»10« Hermano.

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- Los tenemos en la mira. Comandante. De la orden y acabaremos con todos. - Ambos soldados desde las colinas se aseguraban que ninguno tirara una chispa de fuego al rastro de gasolina.

- Mantenga posición y dispare solo si es necesario soldado. ¿Comprendido? - Respondió su comandante al auricular.

- Entendido.

- ¿Qué dijo? - Su compañero apuntaba con un ojo sobre la mirilla.

- Simple. Que no nos vean y solo mata si es necesario. Osea, si alguno pretende encender el fuego. Como ese imbécil. - Un narco más se apresuraba a tomar el encendedor pero apenas se acercó cayó cual costal de carne.

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- ¿Alcanzas a ver algo más? Tengo poca visibilidad desde aquí. - Le preguntaste a Soap estando sobre costales apilados para poder apuntar desde una pequeña ventana elevada en la pared, habías retirado una de las tablas que la cubría.

- Esos hijos de puta. No puedo creer que hayan encontrado el lugar tan rápido. - Alejandro no toleraba la situación. Primero habían destruido su rancho y ahora su refugio. Tenían un arsenal entero y una camioneta blindada. Todo para defenderse y sin embargo sentía que habían quedado desprotegidos. Ese era el único lugar seguro que le quedaba.

- Dijiste que estaba bien escondido, Soap. - Reclamo Gaz.

- No les había preocupado encontrar el lugar. Si empezaron a investigar era probable que lo encontraran. - Respondió Ghost.

Nuevamente empezaron a intercambiar balas. Algunas perforaban la madera y otras chocaban en las ventanas justo donde se asomaban para poder disparar. Dos o tres narcos más cayeron pero eran multitud.

- Que carajo... ¿Huelen eso? Es... Gasolina. - Te concentraste en el olor, pues el lado donde te encontrabas era el que habian empapado con el líquido.

- ¿Otra vez intentan prendernos fuego? - Respondió Alejandro con exasperación como si fuera la idea más estúpida que se les ocurriera a los enemigos. - No esta vez. No mi maldito refugio. - Se apresuro a entrar en el arsenal y tomar una ametralladora ligera, aunque de ligera tenía poco ya que requería de firmeza y fuerza para poder portarla.

Lo viste con atención cuando salió con el arma. Casi es como si vieras a un suicida cuando salió por la puerta trasera sin importarle si hubiera enemigos. Por fortuna todos se encontraba en la parte frontal dándole tiempo de moverse y posicionarse.

- Es un maldito loco. - Refirió Soap para salir en su respaldo.

- Los demás mantengamos posición. Cubran lo más que puedan. - Ordenó Price.

El resto siguieron disparando. Carlos, el pobre Carlos. Estaba arrinconado en el sector de armamento. Ni de loco tomaría un arma, tan solo se mantenía en el suelo con la cabeza baja cubriendo sus oídos. Las detonaciones casi lo hacían llorar y peor cuando pensaba que moriría en cualquier instante.

- Capitán. Hay varios al fondo detrás de los árboles. - Apuntó Gaz con cuidado al asomarse.

- Dejaselos al Coronel. Encárgate de los cercanos. - Prosiguió disparando hasta derribar a uno más con un tiro limpio a la cabeza.

También habías derribado unos cuantos. Alejandro salió por un costado del refugio disparando a quemaropa. Un calibre tan pesado destrozaba el cuerpo del enemigo. En un momento disparo tantas balas al mismo hombre que casi le desprende el brazo del hombro. Este chillo y gritó desgarradoramente, pero era música para oídos del Coronel.

Renegado - Alejandro Vargas©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora