Lisa se dejó caer en su silla, frente a la pantalla del ordenador.
—Lisa Manobal.
—Lisa, soy Chae Rin.
—Tenía el presentimiento de que serías tú —dijo con acidez. Chae Rin no se había convertido en una de las agentes literarias más prestigiosas dejando que sus autores le fallaran. Era la cuarta vez que llamaba aquella semana.
—¿Has acabado ya el libro?
—Estoy en el último capítulo.
—Tu editora de Londres me ha vuelto a llamar. Me ha dicho que, si no lo tiene a finales de esta semana, no podrá hacer que llegue a las librerías a tiempo para el verano en Gran Bretaña y Estados Unidos. Y ya sabes lo que eso significa. Ventas más bajas.
—Llegaré a tiempo, Chae Rin. Esta noche lo tendrás.
—¿Me lo prometes?
—¿Te he decepcionado alguna vez?
—No, pero es porque no te dejo un respiro. Y eso me lleva al motivo de mi llamada. La cena de entrega anual de los premios literarios es esta noche. Eres la favorita para llevarse el trofeo de la Pistola de Oro, así que, vendrás, ¿no?
—Nada conseguirá impedírmelo, Chae Rin.
Aunque no le gustaban aquellas galas de entrega de premios, lo cierto era que estaba deseando hacer un poco de vida social. Hacía semanas que no salía de casa, que no se acostaba con una mujer... se había dado cuenta de ello en cuanto abrió la puerta esa mañana y encontró a una morena increíble frente a ella en lugar de a la regordeta y hogareña Gail.
A pesar de su aparente frialdad, Jennie Kim le había recordado que la vida era algo más que trabajo. La pena era que estaba casada: Lisa era muy observadora, y no se le había escapado la fina alianza de oro que lucía en la mano izquierda.—¡Lisa! ¿Estás ahí?
—Sí, sí... perdona, me había despistado un poco.
—Pensando en el último capítulo, espero.
—Tooodo el tiempo.
Lisa odiaba los últimos capítulos. Su deseo era acabar las historias con una escena de «felices para siempre», pero eso no quedaría bien en un libro de Hal Hunter, especialmente a esa altura de la colección. Lisa necesitaba algún gesto anti heroico para acabar, pues no podía dejar que sus lectores creyeran que Hal era un santo sólo porque siempre les diera a los malos su merecido.
Sabía que era el lado oscuro de Hal lo que atraía a sus fans. Les gustaba que Hal hiciera lo que ellos nunca se atreverían a hacer. Les gustaba su falta de piedad y su sentido firme de la justicia y la venganza.
—Será mejor que vuelva al trabajo, Chae Rin.
—De acuerdo, pero una cosa más acerca de mañana. ¿Podrías traer a una chica que haya leído al menos un libro en su vida esta vez?
Lisa se echó a reír. La chica morena a la que había llevado a la entrega de premios el año anterior no era muy despierta, pero ella no se había dado cuenta de eso cuando la conoció en Bondi Beach y la invitó a la gala. En aquel momento, en lo que más se había fijado era en lo bien que llenaba el bikini. Al final de la noche, el deseo que al principio había sentido por ella, se había desvanecido por completo y la había llevado a casa directamente, para gran decepción de la chica.
—Hmm. Probablemente iré sola.
—Difícil de creer: Lisa Manobal sin una morena del brazo.
—No salgo sólo con morenas —protestó ella.
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Princesa de Hielo | Jenlisa G!P
De TodoJennie Kim es una joven de treinta años, viuda, madre y dueña de una empresa de limpieza. Totalmente centrada en su trabajo y su hija, Jennie huye de las relaciones y, especialmente, del sexo. Lisa Manobal, una seductora escritora, llegará a su vida...