« Mimi, voltea a verme... Por favor »

Siguió su camino sin mirar atrás. Sabía que ella al tomar una decisión nunca se retractaria. Soy un imbécil, ahora volví a perderla, ahora quizás para siempre.

— Melissa, reconsideralo.— hablé yendo detrás de ella.

— No debo reconsiderar nada. Es mi decisión final. Ten buena suerte, Jason.

Mi jodido nombre salió de su boca en un tono frío. La puerta se cerró. Dándome a entender que esta casa había vuelto a ser vacía y fría y la compañía de ella no la tendría.

El ambiente se tornó frío y desolado, aunque sea antes éramos dos personas en la casa. Ella haciendo ruido en la cocina, sala y comedor, pero había sonidos, ahora solo hay un vacío extenso.

........

Muy mal, Jason, muy mal.

Esperen el próximo capítulo. 🙀

La Duna del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora