My Enid

Capítulo Nueve

N/A: En el anterior capítulo pudimos ver que Enid no tiene mucho control con el alcohol, bueno que fue su primera vez en una fiesta así. Dios sabe qué pasará después xd

Enid tiene problemas con cada paso que da con Wednesday.

Contigo, el siguiente capítulo.

Problemas, problemas

El vómito había caído sobre ella en un torrente, caliente y repulsivo, inundando sus sentidos en un instante. No tuvo tiempo de reaccionar, en cuestión de segundos, la sustancia pegajosa y maloliente se escurrió por su rostro, empapando su ropa y llenando el aire a su alrededor con un hedor insoportable.

Sintió cómo el ácido sabor se deslizaba por su boca, mezclado con la textura grumosa que parecía adherirse a su lengua, provocándole arcadas que luchaba por contener.

Era su primera fiesta, una noche que había imaginado soportable y sin emoción, en cambio, todo se había reducido a una pesadilla grotesca. El asco la invadió como una ola fría que recorrió su cuerpo, desde la punta de los pies hasta el último rincón de su ser. Apretó los ojos con fuerza, tratando de bloquear la imagen de aquel chico tambaleante, de su aliento apestoso y su mirada perdida.

No podía. No podía olvidar cómo, en su torpeza, sus labios chocaron contra los suyos, ni cómo sintió la oleada viscosa llenando su boca en cuestión de segundos.

Un grito quedó atrapado en su garganta, ahogado por el shock y la náusea.

Todo su cuerpo temblaba, como si estuviera intentando expulsar la repugnancia que la asfixiaba desde dentro.

Y entonces, cuando el asco se convirtió en algo tan físico que sintió que no podría soportarlo un segundo más, su visión comenzó a nublarse. Los sonidos de la fiesta se hicieron distantes, irreales, y la oscuridad se apoderó de su mente. Su cuerpo cedió al desmayo, prefiriendo la inconsciencia al horror que la rodeaba.

Cuando finalmente despertó, el temblor en sus manos parecía incontrolable. El recuerdo de la escena la golpeó con fuerza, como una pesadilla que se negaba a disiparse al abrir los ojos.

Se llevó una mano a la boca, aún sintiendo el fantasma del sabor amargo, del líquido espeso y repulsivo. El escalofrío que recorrió su columna la hizo estremecerse, como si estuviera tratando de sacudir la sensación de suciedad que la había invadido, pero no podía. Sabía que ese recuerdo la perseguiría, incrustado en lo más profundo de su mente.

—Mierda —murmuró con un gruñido, mientras su mano temblorosa agarraba el cepillo de dientes de nuevo. Aplicó una nueva capa de pasta dental con furia, apretando el tubo hasta que salió un exceso que ni se molestó en ajustar.

Comenzó a cepillarse de nuevo, con movimientos duros y frenéticos, como si pudiera arrancar con las cerdas no solo la suciedad, sino también la sensación pegajosa de humillación y asco que la consumía todavía.

Sentía la rabia hervir en su estómago, mezclada con un asco profundo que la hacía temblar. Por primera vez en su vida, se dio cuenta de que no bastaría con dos duchas. Ni siquiera tres serían suficientes para borrar la repulsión que se había impregnado en su piel.

Una nueva arcada la sacudió, y escupió la espuma con violencia en el lavabo. La miró correr por el desagüe como si fuera el veneno que necesitaba expulsar de su cuerpo, pero no era suficiente. Alzó la mirada hacia el espejo y vio su reflejo: ojos encendidos por la rabia, respiración agitada, las manos aún temblorosas. Su pecho subía y bajaba en un intento por controlar la furia que latía en su interior. Sentía la rabia quemándole por dentro, una mezcla de odio e impotencia que la hacía querer gritar, romper todo a su alrededor, hacer que alguien pagara por lo que le habían hecho.