Capítulo Dos

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N/A: este capítulo va dedicado a mi fan #1 y persona favorita en el mundo ArilolxD345

Efecto Wednesday

-Le prometo, que volveré sana y salva -le aseguré a la madre superiora mientras trataba de acomodarme el casco. Ella me miraba preocupada.

-Sé que puedes -empezó a revisar la motoneta en la que ya me montaba con cuidado. Ya había manejado la cosa para hacer mandados y otras encomiendas así que lo tenía muy dominado. Sonreí. -Ahora. Revicemos las direccionales.

Asentí y encendí la luz izquierda mientras doblaba hacia el mismo lugar. La madre me miró.

-Ahora hacia la derecha -indicó. Lo hice con un poco de esfuerzo y esperé la mirada de la madre superiora hasta que asintió. -Aún así quiero que vayas con cuidado Enid.

Asentí de nuevo sonriendo. -Puedo hacerlo, solo debo recoger mi boleto, será pan comido -le aseguré mostrándole ambos dedos pulgares. -No tiene que preocuparse.

Sentí que no estaba muy segura y antes de que pudiera recordarme de nuevo que no era necesario que fuera. Arranqué el motor y me dispuse a avanzar.

En unos minutos la perdería de vista.

Avancé un poco más hasta acomodarme en el estrecho camino de tierra. Un poquito de polvo ensució mis zapatillas.

Vivía cerca de un campo extenso de un pequeño pueblo a orillas de sembradios y campos de maíz y granjas con animales y granjeros. La iglesia se abastecía con lo que había alrededor y a mi, me hacía feliz poder salir de vez en cuando de la monotonía del convento hacia ciertos lugares interesantes de Jericó. Pronto me iría a Roma, y no podría disfrutar de aquellas vistas mientras paseaba en la motoneta. El aire limpio y la gente silenciosa y amable, el solo sonido de los pajaritos me haría extrañar todo cada día. Lejos de un poco de civilización.

Por eso, al revisar nuevamente los espejos retrovisores, me pareció un poco extraño divisar un pequeño coche acercándose peligrosamente por mi carril. Decidí cambiar para cederle el paso. Quizá era un turista perdido.

Hacia la izquierda.

El auto negro tardó unos segundos sin moverse, cuando creí que por fin pasaría, desvió su camino de nuevo detrás de mi. Nerviosa y concentrada, sin dejar de mirar el retrovisor, desvié hacia la derecha, encendiendo las luces traseras, advirtiendo mi cambio de dirección por si acaso y sonando un poco la bocina para avisarle al conductor que le cedía el paso.

Internamente victoriosa y algo espabilada observé cómo el coche de adelantaba rápidamente y aceleraba. Pocos segundos duró mi pequeña victoria pues el coche se detuvo de pronto y si no fuera por mis reflejos que apretaron los frenos a tiempo, saldría volando hasta las ventanas de aquel coche con el imprudente conductor en la cara.

Molesta iba a reclamar pero vi salir al conductor.

Noté que parecía algo bajito y con el pelo revuelto aquí y allá mientras torpemente trataba de quitarse el cinturón de seguridad y casi perdía sus gafas en el intento de no tropezarse al salir. Lo miré un poco confundida mientras se acercaba. Las luces rojas de la motoneta me indicaron que era mejor encender e irme. Pero, por alguna extraña razón el chico no me pareció peligroso, ni con esa mirada seria, ni con esa pose...

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