Mi cuerpo se removía en la cama al escuchar el sonido de esa molesta alarma, otro día más en lo que debo levantarme tempano.
Solté un suspiro antes de rendirme y por fin levantarme. De inmediato caminé al baño; tenía que darme una ducha para poder levantarme mejor y disfrutar de las próximas horas de limpieza en esta casa.
El agua golpeaba con suavidad mi cuerpo, la sensación de frialdad de la misma me hacía temblar de apoco. Pasé el jabón por todo mi cuerpo, restregandolo con una pequeña esponja de baño.
Al estar totalmente segura de haber cubierto cada parte de mi cuerpo con jabón, procedí a enjuagar, ya la sensación de frío se había ido, mi cuerpo se había nivelado a la temperatura del agua, haciéndome capaz de soportarlo.
Cubrí mi cuerpo con una toalla que al salir del baño utilicé para secarme bien. Me dispuse a buscar una prenda de ropa cómoda para mí.
Al estar ya vestida y arreglada completamente, salí. Caminé por el pasillo que se encontraba un poco oscuro por la disminución de las lámparas encendidas. Bajé las escaleras sin hacer demasiado ruido; al estar ya abajo me dirigí directamente a la cocina.
Comencé a preparar el desayuno cómo era de costumbre. Al estar todo listo, coloqué un plato sobre la mesa, sirviendo la comida de inmediato acompañado de un café muy cargado.
Subí las escaleras, encaminandome a una habitación cercana, la habitación principal de la mansión. Toqué la puerta, pero no hubo respuesta alguna de la parte interior de la habitación, a lo que encontré raro pues ya a esta hora mi jefe debería estar despierto.
Preocupada me adentré a la habitación, me acerque con cuidado a la gran cama que se divisaba en el centro de esta.
— Señor, debe despertar. — solté en un susurro suave y delicado mientras me acerca dispuesta a moverlo.
— ¿Qué te he dicho de tocar, Melissa? — Una voz habló a mis espalda mientras encendía la luz, haciéndome sobresaltar al instante. Aquella voz la reconocí de inmediato dándome vuelta lentamente.
— Lo siento, señor, toqué pero no... —Me quedé callada al ver el torso desnudo del hombre parado a unos cuantos metros de mí. Tragué en seco.— No hubo respuesta. Me preocupé.
— Uhm. Bueno. Sal de inmediato, pronto bajaré.— Habló dirigiéndose al gran armario. Yo asentí y salí.
Mi corazón latía con fuerza, mi respiración se había descontrolado, la escena se repetía en mi cabeza a cada segundo.
Dios, era el hombre más guapo y sexy que había conocido en toda mi jodida vida. Aunque llevaba tiempo trabajando con él, recién comencé a verlo con otros ojos, eso me asustaba demasiado. No podía quererlo, era el típico hombre sexoso y mujeriego, es más, es el hombre más sexoso y mujeriego que haya visto.
Sacudí mi cabeza alejando todos esos pensamientos. Debía concentrarme en el trabajo. Me dispuse a bajar al comedor, para poder esperarlo. Me quedé de pies a un costado un poco alejado de su silla. A los pocos minutos él llegó a donde estaba, con uno de sus trajes, se veía demasiado... Apetecible.
Los trajes que solía usar le quedaban a la perfección, resaltaban la gran figura que él tenía. Mis ojos viajaron por todo su cuerpo, inspeccionandolo mientras mordía mi labio. Mis pensamientos juegan siempre en mi contra cuando lo veo.
— Sé que te gusto, pero no es necesario que seas tan obvia.— dijo con una sonrisa ladina en su rostro mirándome.
—su voz de inmediato me sacó de mis pensamientos, poniendo toda mi atención a él.— Debería dudarlo, señor, nunca me gustaría alguien como usted.— Voltee mi mirada para otra dirección ocasionando que él soltara una carcajada.
— Como digas, Melissa. Eso no te lo crees.— comentó llevando un poco de su desayuno a la boca.
Rodeé mis ojos un poco junto con una mueca.
—Él volvió a mirarme con el ceño fruncido.— ¿No piensas comer?
— No.— respondí al instante.
— Como quieras.— dijo levantándose.— regresaré en tres horas, ya sabes que tienes que hacer. Vendrá una visita.
— ¿quiere que prepare una habitación extra o mejor que duerma con usted?— solté en un tono de sarcasmo e ironía, ganandome una mala mirada de él.
— Deja de decir boberías, no se va a quedar.
— Sí, claro, eso mismo dijo hace dos semanas y si no mal recuerdo, se quedó durante dos días. Prefiero que me diga si quiere que arregle una habitación exclusivamente para ella o usará la suya como la última vez.— Voltee a mirarlo mientras recogía los platos.
— No seas tan imprudente conmigo, Melissa. Cuida tus palabras.— su dedo índice me señalaba con autoridad.
— ¿O sino qué?— alcé una de mis cejas esperando su respuesta.
— No sé por qué sigo hablando contigo. Me voy.
Tomó su boletín y caminó por el pasillo desapareciendo en unos cuantos segundos.
En mis labios se formó una sonrisa ligera. Realmente era la única que lo dejaba de sin palabra, pero sabía que no debía exceder los límites. Él los tenía, o eso pensé yo. El señor Jason es realmente un hombre del cual hay que esperar de todo, aunque realmente a mí no me asustaba como tal.
Jason
Había llegado ya a la compañía, realmente solo iba a firmar unos papeles. Ingresé a la oficina seguido de mi secretaria que solo venía parloteando, me estresaba demasiado escucharla.
— ¡Maldita sea, ya cállate! — grité soltando un manotazo en el escritorio, haciendo que ella se sonresaltara. Respiré profundamente.— Dame esos papeles, los firmaré. Quiero que canceles todas las cosas de mi agenda, saldré hoy.
— Pero señor, tiene una reunión con..-
— No te pregunté, te dije que cancelaras todo.
Ella asintió y salió de la oficina. Firmé todos los papeles pendientes hasta que recibí una llamada que me hizo sonreír al instante.
— Ya voy en camino, espérame.
Corté la llamada y rápidamente salí de la oficina directamente a la salida.
HOLA! Bueno, es un nueva historia producto de mi imaginación jajsjsj.
He, agradecería que por favor votaras y compartieran esta historia con amigos. 🤎
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La Duna del amor
RomansaEn un mundo donde las líneas entre el amor y el deber se desdibujan, Melissa, la hija de una empleada, se encuentra atrapada en una trama de sentimientos contradictorios. Tras la muerte de su madre, Melissa asume el papel de su madre en la mansión d...