—Cielos —dijo Jennie, impresionada— Esto es precioso.
—Está bien. Al menos, tomaron nota de lo que les pedí. A Lisa le gustará que estemos sólo nosotras.
—Pero la mesa es para cuatro —apuntó Jennie.
—Les dije que vendría acompañada —sonrió Chae Rin.
—¿Y no es así?
—¡Cielos, no! ¿Quién querría venir conmigo? Soy egoísta, vehemente en mis opiniones y ambiciosa. Además, soy delgaducha y fea. Siempre lo he sido.
—¡No eres fea! —Protestó Jennie— Eres muy atractiva.
Chae Rin aún sonreía cuando Lisa llegó junto a ellas.
—Me gusta tu Jennie, Lisa. ¿Dónde os habéis conocido?— Jennie contuvo el aliento, esperando que ella no dijera que era su limpiadora.
—Cuando compré la casa de Terrigal, contraté los servicios de una limpiadora, Gail. Jennie es la propietaria de la empresa para la que Gail trabaja.
—Así que lleváis saliendo una temporada... Lisa, eres terrible, no me lo habías dicho nada.
—¿No?
—¡Sabes que no!
—A Jennie le gusta llevar las cosas en privado, ¿verdad, querida? —y se inclinó para darle un beso en el hombro.
Ella trató de contener la mueca. O el grito. Aquello estaba yendo demasiado lejos, pues ella ya sentía que sus huesos se habían convertido en gelatina. Jennie giró la cabeza cuando ella levantó la suya, y sus miradas se encontraron. Quiso fulminarla con la mirada, pero en su lugar, sólo la miró sorprendida. Lisa la miró un momento y después sonrió, lentamente, muy sexy.
Jennie tragó saliva y sonrió.
—A Lisa le gusta tomarme el pelo —dijo, con los dientes apretados— Sabe que no me gustan las muestras de afecto en público.
—No es cierto —dijo ella— En realidad, le encantan —y volvió a besarle el hombro.
—Lisa, por favor —pidió ella, mientras un escalofrío la recorría de arriba abajo.
Sus miradas se encontraron. La de Lisa era imposible de descifrar, y ella sabía que la suya debía estar llena de pánico.
—Tengo que ir al baño —dijo ella, poniéndose en pie con cierta torpeza— Si hay que pedir algo mientras estoy fuera, pide por mí, Lisa.
Lisa la siguió con la mirada y vio que no era la única que la miraba.
—Es muy guapa, Lisa —comentó Chae Rin— ¿Divorciada?
—No. Viuda.
—Vaya. Tan joven —se sorprendió ella— Bueno, eso explica muchas cosas... Lisa, no se encuentra una a mujeres así todos los días.
—No —admitió Lisa.
—Sé buena con ella.
A Lisa le gustaría serlo si ella la dejara. Pero no lo haría. Se lo dejaba claro a cada rato. Aunque sabía que se sentía atraída por ella, a pesar de sus gestos. Había visto la verdad en sus ojos, lo había sentido en su hombro cuando la besó.
Pero por alguna razón, Jennie se negaba a rendirse a la atracción. Tenía miedo. ¿De ella? ¿O de una relación?
—No la dejes escapar —añadió Chae Rin.
Podía, por supuesto, dejarla escapar. Pero Lisa sabía que no haría eso. Había dicho la verdad en lo de que le había gustado el beso en el hombro. Le había gustado. La próxima vez no sería un beso en el hombro, y no podría escapar tan fácilmente.
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Princesa de Hielo | Jenlisa G!P
RandomJennie Kim es una joven de treinta años, viuda, madre y dueña de una empresa de limpieza. Totalmente centrada en su trabajo y su hija, Jennie huye de las relaciones y, especialmente, del sexo. Lisa Manobal, una seductora escritora, llegará a su vida...