1. Salvación

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Despertó en una especie de carpa. Una mujer, pelo negro y desordenado, de tez blanca y de baja estatura, más o menos de quince años, tal vez más, tal vez menos, estaba sentada al lado de el catre en el que él se encontraba. Intentó levantarse, pero le dolía tanto el estómago que mejor se quedó acostado. Quería volver a dormir, y no tenía la energía suficiente como para ponerse a pensar en quien era esa mujer, o en como estaba vivo, o si solo era un sueño antes de irse al más allá.
–Chico, ya despertaste?–. Newt volvió a abrir los ojos, y los puso en la mujer que le había hablado.

–Uhm, Si. ¿Dónde estoy?–. Hablaba con voz ronca, debido a que se acababa de despertar.

–Eso no importa. Lo que importa es que estás con nosotros y estás bien.

Newt recordó a su amigo, y lo que le había dicho antes del disparo. Nada de lo que le había dicho era cierto. Había perdido la cabeza. Recordó todas las palabras que dijo:

"Shuck! ¡Cierra la boca, traidor! ¿Acaso no leíste mi nota? ¿No puedes hacer ni una miserable cosa por mi? ¿Tienes que ser el mismo héroe de siempre? ¡Te odio! ¡Siempre te odié!". Nada de eso era cierto, quería mucho a Thomas.

"¡Te odio, Tommy!, ¡Te odio, te odio, te odio! ¡Después de todo lo que hice por ti, después de toda la garlopa que soporte en el maldito laberinto, no puedes hacer la única cosa que te pedí en toda mi vida! ¡Ni siquiera puedo soportar la asquerosa visión de tu cara miertera!", ahora que pensaba en todo lo que había dicho, se arrepentía. Lo único que deseaba en ese momento era morir, quería que su amigo lo matara, y no pensaba en lo que él estaría sintiendo en ese momento. Que egoísta fue.

–Mis amigos–. Dijo Newt intentando levantarse de nuevo, ahora con una razón para hacerlo.

–Hey, chico, ¿Que estás intentando?, no puedes levantarte.

–Tengo que buscar a mis amigos–. Le dolía mucho el estómago, pero necesitaba buscar a sus amigos, de verdad quería verlos.

–Los verás, pero primero debes sanar, no estás para nada bien, hace apenas ante-ayer que sacamos la bala de tu estómago, debes descansar, luego yo misma te ayudaré a buscar a tus amigos, ¿De acuerdo?.

Newt la vió por unos segundos, sin saber si confiar en ella o no, pero decidió que confiaría en ella, ya que lo había salvado.

–Esta bien–. Volvió a acostarse.
Se encontraba despojado de su camisa, y con una venda al rededor de su barriga, y así volvió a dormir.
Comenzó a soñar. Veía la cara aterrorizada de uno de sus mejores amigos, con los ojos llorosos, y se escuchaba a si mismo gritando algo que jamás creyó poderle gritar a alguien a quien quería tanto: "¡Te odio, Tommy!", "¡Te odio, te odio, te odio! ¡Siempre te odié!", "¡Mátame, demuéstrame que por una vez en tu vida puedes hacer lo correcto, mátame!". Le dolía ver a su amigo mirándolo aterrado, ¿Él realmente le temía?. Newt tuvo un pequeño momento de cordura, en el que sus ojos se iluminaron, y logró decir: "Por favor, Tommy. Por favor". El fuerte sonido del disparo lo despertó. Sudando y asustado, se sentó en el catre en el que se encontraba, respirando agitado, y trató de calmarse, cuando la mujer de antes entró corriendo.

–¡Chico!, ¿Te encuentras bien?–, comenzó a revisarle la herida.

–Si, si, me encuentro bien, solo tuve una pesadilla... O más bien un recuerdo.

–Oh, ya veo. Lo lamento–, alejó sus manos del cuerpo del rubio y se sentó.

–No tengas pena, agradezco la preocupación.

–Okey... Por cierto, mi nombre es Eva, ¿Y tú eres?.

–Mucho gusto Eva, mi nombre es Newt–. Le dedicó una sonrisa a la chica.

–Newt, ¿Por qué ese nombre?.

Comenzó a recordar cuando Thomas les habia dicho el significado de sus peculiares nombres, y sonrió.

–Una muy larga historia.

–Entiendo–. La chica le sonrió. –Me dijeron que en unos días podría acompañarte a buscar a tus amigos, te has mejorado muy rápido.

–Que bien, muchas gracias.

–No hay de que, Newt–. La chica tomó su mano. Newt solo reaccionó a sonreírle.

Los días parecían una eternidad para Newt, tenía tantas ganas de ver a Minho, Sartén, un poco a Teresa, y los demás habitantes, pero sobre todo a Thomas, Tommy. Hace ya tiempo que había descubierto que sentía hacía él y se sentía raro, pero había aceptado que no podía cambiar eso, no podía reemplazar los sentimientos que tenía hacia su amigo, por odio, trató, y no pudo, seguía sintiendo mariposas cuando pensaba en él, y los días que había pasado en ese lugar, lo único que se encontraba en su cabeza era él, Thomas.
Llegó el día, Eva, quien le había cocinado para que comiera y se mantuviera saludable, llegó a su catre, emocionada, y saltando mientras corría y gritaba su nombre.

–¡Newt, Newt, Newt! ¡Adivina qué!–. Newt dejo el libro que leía a un lado, y volteó a ver con una sonrisa a su ahora amiga. Había pasado horas hablando con ella, y le había caído bien, era su única amiga desde que había despertado ahí, tal vez solo le permitían a ella entrar a cuidarlo, por qué en toda su estadía en ese lugar no había visto a nadie más que a Eva.

Newt se sentó en el catre, ya no me dolía tanto la herida, pero le provocaba molestia.

–¿Qué pasa, Eva?–. El verla tan emocionada hizo que sonriera.

–¡Es hoy, Newt, es hoy!–, se puso al lado del catre, y saltaba mientras daba vueltas.

–¿Es que?–. Newt la miraba confundido, no recordaba que tenía que emocionarlo.

–¡Hoy podemos ir a buscar a tus amigos!.

Sintió que un aire de felicidad recorría su cuerpo, por primera vez en mucho tiempo se sintió emocionado, tal vez hasta feliz.

–Es... ¿En serio?–. Sonreía de oreja a oreja, sentía que podía gritar de felicidad. Por un momento se olvidó del mundo que lo rodeaba: de los cranks, de las llamas del sol, del laberinto, de lo que había perdido en el pasado. Solo podía pensar en que iba a poder ver a sus amigos de nuevo.

–¡Levántate y prepara lo que necesites, Newt, nos vamos lo más antes posible!–, Eva corrió fuera de la carpa, Newt supuso que fue a preparar sus propias cosas.
Se levantó y fue a buscar sus cosas, la poca ropa que Eva le habia dado, y de repente vió su chamarra, ensangrentada por la sangre que había perdido después del disparo.
Preparó lo que encontró que era suyo y lo que supuso que le podía servir, divisó un par de armas y las metió en su pequeña mochila, también vió un cuchillo y no dudo en guardarlo. Estaba listo para irse a una nueva y desastrosa aventura, pero no importaba que tanto tuviera que pasar, que tanto sufrimiento tendría que pasar, sabía que todo eso no iba a importar en el momento en el que vea a sus amigos y pueda abrazarlos como nunca lo hizo.
«Solo espero se encuentren bien», pensó Newt.

Eva entró a la carpa.

–Estoy lista, Newt, ¿Y tú?

–Claro que lo estoy, vámonos de una buena vez.

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