♡Capítulo No 6♡

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Al entrar, el diseñador no tardo en darle la bienvenida.

—Deseo ropa para este chico, trae a los probadores todo lo que crees que pueda quedarle.

—Sí Joven— Saint le sonrió para que se sintiera más relajado y cuando estaban en los probadores recibieron todo tipo de ropa; casual, elegante, pijamas, ropa de baño, trajes de baño.

Zee tomó algunas prendas y las inspeccionó con la mirada.

—Puedes irte— le ordenó al hombre y cerró la puerta con seguro. Saint empezaba a sentirse demasiado inquieto, no quería que algo como lo del sofá viniera a repetirse en un lugar así—. Quítate la ropa.

—¿Eh? Puedo entrar al probador.

—Claro que no. Quiero ver tu cuerpo desnudo.

—¿Para qué?

—¿Cómo que para qué? Deja de hacer preguntas como si fueras un humano.

Agh, olvídalo. Yo te quitaré la ropa.

Zee se acercó hasta él... no podía negarse, no podía salir corriendo y mucho menos podía pedirle que se detuviera. Se suponía que él era un androide y Zee era su dueño, así que estaba en el derecho de hacer lo que mejor le placiera.

Fue desabotonando su camisa y la dejo caer en el suelo, aflojó el cinturón de sus pantalones y abrió el botón del borde para bajarlos muy lentamente, todo lo que él tuvo que hacer fue levantar los pies para que el pantalón fuese liberado de su cuerpo. Zee lo admiró durante unos segundos y procedió a quitar la siguiente prenda... le deslizó los bóxer muy suavemente por sus piernas, pero ahora se inclinó para ser él quien los quitara por completo, le sacó los calcetines y Saint se sentía incapaz de mirarlo.

El pelinegro acortó la distancia y pasó su lengua desde su oreja, hasta su cadera descendiendo muy lentamente. Saint se estremeció al contacto y apretó los ojos encogiéndose de hombros.

—¿Por qué tan tenso?— un susurro en su oído que le hizo abrir los ojos—. Definitivamente te crearon con un cuerpo perfecto, eres tan cálido y tienes una piel tan suave que me hace desearte sin poder contenerme— lo rodeó con sus fuertes brazos y le besó el cuello. Descendió con un par de lamidas hasta su pecho y le mordió un pezón.

—Agh...— se quejó, pero Zee lo cargó para recostarlo sobre un pequeño sofá, arrojando la ropa nueva al suelo. Le abrió las piernas y se colocó entre ellas abriendo su pantalón y bajándose la ropa interior para sacar su pene erecto. Los ojos de Saint se abrieron muchísimo ¿Qué iba hacer?

Zee no dijo nada, se lamió los labios y le dedicó una mirada para después encontrar su entrada palpando un poco con la punta de su pene.

Saint apretó los ojos y sintió que estaba tratando de penetrarlo. Se cubrió el rostro e intento ahogar un grito que estuvo a punto de soltar, con solo sentir que Zee entraba un poco en él, sintió que se rompía. No entraba, simplemente no entraría, entonces gritó.

—¿Qué demonios?— Lo escuchó decir con voz ronca.

—Duele— no pudo contenerlo más, sus lagrimas salieron y se escuchó a si mismo sollozando—. En verdad duele muchísimo.

—Perdón. Perdóname, lo siento— Zee lo estaba limpiando con una de las prendas de ropa que había lanzado al suelo y cuando se sintió listo para volver a abrir sus ojos, Zee tenía una expresión horrorizada, estaba asustado.

Saint pudo ver que Zee limpiaba un poco de sangre proveniente de su entrada—. No creí que te lastimaría— sus manos temblaban. Lo lamento tanto Saint.

Cuando terminó de limpiarlo, se puso de pie volviendo a acomodar su ropa—. Vístete, nos llevaremos todo. Te espero en el auto— salió de ahí. Saint se incorporó viendo algunas manchas de sangre sobre el sofá y se sintió demasiado avergonzado.

Volvió a ponerse su ropa y el empleado del lugar vino para acomodar todo en bolsas.

Cuando llegó al auto, Zee abrió la cajuela para él y durante todo el camino de regreso a su mansión, no dijo una sola palabra.

Ya era de noche así que le ordenó que fuera a bañarse, le indicó donde estaba la habitación, pero le dijo que se asegurara de cenar lo que preparó para él.

Con la pijama puesta y una toalla en el cuello absorbiendo las pequeñas gotas de agua que escurrían de su cabello, fue a la cocina y sonrió ante un plato con hot cakes y fruta que Zee dejó para él. Lo comió confirmando que en serio ese hombre cocinaba delicioso.

Mientras subía las escaleras, sus piernas temblaban un poco, como si recordaran el dolor que sintió horas atrás.

Al entrar, vio que era una habitación limpia y agradable, con una gran cama y un armario gigantesco en el que Zee había acomodado su ropa nueva junto a la de él.

—Ven aquí— le ordenó desde la cama, levantando las cobijas para que pudiera recostarse a su lado. Hubo un poco de silencio, luego Zee chasqueó los dedos haciendo que las luces se apagaran y sólo una pequeña lámpara en su cabecera iluminara el lugar—. Vamos a dormir.

Saint no dejaba de preguntarse porque ahora estaba tan callado. Obedeció y se metió en la cama, sin embargo el pelinegro le pidió que se diera la vuelta para estar más cerca de él.

Le sorprendió rodeándole con los brazos y dejando un beso en su frente—. Perdón por lo de esta tarde. No pensé que tu diseño fuera tan realista.

—Estoy bien— se estremeció ante sus palabras y entre sus brazos.

—Eres mejor de lo que pensé Saint, creo que debo ir contigo paso a paso.

—Gracias Zee y perdón por tener errores como ese.

—No. No— Zee lo tomó del rostro—. No podrías ser un error, de ninguna manera lo serías— dijo y lo besó. La sensación no dejaba de ser inesperada, pero guiado por sus impulsos y los pocos conocimientos que tenía sobre ser un buen besador, se dejó llevar y correspondió más rápido que en su primer beso. Disfrutó de la lengua de Zee atrapando la suya y le agradaron los sonidos que producían mientras se besaban, era demasiado intenso, así que lo atacaba con todo y él se sentía perdido con esas acciones.

—Iremos poco a poco— lo escuchó mencionar y fue sintiendo las manos de Zee colándose entre el pantalón de su pijama y su ropa interior. Sintió caricias suaves y firmes que apretaban su pene para hacerlo reaccionar. Zee le besaba el cuello, las orejas y regresaba a sus labios haciendo que se sintiera en medio de una fantasía sexual.

¡Estaba duro! Él se puso duro bajo el toqueteo de un hombre ¡Un hombre!

Sintió el vaivén de la mano caliente y grande de Zee que provocaba una fricción asombrosa, estaba tan excitado que su respiración dejo de ser funcional. Entre gemidos ahogados y la respiración contenida, se corrió en la mano del pelinegro que pronto estaba lamiéndose los dedos con total satisfacción.

—Zee...— Saint agradeció que estuviera obscuro para que Zee no pudiera ver su rostro después del orgasmo.

—Mew no se equivoco al diseñarte para mí. Eres todo lo que hubiera deseado— retiró cada gota del fluido blanco y viscoso que tenía entre los dedos—.Más adelante haré que te pongas duro, metiendo mis dedos en tu entrada— dijo y volvió a besar su frente y sellando la promesa con un beso en sus labios.

💙🤖❤️

ENAMORADO DE UN ROBOT Donde viven las historias. Descúbrelo ahora