♡Capítulo No 10♡

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Mientras preparaba el desayuno, recordaba lo que había pasado con Saint ¿Había escuchado bien? ¿Saint le había dicho que lo quería?

Era normal pensar que como una excelente máquina, reprodujera los sentimientos que él estaba mostrando por mera imitación, pero la forma en que Saint se lo dijo; mirándolo a los ojos, acariciándole la piel y respirando pesadamente después de un beso, lo hacía parecer como si en realidad estuviera frente a un ser humano.

Zee se removió por toda la cocina, dándose cuenta que no conseguía concentrarse en lo que estaba preparando debido a esas dos simples palabras que salieron de los labios de Saint. Su corazón no dejaba de latir cada día más fuerte con lo que estaba experimentando y se sentía algo tonto e inmaduro.

Saint bajó como parte de ese hábito que desarrollaron cada mañana, Zee le puso el plato enfrente, pero sabía que algo no andaba bien.

-¿Otra vez dejarás el plato casi intacto?- Saint llevaba tres días sin comer apropiadamente y en cada noche de esos tres días, lo encontró despierto a mitad de la madrugada, dando vueltas en la cama sin poder quedarse quieto.

-No he sentido mucha necesidad de comer.

-¿Y de dormir tampoco?

-Así es- le observó apoyar el mentón sobre sus manos y mirar hacia el jardín. Zee suspiró y se dedicó entonces a desayunar. Comprendía que Saint era una máquina a final de cuentas y no debía haber nada extraño si pasaba unos días sin probar la comida ¿Entonces por qué diantres no dejaba de preocuparse por él?

-¿No crees que algo se haya averiado en ti? ¿Debería llamar a Mew?- preguntó eso sin afán de molestar ni nada. Y lo que obtuvo como respuesta fue un Saint que lo miró entrecerrando los ojos y apretó los puños sobre la mesa.

-¿Puedes leer el ambiente? Estoy desanimado, no me siento bien. Creo que estoy triste.

-¿Triste? No pedí que fueras diseñado con la emoción de la tristeza.

-Deja de hablar de mí como si fuera una simple máquina.

-Saint, tú lo eres ¿Por qué estás actuando como un humano ofendido?

- ¡Iré al jardín! Y no vengas detrás de mí- ¿Qué rayos fue esa reacción? ¿En serio ellos acababan de discutir?

Zee no entendió en lo absoluto qué fue lo que hizo mal. Permaneció suspirando durante unos minutos hasta que el sonido de su celular le hizo retomar la compostura. Era Joss ¿Qué rayos quería ahora? No era normal que lo llamara por asuntos del trabajo dos veces en un lapso tan corto.

-Dime que estás solo, necesito que estés solo para hablarte sobre esto.

-Estoy solo ¿A qué viene el misterio? Dijo y se reacomodó en su silla, mientras continuó desayunando.

-Se trata de ese chico, Suppapong.

-Él no es un chico, te dije que es un androide.

-Escucha Zee, él te está viendo la cara. No sé a qué demonios está jugando, pero él definitivamente es humano. Tuve mis dudas durante algunos días, pero he confirmado que es Saint Suppapong, tiene 22 años y es egresado de la universidad de ciencias de la ingeniería. Él fue mi alumno, estaba seguro que lo conocía de alguna parte.

Zee prefirió guardar silencio para procesar información de esa magnitud, sus ojos miraban al vació y se perdía en cientos de pensamientos. Recordando el día en que Saint se apareció en su puerta, pudo notar unas gotas de sudor en su rostro, pero había decidido ignorarlas a causa de la atracción y la satisfacción inmediata que le provocó conocerlo. Luego estaba la ocasión en que le hizo sangrar tratando de penetrarlo sin una preparación previa, se lo atribuyó a la idea de que Mew hacia cosas perfectas y a que Saint era un diseño demasiado realista. No, no podía ser verdad.

-¿Estás seguro?

-Completamente. ¿Por qué no lo compruebas? Hazlo quedar al descubierto, debe parecerle muy divertido estar jugando a ser el robot perfecto mientras se contonea en una vida llena de comodidades viviendo contigo- un comentario así, era suficiente para que Zee se sintiera traicionado, idéntico a cómo le pasó en todas sus malditas relaciones.

Colgó el teléfono sin despedirse y sin dar oportunidad a que Joss siguiera saturándole la mente con ideas.

Dejó el desayuno de lado y decidió ir al jardín, ocultándose para que Saint no lo viera. Permaneció detrás de un árbol de tronco grueso con el propósito de estar fuera de su vista y sin riesgos de ser descubierto.

Saint no hacía nada en concreto, pero le veía cerrar los ojos y frotarse la cabeza con frustración.

Claro, debía sentirse acorralado después de haber visto a Joss quien fuera su profesor. Ahora entendía por qué tanta incomodidad el día que los presentó. No había duda, Saint era tan humano que modificó su comportamiento desde esa tarde que se sintió descubierto por su buen amigo.

Zee dio algo más de tiempo durante el día para seguir observar a Saint, ponerlo a prueba y hacer preguntas que se supone tendría que saber responder con toda esa inteligencia que supuestamente le habían dotado.

¿Y el resultado?

Saint obviamente tenía dominio de muchos temas, pero no era extremadamente inteligente, cometía errores con sus respuestas y ante cada cuestionamiento, se le veía más y más asustado.

-¿Puedo ver donde te introdujeron las tarjetas de memoria?- cuando se le ocurrió preguntar eso, ambos estaban en la cama, viendo la televisión antes de dormir.

Saint permaneció en silencio, pero Zee pudo notar la forma en que sus manos comenzaron a temblar apretando las mantas con fuerza-. ¿He dicho algo que te incomoda?

-No es eso.

-¿Entonces?

-Las tarjetas de memoria están ocultas en el talón de mi pie derecho, pero la piel las recubre.

-Muy bien, entonces quiero ver eso- fue retirando la las cobijas y Saint cambio de posición con las piernas enroscadas para mirarlo con una sonrisilla.

-Si mueves ahí, podría haber alguna falla.

-No la habrá. Vamos déjame ver.

-¿Para qué quieres ver algo así?

-Se supone que debes hacer todo lo que te ordeno ¿Por qué parece que te estás oponiendo a mis indicaciones?

Saint no dijo nada, se limitó a morder las uñas de sus manos y Zee puso una mala expresión, se dio la vuelta para darle la espalda y se acomodó para dormir.

No necesitaba más pruebas ni tontos experimentos que lo dejaran al descubierto. Saint era demasiado obvio con su mentira.

Luego las luces se apagaron, sintió que Saint se volvió a acomodar bajo las cobijas y notó que sus pequeños brazos lo rodeaban por la cintura para dormir más cerca de él. Le incomodó lo suficiente para pedirle que no lo hiciera y le ordenó que esa noche durmiera fuera de la habitación porque se sentía extraño.

Sin decirle nada, Saint obedeció de inmediato y lo último que pudo escuchar, fue la puerta cerrándose.

💙🤖❤️

ENAMORADO DE UN ROBOT Donde viven las historias. Descúbrelo ahora